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Jonathan Basile crea La Biblioteca de Babel en Internet

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The Book

By Kashmir

Menos de un siglo después de que un escritor de ficción se imaginó un libro que contiene todo lo que se ha escrito o se escribirá, se convirtió en una realidad por parte de un técnico, escribe Azra Hussain.

El autor argentino Jorge Luis Borges publicó una colección de cuentos titulados El jardín de senderos que se bifurcan en el año 1944. Una de las historias,  narra la historia de hombres que vivían en la Biblioteca de Babel. , una vasta estructura sin límites dividida en hexágonos. Dicha biblioteca era infinita, o como escribió Borges, una esfera cuyo centro exacto es cualquier hexágono y cuya circunferencia es inalcanzable.

A lo largo del viaje del hombre, estableció un par de datos sobre la Biblioteca: (a) La Biblioteca existe desde siempre, y que una creación tan elegante solo puede ser obra de una deidad. (b) Todos sus libros están escritos con veinticinco símbolos ortográficos: veintitrés letras del antiguo alfabeto inglés, una coma, un punto y un espacio. La Biblioteca contiene cada combinación comprensible de estos veinticinco caracteres, lo que significa que todo lo que se puede / ha escrito o dicho ya se ha escrito en uno de los libros de la Biblioteca.

El trabajo de Borges explora el concepto de totalidad y originalidad de una manera bastante cínica y autocrítica. Explica que dado que todo lo que se podía decir ya había sido escrito, la gente se dispuso a buscar la iluminación en el universo (la Biblioteca), pero fue en vano. Innumerables personas murieron sabiendo que todo lo que querían aprender de este mundo estaba escrito en un libro en alguna parte, pero no pudieron encontrarlo.

Borges también mencionó un aumento en el número de suicidios que ocurren en la Biblioteca por año. Parecía que la gente no podía hacer frente a la idea de que el conocimiento estaba tan cerca de ellos y, sin embargo, completamente fuera de su alcance. Vencidos por la frustración, algunas de estas personas se convirtieron en desviados, destruyendo cada libro que pusieron en sus manos.

Aunque la mayoría de los críticos sugieren que la naturaleza intrigante de sus narradores e ideas se debe a sus propias tendencias e intereses místicos, algunos pocos discrepan. Uno de esos hombres es Jonathan Basile, el creador de libraryofbabel.info, o, como le gusta llamarse a sí mismo, el bibliotecario de Babel, una de las creaciones más intrigantes filosóficamente del hombre.

libraryofbabel.info es un sitio web inspirado en el cuento de Borges, la Biblioteca de Babel. Este sitio web ofrece todo lo que tiene, o podría ser escrito. Creada para producir o localizar a pedido cualquier combinación de hasta 3200 letras, espacios, puntos y comas en inglés, la creación de Basile es, en verdad, la emulación perfecta del universo de Borges.

Las combinaciones vienen en forma de páginas en libros, colocadas en estantes con forma de hexágono dispuestos en un orden específico e invariable, lo que significa que si encuentra su nombre escrito en una determinada página de un determinado libro en un determinado estante, todavía estar allí después de que haya dejado el sitio.

Como cualquier otro sitio web, libraryofbabel.info utiliza un algoritmo para funcionar correctamente. A cada página de este sitio se le asigna un número de página secuencial en base-10. El texto en cada página está encerrado dentro de su número de página. El algoritmo de Basile convierte estos números de página en números únicos y más grandes que cuando se convierten en base-29 pueden representar cada letra en el idioma inglés y los tres símbolos (incluidos los espacios). Basile se ha asegurado de que el algoritmo genere todos los resultados posibles y que una página en particular muestre exactamente el mismo resultado cada vez que se visite. Uno puede encontrar en esta biblioteca la descripción de su nacimiento, cada descripción posible e imposible de su muerte, su residencia permanente, básicamente cualquier cosa y todo lo que pueda o no pueda existir se puede encontrar en este sitio, lo que significa que cada página que se puede escribir En el futuro se ha escrito, solo hay que buscarlo.

Es una experiencia verdaderamente alucinante y misteriosa. Sin embargo, a esta revelación le sigue una conclusión aún más extraña, casi triste. Todo lo que podamos pensar, decir o escribir no es único ni nuevo. Todo ya ha sido dicho y escrito antes. La Biblioteca de Babel desdibuja la línea entre la invención y el descubrimiento. Sin embargo, ¿es esta afirmación realmente cierta? Realmente no.

Un grupo de personajes generados al azar por un programa de computadora no equivale a algo dicho por un ser humano. Para que las palabras tengan un impacto, debe haber algún tipo de emoción, algún tipo de voluntad en ellas, que es algo que no puede ser generado por un sitio web. Aunque las emociones a veces se glorifican más de lo necesario, son exactamente lo que nos hace humanos. Este es el poder que poseemos. Y depende de nosotros decidir cómo usarlo.


Acerca de

La Biblioteca de Babel es un lugar para que los académicos investiguen, para que los artistas y escritores busquen inspiración, para que cualquier persona con curiosidad o sentido del humor reflexione sobre la rareza de la existencia; en pocas palabras, es como cualquier otra biblioteca. De completarse, contendría todas las combinaciones posibles de 1,312,000 caracteres, incluidas letras minúsculas, espacios, comas y puntos. Por lo tanto, contendría todos los libros que se hayan escrito, y todos los libros que podrían estar, incluyendo cada obra, cada canción, cada artículo científico, cada decisión legal, cada constitución, cada pieza de la escritura, y así sucesivamente. En la actualidad contiene todas las páginas posibles de 3200 caracteres, aproximadamente 104677 libros.

Ya que imagino que la pregunta se presentará en la mente de algunos visitantes (es inevitable cierta desconfianza hacia lo virtual). Voy a evitar cualquier duda: cualquier texto que encuentre en cualquier ubicación de la biblioteca estará en el mismo lugar en perpetuidad. No solo generamos y almacenamos libros como se solicitan, de hecho, las demandas de almacenamiento lo harían imposible. Cada posible permutación de letras es accesible en este mismo momento en uno de los libros de la biblioteca, solo en espera de su descubrimiento. Animamos a aquellos que encuentran extrañas concatenaciones entre las variaciones de las letras para escribir sobre sus descubrimientos en el foro, para que las generaciones futuras puedan beneficiarse de su investigación.


Creadores

libraryofbabel.info es la creación de Jonathan Basile (@ jonotainEB / jonathanbasile.info), junto con la ayuda de amigos y familiares. Me atrajo la idea por un interés en la literatura y la iterabilidad, que supongo que también podría llamarse literatura. Espero que encuentre la biblioteca que le ayuda en sus meditaciones, y hágamelo saber a través del foro o correo electrónico (jonathan [punto] e [punto] basile [at] gmail [punto] com) qué pensamientos trae. Actualmente soy un Ph.D. estudiante en el departamento de Literatura Comparada de Emory, Puede encontrar enlaces a mi trabajo en mi sitio web, incluido un libro basado en este proyecto, Tar for Mortar: "The Library of Babel" y The Dream of Totality.




Fuente: Kashmirlife




The Book

By Kashmir

With less than a century after a fiction-writer imagined about a book that contains everything that has been written or will be written was converting into a reality by a techie, writes Azra Hussain

Argentinean author Jorge Luis Borges published a collection of short stories titled The Garden of Forking Paths in the year 1944. One of the stories, The Library of Babel (La Biblioteca de Babel), narrated the tale of men who lived in the Library of Babel, a vast, boundless structure divided into hexagons. The said library was infinite, or as Borges wrote, a sphere whose exact centre is any hexagon and whose circumference is unattainable.

Throughout the journey of the man, he established a couple of facts about the Library: (a) The Library has existed since forever, and that such an elegant creation can only be the handiwork of a deity. (b) All of its books are written with twenty-five orthographic symbols: twenty-three letters of the old English alphabet, a comma, a period, and space. The Library contains every fathomable combination of these twenty-five characters, which means that everything that can be/has been written or said has already been written in one of the books in the Library.

Borges’ work explores the concept of totality and originality in a rather cynical and self-deprecating manner. He explains that since everything that could be said had already been written down, people set out to seek enlightenment in the universe (the Library), but to no avail. Countless people died knowing that everything they wanted to learn from this world was written down in a book somewhere, but they were unable to find it.

Borges also mentioned an increase in the number of suicides occurring in the Library per year. It seemed like people could not cope with the thought of knowledge being so close to them and yet completely out of reach. Overcome by frustration, some of these people turned into deviants, destroying every book they laid their hands on.

Even though most critics suggest that the intriguing nature of his narrators and ideas is due to his own mystical tendencies and interests, a few beg to differ. One such man is Jonathan Basile, the creator of libraryofbabel.info, or as he likes to call himself, the librarian of Babel, one of the most philosophically intriguing creations of man.

libraryofbabel.info is a website inspired by Borges’ short story Library of Babel. This website offers anything that has, or could be written. Built to produce or locate on demand any combination of up to 3200 English letters, spaces, full stops and commas, Basile’s creation is, truly, the perfect emulation of Borges’ universe.

The combinations come in the form of pages in books, put into hexagon-shaped bookshelves arranged in a specific, unchanging order, which means that if you find your name written on a certain page of a certain book on a certain shelf, it will still be there after you’ve left the site.

Like any other website, libraryofbabel.info uses an algorithm to function properly. Each page in this site is given a sequential page number in base-10. The text on each page is encased inside its page number. Basile’s algorithm converts these page numbers into unique, larger numbers which when converted into base-29 can represent every letter in the English language and the three symbols (including space breaks). Basile has made sure that the algorithm creates every possible result and that a particular page will display the exact same result every time it is visited. One can find in this library the description of his birth, every possible and impossible description of his death, his permanent residence, basically anything and everything that can or cannot exist can be found on this site, which means that every page that can be written in future has been written, it just needs to be looked up.

It is a truly mind-boggling and eerie experience. However, this revelation is followed by an even stranger, almost saddening, conclusion. Anything that we can think of, say, or write is not unique or new. Everything has already been said and written before. The Library of Babel blurs the line between invention and discovery. However, is this statement really true? Not really.

A bunch of characters randomly generated by a computer programme do not equate to something said by a human being. In order for words to have an impact, there needs to be some sort of emotion, some sort of will in them, which is something that cannot be generated by a website. Even though emotions are sometimes glorified more than necessary, they are exactly what makes us human. This is the power that we possess. And it is up to us to decide how to use it.

About

The Library of Babel is a place for scholars to do research, for artists and writers to seek inspiration, for anyone with curiosity or a sense of humor to reflect on the weirdness of existence - in short, it’s just like any other library. If completed, it would contain every possible combination of 1,312,000 characters, including lower case letters, space, comma, and period. Thus, it would contain every book that ever has been written, and every book that ever could be - including every play, every song, every scientific paper, every legal decision, every constitution, every piece of scripture, and so on. At present it contains all possible pages of 3200 characters, about 104677 books.

Since I imagine the question will present itself in some visitors’ minds (a certain amount of distrust of the virtual is inevitable) I’ll head off any doubts: any text you find in any location of the library will be in the same place in perpetuity. We do not simply generate and store books as they are requested - in fact, the storage demands would make that impossible. Every possible permutation of letters is accessible at this very moment in one of the library's books, only awaiting its discovery. We encourage those who find strange concatenations among the variations of letters to write about their discoveries in the forum, so future generations may benefit from their research.

Creators

libraryofbabel.info is the creation of Jonathan Basile (@jonotainEB/jonathanbasile.info), along with the help of my friends and family. I was drawn to the idea by an interest in literature and iterability, which I suppose I might as well call iterature. I hope you find the library aids your meditations, and please let me know via the forum or email (jonathan [dot] e [dot] basile [at] gmail [dot] com) what thoughts it brings. I am currently a Ph.D. student in Emory's Comparative Literature department, and have mostly shifted my focus from programming to writing. You can find links to my work on my website, including a book based on this project, Tar for Mortar: "The Library of Babel" and the Dream of Totality.




Fuente: Kashmirlife









LA HISTORIA DE LA VISITA DE JORGE LUIS BORGES A CASILDA

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Invitado por el Rotary Club de Casilda

Corría el año 1969...el Dr. EMILIO ARDIANI (padre) fue quien tuvo la brillante idea de invitarlo. Ël mismo visitó a Borges en su casa y al no poder convencerlo de que venga a brindar una disertación a nuestra ciudad, se le ocurrió invitarlo a plantar un árbol. Con esa propuesta, Borges dijo "Sí". (dicen que es uno de los recuerdos que Borges atesoraba con mucho cariño).

Llegó en avión desde Buenos Aires a Fisherton y dos rotarios, Hector Florentino Fueyo y Emilio Ardiani lo trajeron a Casilda. Brindó una conferencia en la Biblioteca. Borges eligió la especie de árbol a plantar, un EUCALIPTUS, porque dijo : "...no podré verlo pero sentiré su aroma...".
GHERARDI E HIJOS fabricó una pala especial (de punta o media caña) dorada que le fue regalada.

Sentimos orgullo, además, porque lo nombramos también SOCIO HONORARIO DEL CLUB ROTARIO DE CASILDA. 

 
Agradecemos a Peta Gherardi por las fotos, y a nuestros amigos del club por los recuerdos que aquí a modo de resumen fueron plasmados.

 

En una de las fotos lo vemos junto al intendente AVELINO LOTTICI descubriendo la placa frente al árbol

Fuente: Rotary Club de Casilda  -  Santa Fe
https://www.facebook.com/pg/RotaryCasilda/posts/

Tristeza y nostalgia: el viento provocó la caída de un mítico árbol que plantó Borges

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El ejemplar era un eucalipto medicinal que databa de 1969.

El sur y el centro de la provincia de Santa Fe,  se vieron afectados por fuertes tormentas en la madrugada de este miércoles. Las condiciones climáticas adversas generaron múltiples inconvenientes en varias localidades, entre ellas, la ciudad de Casilda donde se cayó un árbol emblemático de la región.

El eucalipto había sido plantado por el escritor Jorge Luis Borges junto al por entonces intendente de dicha ciudad, Emilio Ardiani, en 1969. El ejemplar cedió por las fuertes ráfagas ocurridas entre las 5 y las 7 de la mañana en dicho lugar.

El hecho causó tristeza y nostalgia en la comunidad, que recordaba en forma permanente la visita del reconocido escritor a la localidad. El árbol había quedado como un símbolo desde esa época.


Fuente: Redacción de Vía Rosario 23/01/2019

“En El Aleph, Borges mira y define la infancia”

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Honoria Zelaya de Nader rastrea en un libro de su autoría las huellas de las lecturas de infancia del autor de “Ficciones”. Prólogo de Pedro Barcia.


Cuenta Honoria Zelaya de Nader que decidió escribir “La literatura infantil juvenil en la obra de Jorge Luis Borges” cuando observó que la enorme influencia de las lecturas primeras del autor de “Ficciones” había pasado prácticamente inadvertida para los investigadores del universo borgeano. “Me salían al paso constantemente Lewis Carroll con ‘Alicia en el país de las maravillas’, Rudyard Kipling, con ‘Kim’, Robert Stevenson con ‘La Isla del Tesoro’, Wells con ‘El hombre invisible’, Mark Twain con ‘Huckleberry Finn’, Dickens, Swift, numerosos encuentros con ‘Las Mil y una Noches’ y ‘El Quijote’. Además, me empujaba la convicción de que las ficciones abrazadas en los años iniciales enlazan la memoria. En consecuencia, las lecturas primeras de Borges como sedimento nutricio imaginario no podían estar ausentes en su obra. Habitaban en ella”, afirma la doctora Nader, en relación a su flamante obra, prologada por Pedro Luis Barcia.

- ¿Algunas pistas?

- Las encontramos en sus Prólogos y Epílogos, en sus ensayos, en sus cuentos, en sus poemas, en sus conferencias, en sus trabajos periodísticos. Un ejemplo es el Prólogo del libro ‘Evaristo Carriego’: “pero quienes poblaron mis mañanas y dieron agradable horror a mis noches fueron El bucanero ciego de Stevenson, agonizando bajo las patas de los caballos y el traidor que abandonó a su amigo en la luna, y el viajero del tiempo que trajo del porvenir una flor marchita, y el genio encarcelado durante siglos en el cántaro salomónico”.

- El capítulo “La infancia como sujeto literario”está centrado en el cuento “El Aleph”. ¿Por qué?

- Porque el personaje que estructura la diégesis es un niño. El niño más relevante quizás de la literatura argentina. Con pocas palabras, con pinceladas precisas y altamente simbólicas, con la maestría que le es propia, Borges se acerca, mira y define la infancia. Ese niño tiene las potencialidades de la imaginación, de los sueños, y de las alas para transponer la realidad y reconstruir mundos. Es un niño el que descubre el aleph.

- En su selección del imaginario infantil de Borges aparecen los antepasados militares, gloriosos. Pero uno no se imagina a un Borges niño jugando a los soldaditos. ¿Hay huellas de los juegos de infancia de Borges, aparte de la lectura?

- Existen huellas. No las he incluido en este libro, pero vale compartir la que registra Nicolás Helft en “Borges: Postales de una Biografía”, de una entrevista a la madre de Borges: “Bueno ahora le voy a contar un cuento que es… en fin… -un poco shockimg- pero que da la idea de lo que era el Chico. Georgi no quería sentarse a hacer sus… cosas en el wáter. No quería sentarse tampoco en el bidet.

-Entonces ¿Dónde te vas a sentar? -le dije un día.

Había unas latas de galletitas muy grandes, cuadradas, que arriba tenían un agujero… Bien, él eligió eso. Entonces se sentó y dijo:

-Estoy en el trono de la noble igualdad.

Era tan gráfico, era tan cierto… que yo me quedé con la boca abierta”


- ¿Existen anécdotas de cómo vivio él la lectura de Alicia, de La isla del tesoro, de los cuentos de Kipling, del Quijote, cuando fue niño?

- Existen. Cuenta Alicia Jurado en “Genio y figura de Jorge Luis Borges” que al pequeño no le gustaba ningún juego de destreza fuera del diávolo, pero que le atraía representar con su hermana Norah escenas tomadas de los libros y que además le gustaba jugar al perseguidor y el perseguido. Ya en los juegos de niño “buscaba”, como lo haría más tarde repetidas veces en sus cuentos de adulto.

Fuente: La Gaceta Tucuman
Foto de INéS QUINTEROS ORIO




El Vaticano cita a Borges para defender que ‘nada está construido sobre piedra’

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En el Belén que preside esta Navidad la Plaza de San Pedro en Roma se puede leer la cita del escritor, quien asegura que  “Nada está construido sobre piedra; todo está construido sobre arena, pero debemos construir como si la arena fuese piedra”.

 A escasos metros de la Basílica de San Pedro, junto a un imponente árbol de Navidad, se encuentra el Belén de arena que el Vaticano ha elegido esta Navidad para presidir la plaza de San Pedro.

 Junto al Belén, a modo de explicación, se puede leer que “esta Natividad ha sido realizada con la arena de Jesolo (Venecia), donde desde hace 17 años se construye el pesebre de arena en nombre de la Fe y de las tradiciones de todos los cristianos del mundo”.
Sin embargo, lo que más llama la atención es la cita del escritor Jorge Luis Borges que aparece a continuación: “Nada está construido sobre piedra; todo está construido sobre arena, pero debemos construir como si la arena fuese piedra”.

 Resulta curioso, y un tanto sorprendente, que en el centro neurálgico de la Iglesia Católica se pueda leer esta frase, que nada se asemeja, por ejemplo, a la Parábola en la que Jesús explica que “A cualquiera, pues, que me oye estas palabras y las pone en práctica, lo compararé a un hombre prudente que edificó su casa sobre la roca. Descendió la lluvia, vinieron ríos, soplaron vientos y golpearon contra aquella casa; pero no cayó, porque estaba cimentada sobre la roca. Pero a cualquiera que me oye estas palabras y no las practica, lo compararé a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena. Descendió la lluvia, vinieron ríos, soplaron vientos y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina”(Mateo 7:24–2 )

También, sin ir más lejos, podemos recordar la frase de Cristo dirigida a Pedro y que tantas veces hemos oído: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”.

Fuente: Infovaticana - 08 enero, 2019

Casilda: Replantaron el histórico eucaliptus que legó Borges y tumbó el temporal

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Personal de la Municipalidad, con la ayuda del asesor forestal Horacio Di Fulvio, logró parar nuevamente el árbol plantado por el escritor en 1969 y que fue arrancado de la tierra el martes pasado durante una tormenta que castigó fuerte la zona

El tradicional árbol está plantado en el corazón de la Plaza de los Mástiles y pese a que su tronco denotaba un desgaste significativo, pocos imaginaban un final así. Las ráfagas del jueves por la madrugada hicieron que sus raíces cedieran y terminara en el piso, consignó el portal Casilda Plus.

El ejemplar de eucaliptus había sido plantado por el autor de El Aleph, una de las plumas más brillantes que dio el país, quien visitó Casilda en 1969 invitado por el Rotary Club y dejó una huella con esa acción.

Por eso, los miembros del Rotary casildense fuero quienes más lamentaron la mala noticia que dejó la tormenta del martes pasado y también los que pidieron por favor a la ciudadanía no dañar los restos del árbol caído. Es que no faltaron los apurados que quisieron llevarse una rama del histórico ejemplar.

“Debido a la fuerte tormenta de esta madrugada, el eucaliptus que plantara Borges en la plaza de los mástiles ha sido totalmente arrancado desde su raíz. Pedimos por favor a los ciudadanos que NO DAÑEN LOS RESTOS ni que arranquen ramas, ya que desde la municipalidad transplantarán gajos para hacer un retoño. Esperamos respeto por este árbol histórico, para que podamos recuperarlo. Muchas gracias! Club Rotario de Casilda”, escribieron los rotarios en su página de la red social Facebook.

Ahora, una vez vuelto a su estado original, se espera que el singular eucaliptus vuelva a echar raíces sobre el suelo en la Plaza de los Mástiles y continúe siendo un icono de los casildenses.

Fuente: El Faro

1969: El recuerdo de la visita de Borges a Casilda en la revista “Boom”

Borges: Leer y releer

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Porque el escritor argentino siempre se las arregla para decir algo nuevo, y continúa influyendo en generaciones de autores fantásticos y extraños.

Borges: leggere e rileggere

Perché lo scrittore argentino riesce sempre a dire qualcosa di nuovo, e continua a influenzare generazioni di autori fantastici e weird.

Di Vanni Santoni            
               
Si dice che prima o poi si entri in un’età della vita in cui le riletture superano le letture, e mentre sento che mi sto avvicinando a quel momento mi scopro a rileggere, tra gli altri, Borges. Di per sé non ci sarebbe nulla di strano, essendo l’argentino uno dei maggiori autori del Novecento, ma il fatto è che ricordo bene come, una quindicina d’anni fa, quando la mia produzione letteraria si limitava a qualche racconto su una rivista autoprodotta che proprio Jorge Luis Borges aveva tra i suoi numi, dissi ai miei amici e compagni di strada che era necessario “lasciarsi dietro Borges”.

Sparata da autor giovane in osteria, certo. Sensata, al massimo, se letta nel senso di superare le prime influenze e cercarne di nuove. Ma comunque una sciocchezza. Ne è prova che sono qui adesso coi miei Borges – anzi: coi miei nuovi Borges, dato che non ho potuto astenermi dal ricomprare tutti i libri, che già avevo, nelle nuove scintillanti edizioni Adelphi. Né è prova, anzi, che sono qui a scrivere di lui; che credo valga la pena fare questa cosa ovvia, invitare ancora una volta tutti alla lettura di Borges; ricordarne l’influenza e l’attualità.
               

Per parlare in modo adeguato del signore di tutto ciò che è ricorsivo e intertestuale, è opportuno avvalersi delle sue modalità. Parafraserò allora le parole del suo collega Márquez (il quale peraltro, qua in Italia, prende in prestito la medesima voce, quella di Ilide Carmignani, traduttrice di entrambi oltre che di Bolaño, colui che più di altri è riuscito a raccogliere l’eredità dell’argentino): avendo oggi deciso di parlare di Borges, ricorderò quel pomeriggio remoto in cui mio padre mi aveva portato a conoscere la Biblioteca di Babele. Il calco mi viene naturale, perché così come il prodigio del ghiaccio nel romanzo di Márquez apre alla possibilità di tutti gli altri prodigi che si susseguiranno a Macondo, allo stesso modo la magia di quel racconto – anzi, di quel luogo, perché davvero quando mio padre me lo fece leggere fu come essere portato lì – aprì la mia mente di bambino non solo agli altri prodigi di Borges, ma alla prodigiosità della letteratura in sé.

Scrisse il fondatore del cyberpunk William Gibson che quando lesse per la prima volta un racconto di Borges – nel suo caso fu Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, contenuto nella medesima raccolta della Biblioteca di Babele, Finzioni, ebbe la sensazione che gli fosse stato installato un upgrade nel sistema operativo. Così fu per me, su due piani. Uno puramente estetico: i libri, che fin lì rispettavo anzitutto perché mi era stato insegnato a farlo, d’improvviso si trasformarono in qualcosa che andava rispettato perché era meraviglioso, e potente. L’altro, filosofico, se non metafisico. Come scrisse Saramago, con Borges "la letteratura si stacca dalla realtà per meglio rivelare i suoi invisibili misteri", e qualcosa di simile parve d’intuire anche a me: dopo la lettura di Borges – di un solo racconto di Borges! –, non solo i libri sembravano aver mutato di natura ai miei occhi infantili, ma anche la realtà stessa aveva preso una grana differente, più chiara e allo stesso tempo più misteriosa, come se mi fosse stata svelata una sua parte segreta che tuttavia conduceva a un ulteriore e vertiginoso sistema di enigmi.

Non ebbi troppo tempo per pensarci sopra, perché il nuovo sistema operativo mi chiese subito il riavvio per installarmi la “library” – letteralmente: nella biblioteca del mio paese, andando alla ricerca di altri libri di Borges, scovai la collana che curò per la Franco Maria Ricci Editore e scoprii così Le morti concentriche di Jack London, Lo specchio che fugge di Giovanni Papini, Bartleby lo scrivano di Herman Melville, Il convitato delle ultime feste di Villers de L’Isle-Adam, L’avvoltoio di Franz Kafka, il Micromegas di Voltaire, L’ospite tigre di Song-Ling P’u, La casa dei desideri di Kipling, La porta nel muro di H.G. Wells, e molti altri. Scoprii insomma un altro canone, una letteratura che scorreva parallela e sotterranea rispetto a quella che conoscevo (in alcuni casi coinvolgendo i medesimi autori, come se essi stessi custodissero un oscuro yin accanto al loro più lucente e pubblico yang), ma nessuno di essi mi diede la sensazione di avermi installato molto più di un semplice software.

Era alta letteratura, ma non portava con sé l’effetto-Borges. C’era un’eccezione, e quell’eccezione era ovviamente Kafka, ma anche lì mancava qualcosa. Mancava per eccesso, perché Kafka sta sopra Borges e sopra tutti nel Novecento essendo l’unico ad aver creato, da solo, qualcosa di paragonabile alla mitologia di un’intera cultura (che è cosa ben diversa anche dal più sopraffino worldbuilding – chi volesse approfondire, parta da K. di Roberto Calasso), ma proprio per questo è sprovvisto di accessi agili e custodisce i propri enigmi gelosissimamente. È ostile verso di sé, figurarsi verso di noi. Borges no. Borges – fin troppo facile, a questo punto, ricordare che di mestiere faceva il bibliotecario – ti prende e ti porta con sé nel labirinto. Mette in chiaro che potresti restare sbigottito, ma ti apre le porte e si offre di guidarti, restando stupito o perplesso o sgomento assieme a te.

E Borges, infatti, piace, o almeno parla, a tutti: parla a Gibson come parlò al me bambino, parla a chi ama le storie realistiche e a chi preferisce quelle fantastiche, a chi adora i racconti e a chi normalmente legge solo romanzi, ai conservatori e ai rivoluzionari, agli iconoclasti e ai classicisti. Per quanto si tratti del principe dei mistagoghi, Borges produce infatti una letteratura che non è né difficile né enigmatica: può citare il Talmud o i commentarî sufi (e farlo rivolgendosi al lettore come se anch’egli li conoscesse a menadito) ma non si pone mai sopra al lettore, e ci riesce perché, nonostante la sua preoccupazione profonda resti la metafisica, non dimentica mai che il suo compito è anzitutto quello di raccontare storie.

Per dirla con le sue parole, “ho sempre fatto del mio meglio – non so con quanto successo – per scrivere storie dirette. Non oso dire che siano semplici; non esiste da nessuna parte al mondo una singola pagina (o una singola parola) che lo è, dato che ogni cosa implica l’universo, il cui tratto più ovvio è la complessità. Ma mi preme chiarire che non sono, né sono mai stato, un predicatore di parabole, un favolista o uno scrittore impegnato. Non aspiro a essere Esopo. Le mie storie, come quelle delle Mille e una notte, intendono intrattenere o commuovere il lettore, non persuaderlo di alcunché”.
               

Come se non bastasse, Borges è anche accessibile da un punto di vista puramente pratico, dato che non c’è da farsi troppe domande circa il punto da cui cominciare ad affrontarlo: i suoi massimi risultati sono senz’altro le raccolte Finzioni e L’Aleph, e si può cominciare da una qualunque delle due – anzi: da uno qualunque dei racconti che le compongono – senza stare a chiedersi quale sia la migliore (difficile dirlo: se propendo lievemente per Finzioni è solo perché fu quella con cui lo scoprii), poi leggere l’altra, dopodiché passare all’antologia che sta subito sotto di esse, la tarda Il libro di sabbia, e solo dopo dedicarsi, eventualmente, al resto.

Lo hanno fatto non solo i postmoderni ma anche quei nuovi alfieri del fantastico – China Miéville, Jeff VanderMeer, lo stesso Neil Gaiman – che oggi fanno a gara a inserire riferimenti borgesiani nelle loro opere, dimostrando così che la sua influenza non si è limitata a riportare il fantastico nel letterario, ma anche il letterario nel fantastico – e se oggi si parla molto di weird o sconcertante, con particolare attenzione al modo in cui la cosiddetta literary fiction sente sempre più il bisogno di sconfinare nei generi e cercare, dopo la sbornia di realismo di Otto e Novecento, nuovi approcci alla metafisica, è difficile, nel farlo, schivare l’ombra dell’argentino. Anche il più forte candidato al titolo di “scrittore per il ventunesimo secolo”, Roberto Bolaño, trasuda Borges: ne usa i dispositivi per innervare di intertestualità e ulteriore spessore filosofico il proprio cortázarismo d’origine, e dai racconti di Borges porta nei suoi romanzi quello strano tono di coinvolta perplessità, da persona intrappolata in un rebus che sospetta essere senza risposta, che completa la cifra perturbante della sua prosa.


Borges è, dunque, così influente perché ha fatto, per di più in modo intelligibile per chiunque, tutte quelle cose che stanno oggi fra le prime preoccupazioni di chi intende realizzare un testo letterario. Un’analisi anche superficiale dei materiali da lui usati ci mostra come abbia portato anzitempo a fusione “alto” e “basso”, mischiando dispositivi che un tempo si sarebbero detti pulp (racconti di detective, avventure storiche, enigmi arcani, ambientazioni mirabolanti) con una intertestualità elevatissima e altrettanto elevate elucubrazioni filosofiche – si pensi solo al fatto che Il giardino dei sentieri che si biforcano, leggibile anche come un saggio erudito sul tempo, sia uscito per la prima volta in traduzione sulla Ellery Queen Mystery Magazine.

Ma non solo. Borges ha anche narrativizzato la metafisica; ha rotto i confini tra discorso e metadiscorso (e quindi tra testo narrativo e critica); ha nobilitato il fantastico (da vedere l’intervista a Arbasino in cui gli ricorda che la spina dorsale del canone – Odissea, Eneide, Divina Commedia, molti dei lavori di Shakespeare, Ariosto – è ben lungi dall’essere realistica); ci ha ricordato che tutto è rappresentazione (e quindi finzione); ci ha mostrato che nulla è nuovo e quindi tutto è a suo modo citazione (ecco un altro paradosso borgesiano: insegnare che nulla è nuovo attraverso i testi più originali della sua epoca); ha infine creato le basi di una letteratura che si confronta con la più moderna delle preoccupazioni: quella di un mondo che si scopre infinito (in tutte le direzioni: dall’infinitamente grande del cosmo all’infinitamente piccolo delle particelle) e che non ha più un Dio a cui appoggiarsi per controllare tale vertigine. Con Borges, la letteratura si fa carico dei compiti che furono della dottrina, e ci insegna a non aver paura di quest’infinità (né di maya, ovvero della natura fondamentalmente illusoria di ogni cosa), rendendo possibile anche a un bambino il guardarci dentro e il riconoscere nelle sue molte forme – biblioteca, Aleph, Zohar, labirinto, libro di sabbia, tempo, fuga di specchi o di doppi – i semi del meraviglioso.

Fuente: Esquire – Italia  -  7/02/2019


Jorge Luis Borges y el “destino sudamericano”

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Carlos Balladares Castillo

Todos los años leo a Borges, y aunque este 2019 comencé con sus ensayos reunidos en Otras inquisiciones (1952) al final terminé con sus breves cuentos de El informe de Brodie (1970). A diferencia de sus relatos de Ficciones (1944) y El Aleph (1949) lleno de fantasías (laberintos, espejos, mitos, sueños, etc.) que nos permiten descubrir mundos ocultos donde se encierran otras realidades, acá hay una mayor atención a los hechos, a su herencia violenta que llegó a llamar “destino sudamericano” (“Poema conjetural”, 1943), a las historias de los “compadritos” que ya en la segunda parte de Ficciones: Artificios lo trata con especial maestría en “El Sur”. Dicha herencia marca el destino de los personajes, no hay forma de impedir o ignorar la aparición del odio o alguna lealtad irracional solo basada en la sangre (“La intrusa”) y “el encuentro” de las armas que siempre terminará en la muerte. En relación con el cuento que lleva este último título, este posee un toque fantástico que nos recuerda al Borges de sus historias de la década de los cuarenta, al igual que “Juan Muraña”. Las armas parecen tener vida, de manera que podamos alejar de nosotros la culpa.

En Borges no hay una descripción morbosa de la violencia, sino una presencia inevitable de la misma en nuestra humanidad, por lo cual es un hecho que se describe fríamente y jamás hay una recreación en el mismo. El maestro que se había recluido en la fascinación filosófica y literaria en su juventud y temprana adultez, a medida que avanzaba en edad reconoce la terrible presencia del odio en todos los niveles: desde el simple conflicto o rivalidad hasta llegar al exterminio del otro. Es lo que se puede ver en “El duelo” y especialmente en “El otro duelo”. Al hablar sobre las guerras en nuestra historia me gusta su visión nada épica al referirse a los próceres, resaltando la degollina y no el heroísmo. Especial mención merece “Guayaquil” sobre el hallazgo de unas cartas de Simón Bolívar que develan el secreto de este encuentro.
“El Evangelio según Marcos” es fascinante por mostrar el problema de las interpretaciones de los relatos bíblicos, de cómo una historia que siempre hemos considerado como la mayor expresión de entrega amorosa es comprendida de otra forma por unos gauchos de origen escocés. “El informe de Brodie” nos recuerda de alguna forma sus cuentos sobre pueblos premodernos. En este caso una tribu que el misionero Brodie llama “Yahoos” le plantea el problema de la existencia de seres humanos con una visión de la realidad totalmente radical a la occidental, y así surge la eterna pregunta sobre la posibilidad de una visión universal y absoluta del bien y el mal.
El Borges de los temas fantásticos y “matemáticos” volverá con “El libro de Arena” cinco años después. Pero su valoración por nuestra naturaleza agresiva, enmarcándola en el honor y un conjunto de costumbres vistas como normales por los que la practican, será tema algo controvertido en la comprensión de su pensamiento. ¿Fascinación por lo que él mismo no podía ser (guerrero, aventurero) o especulación filosófica con las relativas facilidades que permiten la imaginación de otros mundos? Él probablemente lo explicaría cómo una forma de expresar a sus antepasados en su tradición guerrera y no la intelectual, aunque puede ser que fue para “vivir” de algún modo toda la literatura de aventuras que leyó cuando niño.

Fuente: El Nacional - 13 de febrero de 2019


Germán Jaramillo será Borges en el Lincoln Center Theater

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 El elenco de ‘Nantucket Sleigh Ride’ en el primer ensayo. Jaramillo (atrás, segundo de izquierda a derecha) aparece junto a John Larroquette (de gafas). Foto: CHASI ANNEXY

Por: Yhonatan Loaiza

Parecía poseído por esa figura mítica, con la mirada apagada y los gestos cansados pero el intelecto elevado al infinito. Estaba sentado en la banca de un parque viendo pasar las vidas de un grupo de extraños cuyos destinos se cruzaban allí. Así era el personaje que encarnó hace cinco años el actor colombiano Germán Jaramillo en la obra 'Cita a ciegas': un escritor argentino, ciego y con una celebrada obra. No era Jorge Luis Borges, pero tenía todos sus atributos.


Aquella figura era uno de los protagonistas de la pieza de Mario Diament que se montó en el teatro Repertorio Español de Nueva York, bajo la dirección de Jorge Alí Triana. El trabajo del manizaleño, que estuvo varias décadas en el Teatro Libre de Bogotá, le significó numerosos elogios en el circuito teatral de esa ciudad estadounidense, y así quedó instalada la sensación de que Jaramillo había encarnado al legendario escritor argentino.

“Yo hice un personaje que era muy inspirado en Borges y muy parecido, porque el texto de la obra me lo sugirió así, y al director le gustó mucho lo que fue apareciendo. Fue un proceso casi de posesión”, recuerda ahora Jaramillo.

Esa actuación cautivó la atención del prestigioso Lincoln Center, que llamó a la representante de Jaramillo en Colombia para preguntarle si al actor le interesaba hacer una audición para la obra 'Nantucket Sleigh Ride', en la que aparecía como personaje Borges. Tras superar un proceso de tres audiciones, Jaramillo entró al elenco de esta nueva producción de dos íconos de Broadway, el dramaturgo John Guare y el director Jerry Zaks, que empezará funciones el próximo jueves.

El Bicentenario y el final de ‘Game of Thrones’: focos de la cultura
Germán Jaramillo actuará en el Lincoln Center de Nueva York
El Coronel sí tiene quien le cante
Ahora sí, el manizaleño hará de Borges, un personaje que fue su norte durante su formación intelectual, al que comenzó a leer cuando tenía 20 años y era un universitario y por el que quedó inmediatamente deslumbrado. “Empecé a seguir la obra de Borges, a leerla con pasión y a tratar de seguir el ritmo que él siempre le traza a uno, porque está citando permanentemente sus escritores favoritos y, en cierta medida, se vuelve un poco como un guía para la educación literaria del lector”, asegura Jaramillo.

La puesta en escena, que tiene como protagonista a John Larroquette, un actor con una larga trayectoria en la TV y el cine de Hollywood, se presentará en la sala Mitzi E. Newhouse de uno de los corazones culturales de Estados Unidos. Este complejo artístico es la casa de, entre otros, The Metropolitan Opera, epicentro de la lírica mundial; el New York City Ballet, la Orquesta Filarmónica de Nueva York y la Academia Juilliard.

Allí también funciona el Lincoln Center Theater, compuesto por tres salas y que actualmente tiene en cartelera piezas como 'My Fair Lady', considerada por la crítica especializada uno de los mejores musicales del 2018, y 'The Hard Problem', del checo Tom Stoppard, uno de los dramaturgos más prestigiosos del mundo.

Jaramillo llega a esta catedral de la cultura neoyorquina tras casi 20 años de carrera en esa ciudad, a la que arribó en el 2001 para promocionar la película 'La Virgen de los sicarios', dirigida por el francés Barbet Schroeder e inspirada en la novela de Fernando Vallejo.

Luego de instalarse junto a su esposa, Paula Mejía, Jaramillo creó el grupo ID Studio Theater y se fue abriendo paso en el circuito teatral protagonizando obras de Repertorio Español, un escenario dedicado al repertorio en castellano. Allí les ha dado vida a personajes históricos como Fidel Castro, en la farsa 'Hierba mala nunca muere', y a hitos de la ficción literaria como el protagonista de 'El coronel no tiene quien le escriba', de Gabriel García Márquez.

Esa trayectoria se corona con esta actuación en el Lincoln Center. Con esa voz cálida en la que todavía se sienten las montañas de su tierra natal, el actor asegura que este es el honor más alto que ha alcanzado en su carrera y que la sensación de estar en un escenario de esta magnitud es, obviamente, muy agradable pero a la vez llena de responsabilidad.

“Ellos no solo cuidan esa reputación, sino que tienen un dispositivo que preserva ese patrimonio con mucho celo. Entonces, el nivel de la calidad del trabajo y la exigencia son altísimos, y, a la vez, nunca me han hecho sentir como si fuera un extraño, como si fuera alguien que no está en el lugar que le corresponde, sino como una persona que por su talento y por lo que ha conseguido como actor merece el privilegio de estar ahí”, complementa.
La dupla John Guare-Jerry Zaks ha creado piezas que han sido claves en la historia del Lincoln Center Theater, que nació en 1965 como 'The House of Blue Leaves' y 'Six Degrees of Separation', que estuvo nominada al premio Pulitzer de mejor drama y ganó el Tony a mejor dirección.

Jaramillo rememora que conoció al director y al dramaturgo en la segunda audición, en la que debió interpretar sus textos ya de memoria. Desde aquel momento, Zaks le extendió su generosidad al colombiano, aunque el actor ha debido superar varios obstáculos para esta nueva producción.

Este es el primer espectáculo que Jaramillo hace en inglés en Nueva York, sin contar otras piezas experimentales y en procesos de investigación; entonces, el reto ha sido cambiar el ritmo para entrar en la velocidad que exigen este tipo de textos.

“El público que va aquí al teatro en Broadway está acostumbrado a un tipo de acentos y de tono general que no es el nivel en el que yo estaba en ese momento, entonces he tenido que trabajar duro de la mano del director para poder llegar al nivel que él quiere, pero digamos que fue un encuentro muy agradable –explica Jaramillo–... Y John es un gran actor de comedia, es un actor muy profundo; me ha costado trabajo entenderlo en el escenario y seguir el ritmo que tiene, que es el propio de la comedia, que tiene un timing determinante. Tuve que acostumbrarme muy rápidamente para no quedarme atrás, pero él ha sido muy generoso conmigo”.

Jaramillo ha tenido que reinventarse para este papel, aunque ha labrado una carrera extensa en las tablas, tanto en Colombia con el Teatro Libre y en Estados Unidos con Id Studio y Repertorio Español; también en televisión, actuando en series como Narcos y La bruja, y en cine, con películas como 'Paraíso Travel', 'La cordillera' y 'El soborno de cielo'. Incluso, el director de la puesta en escena le asignó una profesora especializada en técnica vocal de la Academia Juilliard, Kate Wilson.

“Yo tengo 66 años, una carrera de casi cincuenta años como actor y, sin embargo, ir a las clases y trabajar con ella me volvió a poner en el nivel de un estudiante, de alguien que necesita siempre mejorar su técnica, su estilo –reflexiona Jaramillo–. Trabajar con Jerry ha sido muy determinante en cuanto a la técnica; como actor, sigo teniendo que hacer entrenamiento todos los días; como director, tengo que seguir produciendo espectáculos, y como productor, tengo que mantener mi compañía viva”.

El término que la da nombre a esta nueva obra se usaba en el mundo de la cacería de ballenas, cuando esa isla era el centro neurálgico de esta actividad en Estados Unidos y el aceite de ballenas era un combustible muy apreciado y costoso para la iluminación de las lámparas.

'Nantucket Sleigh Ride' se refiere al momento después de que la ballena es arponeada, el cabo del arpón se ata al bote y el inmenso mamífero empieza un viaje frenético en el que hala el navío durante horas, incluso días, hasta que el animal se cansa o se muere, o hasta que triunfa en esa batalla y hunde al fondo del mar el bote con sus tripulantes.

En el caso de la obra, la historia se centra en Mundie (encarnado por Larroquette), un exitoso hombre de negocios que en su juventud escribió una exitosa obra de teatro, pero finalmente abandonó la escena para buscar suerte en el mundo corporativo.

Cuando ya está saboreando las mieles de sus triunfos económicos, Mundie decide visitar Nantucket, en donde, en la década de 1970, se montó una versión de su obra, y termina embarcado en un surreal viaje en el que revive los recuerdos de su pasado.

“El sentido del Nantucket Sleigh Ride está muy bien usado porque significa que el personaje de Mondy, que es este rico hombre de negocios, se ve metido en un viaje en su propia vida, como si la memoria de su pasado y los acontecimientos que cambiaron el rumbo de su existencia fueran una especie de Nantucket Sleigh Ride”, dice Jaramillo sobre la historia.

En esa onírica travesía, uno de los principales protagonistas es Borges, quien era el faro de Mundie en su juventud y cuya presencia espectral es determinante en todo el desarrollo del relato; es el alma y nervio de la historia, como el propio Zaks le dijo a Jaramillo.

De hecho, el protagonista lleva en la mano un libro, 'Labyrinth', que es la primera edición hecha en Estados Unidos de la obra de Borges, en la década de 1960, y contenía los cuentos más importantes y también algunos de sus ensayos esenciales.

“El protagonista se mueve a lo largo de distintos laberintos, y en esos laberintos está guiado por un poeta ciego que es Borges, lo cual le da un tono metafórico muy hermoso a la obra, le da una habilidad literaria y poética y le quita el elemento de que es una mera comedia de entretenimiento”, opina Jaramillo.​

La pieza, entonces, es una especie de viaje de aventuras, con muchos elementos de comedia, en la que aparecen otros personajes históricos como Roman Polanski y Walt Disney. Jaramillo cuenta que Zaks le pidió que en la representación debía buscar la felicidad que le hubiera producido a Borges estar en una obra de teatro como esta.

Ahí es donde entró al juego el conocimiento que Jaramillo tenía de la obra literaria de Borges. “Ese mundo de Borges es el que me ha servido a mí para poder construir de alguna manera –hasta ahora todavía muy básica, pero yo creo que irá progresando a medida que el espectáculo va cuajando– un personaje que alcance la dignidad que el público quiere ver cuando va a un espectáculo de esta calidad”.

Esta temporada de debut en el Lincoln Center se prolongará hasta el 5 de mayo (la noche de estreno será el 18 de marzo). Después, Jaramillo prevé que volverá a la piel del viejo y digno coronel que creó Gabo, un montaje que aspira a traer a Colombia. Y más adelante, su vida seguirá en ese viaje frenético, ese Nantucket Sleigh Ride que significa trabajar en teatro. “Esta es una profesión y un destino que no conoce ni la pensión ni el descanso. Pero es un gran placer”, finaliza.

Fuente: El Tiempo

Carola Reyna, la chica que paseaba a Borges en un Fitito

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                        Carola en su adolescencia, junto a Borges

Vivió su infancia entre Venezuela, España y la Argentina. De adolescente escribía y llegaron a publicar sus poemas, pero la actuación terminó imponiéndose. Retrato de una actriz que viaja en colectivo.
Marina Zucchi

Imagine a Jorge Luis Borges siendo subido a un Fiat 600 verde esmeralda. Imagínelo recorriendo la Avenida Maipú en Vicente López, ciego, dejándose llevar por una chica al límite de la mayoría de edad, que apenas hace días obtuvo su registro. La imagen onírica existió más que en los sueños de ella. Alumna de un taller literario de Félix Della Paolera, fue la elegida para un encuentro que terminó en un bodegón, entre metáforas, teorías sobre el azar, y fideos. Del segundo cruce queda como registro una foto en blanco y negro. Y un libro de poemas de la época, antología de la que forma parte la joven autora: Carola Reyna.

                                                    
-¿Por qué creés que te eligieron a vos, entre tantos alumnos, para ir a buscar a Borges?

-Fue una arbitrariedad. Supongo que querían evitar lo formal y protocolar, yo era casi una nena, era una aventura. Me acuerdo que llegué y estaba peinadito y esperando como un nene. Lo subimos al asiento delantero y yo ya me imaginaba el titular: "Chocó llevando al hombre más importante del mundo".

Fuente: Clarin (fragmento)


50 años de "Invasión": la historia detrás de la mítica película de Borges, Bioy y Hugo Santiago

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El emblemático filme del cine argentino, guionado por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, fue un fracaso comercial que pocos entendieron y con múltiples interpretaciones. Durante la dictadura, un grupo comando secuestró los negativos y estuvo desaparecida. El recuerdo del director Mariano Llinás y de Annamaría Muchnik, hermana de Hugo Santiago, al cumplirse el primer aniversario de su muerte

Por Ulises Rodríguez
 

 Hugo Santiago, Ricardo Aronovich, Jorge Luis Borges y Lautaro Murua

Mariano Llinás dice por teléfono que le "encanta" la idea de hablar sobre Invasión y más aún de Hugo Santiago pero "la condición es que vengas a la productora porque te vas a sorprender". Cuando el director de Balnearios (2002); Historias extraordinarias (2008) y La flor (2018) abre la puerta del PH de Recoleta donde funciona El Pampero Cine lo primero que se ve es un cuadro gigante con el mapa de Aquilea: la Buenos Aires mítica que crearon Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y Hugo Santiago; la ciudad imaginaria en la que transcurre el film que -para muchos es- la mejor película de la historia del cine argentino. Por supuesto, Llinás se inscribe en esa lista.

"La escena de la milonga de Invasión es un momento único en la historia del cine porque para mí Invasión es la Patria. Cuando llega uno de los personajes y dice 'la amistad es una pasión tanto más lúcida que el amor' y en donde a la pregunta '¿A qué morir por gente que no quiere defenderse?', se responde: 'La ciudad es más que la gente'. Ese es un momento de esplendor", recita con emoción Llinás desde un sillón ubicado justo frente al mapa que parece un tablero de ajedrez tridimensional, uno de sus mayores tesoros firmado por Hugo Santiago y dedicado a "los pamperos y las pamperas".

La primera vez que Llinás vio la película fue en 1995 cuando estaba estudiando la carrera de cine. "Llegué a Invasión como la película de Borges y Bioy Casares y como era un pendejo, en aquel momento, no entendí nada".


Tal vez lo mismo que sucedió con el director -autodefinido "primero como uno de sus tantos acólitos, luego su camarada y más tarde su cómplice"- haya ocurrido con los espectadores que el 16 de octubre de 1969 (día del estreno comercial en Buenos Aires) pagaron una entrada en el cine Hindú de calle Lavalle para ver "la película de Borges y Bioy Casares".

Publicitada como "un film líder, una verdad prohibida para menores de 18 años" en las páginas del diario La Nación, la película remite a un enfrentamiento entre dos bandos, en el año 1957, en medio de una Aquilea urbana que no intenta disimular nunca que se trata de Buenos Aires.

La película fue estrenada en la función de apertura de la primera edición de la Quincena de los Realizadores del Festival de Cannes y llegó a las salas porteñas tras ser premiada en los festivales de Locarno, Mannheim y Barcelona.

En la sinopsis, escrita por el mismo Borges, "Invasión es la leyenda de una ciudad, imaginaria o real, sitiada por fuertes enemigos y defendida por unos pocos hombres, que acaso no son héroes. Lucharán hasta el fin, sin sospechar que su batalla es infinita".

Protagonizada por Lautaro Murúa, Olga Zubarry, Juan Carlos Paz, Roberto Villanueva, Martín Adjemian y Oscar Cruz a este film vanguardista para la época le tocó compartir cartel con películas exitosas como El graduado con Dustin Hoffman (ganadora de un Oscar) y ¡Viva la vida! con Palito Ortega, Violeta Rivas, Tita Merello, Hugo del Carril y otras figuras de la época que con sólo figurar sus nombres en las marquesinas las salas de cine se llenaban.

En esos años de la dictadura de Onganía, en los albores del rock en Argentina con bandas como Almendra, Manal, Vox Dei y otras que hacían furor en la juventud, Invasión fue musicalizada por el bandoneón mayor del tango: Aníbal Troilo. Pichuco -que había entablado cierto grado de confianza con Hugo Santiago porque el director quería que "el Gordo" actuara en una película sobre un bandoneonista- compuso la música de la Milonga de Manuel Flores escrita por Borges, recitada por Roberto Villanueva y doblada en guitarra por Roberto Grela y Ubaldo De Lío.

La selección cultural argentina que constituyó Hugo Santiago para su ópera prima no impidió que Invasión fuera un  fracaso comercial ni que al guión de Borges y Bioy no lo comprendieran ni los mismos protagonistas. Así lo contó Olga Zubarry en una entrevista publicada en el sitio Leedor en 2008 cuando aseguró "no entendí una sola palabra de lo que estábamos haciendo".

"Supongo que a todo el mundo le pasa cuando ve por primera vez Invasión. Todos se deben preguntar por qué actúan así, de una manera tan rara, que hablan casi recitando (salvo Lautaro Murúa). Es muy difícil que te guste porque está actuada de una manera muy antinaturalista y a veces eso espanta mucho, más cuando venimos de un cine de los norteamericanos, entonces cualquier actuación distanciada te genera hasta miedo", dice Mariano Llinás que, en 2015, participó como guionista en El cielo del Centauro, la que sería la última película dirigida por Hugo Santiago.

Adolfo Bioy Casares dejó su impresión de lo ocurrido el día del estreno en Buenos Aires en su libro Borges (Destino, 2006). "El film no llega a los espectadores; éstos ríen en los momentos trágicos y largamente se aburren. Nos vamos con precipitación, pero la gente (alguna famosa por la impertinencia agresiva) me detiene para felicitarme. Manucho (Mujica Lainez), tan cáustico; Dalmiro Sáenz, tan acometedor: ambos elogiosos y cordiales. A Mastronardi lo interrumpo: 'Entre bueyes no hay cornadas' (en seguida dudo del acierto de la frase). "El bodrio del año", afirma tristemente un desconocido".

¿Una premonición?

Buenos Aires, 1967. El muchacho de anteojos oscuros, bien peinado para atrás y con sonrisa compradora se acerca a la mesa de entrada de la Biblioteca Nacional y pide hablar con el director.
-¿De parte de quién?
-Hugo Santiago Muchnik.

Cuando fue recibido por el director, el joven le contó que había sido alumno suyo en la Facultad de Filosofía y Letras y que quería filmar una película de una ciudad sitiada que se llamaría Aquilea y que sería víctima de una invasión. "Quiero que usted escriba el guión", le dijo Hugo Santiago, sin sonrojarse, al hombre que ese año encabezaba la lista al Nóbel de Literatura.

Cuando Hugo Santiago fue a convencer a Borges venía de aprender el oficio de cineasta en Francia con Robert Bresson, de quien fue asistente por siete años. Para ese entonces ya tenía dos cortometrajes dirigidos: Los contrabandistas (1967), con Federico Luppi y Los taitas (1968) con Lito Cruz.

En el mencionado libro Borges, Bioy Casares recuerda lo sucedido en el mes de julio de 1967 mientras trabajaban juntos en el guión de la película: "Comen en casa Borges y Hugo Santiago Muchnik. A Muchnik le digo: 'Tengo para usted, una buena y una mala noticia. La buena es que hemos concluido el resumen del film y que se lo regalamos para que haga lo que quiera. La mala es que no haremos el libreto'. Como un caballero, como un buen perdedor, Muchnik acepta mis palabras. Dice que esas diez páginas que le hemos hecho son lo esencial y que gracias a ellas podrán seguir adelante con el film'. En ese mismo sentido, Borges dirá: 'Es un caballero. No flaqueó en ningún momento. Cuando esté solo en su cuarto se pondrá a llorar. Nosotros le entregamos un argumento que parece de Nick Carter o de Nick Winter, pero la realidad nos ha regalado una escena que parece de Henry James: el fervoroso admirador que descubre que los ídolos tienen pies de barro; que los colosos son chiquititos. La gente sobrevalúa nuestra capacidad literaria".

Los cultores y estudiosos de Invasión han hecho distintas lecturas de la película. Para algunos anticipó la sangrienta dictadura que encabezaron Videla, Massera y Agosti y la lucha armada de los 70'; para otros la escena en la cancha de Boca donde los que resisten son encerrados en La Bombonera predijo lo que luego sucedió con la dictadura de Pinochet y la utilización del Estadio Nacional de Chile como campo de concentración.

Sin dudas lo que contribuyó a alimentar esa lectura fue cuando en 1978 -en plena dictadura militar- se robaron las 8 bobinas del negativo original que se guardaban en el laboratorio Alex. Eso significó que la película no existía más. Estaba desaparecida.

Tiempo después Hugo Santiago recordó la infundada explicación sobre la desaparición de la cinta: "Nos dijeron que robaban los negativos para sacar las sales y el nitrato de plata y la plata, pero resulta que después de la Segunda Guerra Mundial los negativos no son más como eran antes, no se puede hacer eso. Es una pavada. Otros decían que era para fundirlos y hacer peines. No: fue un operativo. Vinieron y los robaron".

¿Entonces Invasión fue una película subversiva para la Dictadura? ¿Esa resistencia de los habitantes de Aquilea podría incitar a los jóvenes que la vieran a defenderse con la opresión militar? ¿Justamente una película de Borges que en aquellos días elogiaba a Videla y se reunía con él a almorzar?

El mismo Hugo Santiago contó en la presentación de El cielo del Centauro -en el BAFICI 2015- que "empezaron a aparecer distintas lecturas e interpretaciones y cambiando con los años. Hace muy poco se hizo un reestreno de Invasión en París y jóvenes apasionados empezaron a decir que estaban mal las lecturas políticas que se habían hecho en los setentas, porque en realidad era un film sobre… ¡ecología! O sobre el comercio: uno de los personajes decía ¿por qué no resiste Herrera, si la gente está esperando lo que le vamos a vender?, y el otro dice 'la gente no se da cuenta, y los que se dan cuenta tienen miedo como yo'. Eso era una cuestión de estilo, pensado junto con Borges y redactado finalmente por él. No había un mensaje hacia una línea u otra".

Para Mariano Llinás "la película goza de una lucidez que echa por tierra -a mi gusto- con todas las tonterías políticas de Borges, toda esa zona siniestra, confundida, perdida de Borges en los '70 cuando elogió a la dictadura o cuando le dio la mano a Pinochet. Toda esa zona conservadora a mí se me licua por completo cuando escribe una frase como 'la ciudad es más que la gente' que es de mucha lucidez política y la manera en que él piensa Invasión".

Lo cierto es que el mismo Hugo Santiago y su gran director de fotografía, Hugo Aronovich, se encargaron de rehacer un negativo original a partir de copias positivas que rastrearon en Buenos Aires y pudieron proyectar la película en una versión restaurada en el Bafici 2002. Hasta entonces sólo circulaban algunas copias en VHS de mala calidad.

Luego por iniciativa de Mariano Llinás y su productora con el apoyo del Malba se editó una versión en DVD, con un adicional de entrevistas a Hugo Santiago y recorrido por las locaciones de Invasión junto a un libro del investigador y docente David Oubiña titulado Invasión: Borges/Bioy Casares/Santiago.

El recuerdo de su hermana

La familia de Hugo Santiago Muchnik tenía una gran vinculación con el medio audiovisual. Su padre, Pedro Muchnik, era el dueño de la productora Teleprogramas Argentinos -que producía emisiones para el canal 13 del cubano Goar Mestre– y su hermana la famosa conductora de Buenas tardes, mucho gusto, Annamaría Muchnik.

La hermana, menor que Hugo, condujo el ciclo entre 1964 y 1967 y luego se fue a París con una beca a estudiar teatro. Mientras su hermano se encontraba filmando Invasión ella se formaba en la actuación y vivía experiencias personales que la marcaron para siempre como el Mayo Francés. "Nos mandábamos cartas y él desde Buenos Aires me contaba que se reunía con Borges y Bioy Casares para hacer Invasión, siempre estuvimos muy unidos".

Annamaría, directora del Festival de La Mujer y el Cine, dice que a la película la pudo ver "un tiempo después del estreno en París y luego la volví a ver varias veces más. El texto es tan rico que cada vez que la miro le encuentro nuevos detalles, escenas que me parecen increíbles, subtextos".

De su infancia recuerda que su casa "era un desfile permanente de actores, directores y hasta se filmaban programas". La hermana de Hugo Santiago dice que su hijo y su nieto siguen el camino del cine y guardan "profunda admiración por la obra de Hugo" y que "cualquier cinéfilo sabe que Invasión es una película emblemática que crece con los años".

Ayer, día en que se cumplió un año de la muerte de Hugo Santiago, Annamaría se reunió con Mariano Llinás para recordar a su hermano. "Veo una película de Hugo y me emociono mucho. Con la que más me pasa es con Las veredas de Saturno donde reconozco muchas escenas y diálogos que remiten a nuestra infancia".

Fuente: Infobae - 28 de febrero de 2019

Borges, desayuno en Maipú, muerte en Ginebra y el imposible sueño de comentar football

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Una historia circular, como las que le gustaban. Una nota debut a los 18 años que llevó al periodista desayunar en su living, y el viaje a Ginebra para cubrir su muerte. Y un diálogo imaginario, paradojal, sobre un tema que odiaba: el fútbol

Por Hugo Asch


Beatriz Guido llevaba su Mont Blanc y un cuaderno escolar a los bares más concurridos y ruidosos de Buenos Aires para escribir sus cuentos. Ella necesitaba ese ir y venir de la gente, el murmullo constante, para lograr concentración. Como tenía que pensar un buen tema para escribir en Infobae, el periodista se propuso imitarla. Fue en vano.

La gente lo distraía fatalmente y las ideas no aparecían. Antes de terminar su cortado con sacarina había cambiado de planes. Volvería a su biblioteca y releería por enésima vez Crear una pequeña flor es un trabajo de siglos, de Abelardo Castillo, un cuento perfecto que suele inspirarlo mágicamente.

Entonces apareció él y se sentó en la silla vacía, justo enfrente. Pensarlo es otro de sus trucos favoritos. Le pasa seguido, desde junio de 1986. Nada grave.

‒Lo noto algo perturbado. ¿No quiere que charlemos? El tedio de la inmortalidad es infinito, como bien podrá imaginar. Quería morir y dejar de ser Borges, pero no resultó. Aquí me tiene, viajando por la eternidad. Qué desgracia. Tal vez podamos ayudarnos. Yo intentaré darle un tema y a cambio le preguntaré sobre ciertos detalles de la comunicación moderna que ignoro. Lo invito a casa. Desayunemos. Fanny debe tener todo listo. Acepte mi invitación, se lo ruego.

Siempre Borges ¿Cómo decirle que no?

El periodista lo vio por primera vez a los 18 años, compartiendo con él un inesperado desayuno formal en el 6° B de Maipú 998. Fue a pedirle una composición tema La Vaca, o algo parecido, escrito en la primaria, para publicar en la revista Siete Días de los años '70. Era su nota debut y no había leído ni una solapa de sus libros.

Cuando Borges apareció en el living, traje gris, bastón con empuñadura de plata, le temblaron las piernas. Solo Dios y el viejo escritor sabrán que charlaron tan animadamente durante casi una hora y media.

Borges se disculpó por no haber tocado ese tema en sus textos infantiles (una fina ironía que, entonces, el jovencito no entendió), mientras bebía su té con leche sobre una carpetita con la Union Jack, y hundía la cuchara en el plato sopero de corn flakes en leche blanca, apenas tibia. Las tostadas desaparecieron en manos del invitado, melena hippie, anteojos a lo Lennon color marrón, con menos aumento de lo necesario.

Preocupado por dejar al joven cronista sin nada en su primera nota, Borges llamó a Norah, su hermana, y le explicó que "un amigo" pasaría a buscar un libro inglés de fines del siglo XIX que ella guardaba, y donde él había dibujado tigres con cerillas de color amarillo.

El look del periodista no provocó ningún gesto de sorpresa en Norah. Ella conocía a su hermano, capaz de pasar una tarde con alumnos de un secundario y dejar plantado a un enviado del New Yorker. El libro fue fotografiado y la nota, por suerte, fue un éxito.

‒¿Te con leche?

‒Por supuesto, maestro. Me encanta volver a ese primer desayuno. Ya no uso melena, pero sí lentes con el aumento correcto. Además… tengo toda su obra en la cabeza.

‒Aaah, nadie es perfecto. ¿Todavía escribe sobre football? ¿Conserva esa exótica costumbre?

‒No, ya no lo hago, al menos por ahora. En este país nadie sabe nunca nada. ¿Por qué lo pregunta? Para usted siempre fue "ese estúpido invento de los ingleses", pero cada vez que nos cruzamos en algún ensueño como éste, se muestra muy curioso sobre el juego. ¿Tiene algún plan para sorprenderme?

‒Quiero ser comentarista. ¿Sería tan amable de asistirme con algunos sanos consejos?

‒¡Pero cómo no!

‒¿Le parece que podré hacerlo? No olvide mi ceguera…

‒¡Pero absolutamente! ¿Cuál es el problema, Borges? Solo debe adaptarse a una técnica muy simple basada en la repetición y en un concepto esencial: la inexistencia teórica del error. Todo error cometido por los futbolistas, técnicos y árbitros, será siempre intencional, deliberado.

‒Qué notable.

‒Los delanteros "desperdician" goles, o los pierden; como si los tuvieran y, por algún desdén inexplicable, los dejaran escapar. Los defensores "regalan". Atesoran, dominan la situación, pero por otro inexplicable designio, se la dejan servida a los rivales, "dejan solo" al delantero. Los arqueros "regalan su palo", si la pelota pasa entre en el hueco del vertical y su cuerpo. Todo se juzga voluntario. Eso debe ser marcado con énfasis por el buen comentarista que se parapeta detrás del escudo de la perfección y opina desde la virtud, asistido por una docena de cámaras.

‒Caramba. ¿Y aquellos intrusos que corren detrás de los que juegan y paran el juego con un silbato? ¿Alguien se fija en esos esforzados agentes del orden? ¿Qué importancia tienen?

‒Mucha. Antes tenían poco protagonismo. Hoy son estrellas y hasta firman autógrafos. Dicen que "juegan" aunque ni la toquen. Eso es raro. Pero son juzgados con la máxima crueldad imaginable. Los árbitros fallan, pero tienen prohibido fallar.

‒Una idea circular. Como la del tiempo del eterno retorno.

‒¡El tiempo! Mire, me lo sacó de la boca. Si un equipo gana, en los minutos finales "hace tiempo". Debería criticarlo.

‒¿Hacer tiempo? La idea de una confección propia del tiempo no deja de ser asombrosa. ¿Qué es el tiempo? Si no me lo preguntan, lo sé; si me lo preguntan, lo ignoro, decía San Agustín. ¡Qué exótico es el football! Mejor continúe, le ruego.

‒Gracias, Maestro. El concepto de la dádiva funciona menos con los árbitros. Ellos "perjudican". También funcionan como proveedores o acopiadores, según el caso. "Dan" o "no dan" penales, tiros libres, goles. En el peor de los casos, pasan a ser apropiadores. "El árbitro nos robó el partido" o "Nos metió la mano en el bolsillo", se indignan todos los protagonistas.

‒Qué audacia denunciar eso tan valientemente, ¿verdad?

‒Más o menos, Borges. Porque lo dicen mientras aclaran que de ninguna manera dudan de su honorabilidad. No hay delito. Es un slalom; un juego extraño donde la cuerda se tensa y se afloja. A lo sumo, un árbitro deja de dirigir un fin de semana, y después vuelve. Así la historia se repite con unos y otros.

‒¿Y qué sucede con esos sujetos que, me cuentan, saltan y gritan desde un costado del campo? ¿Acaso ellos manejan a su pequeño ejército como hábiles titiriteros?

‒Ni ahí. Ellos paran un equipo, la pelota rueda y todos se mueven. Gritan, pero casi nadie los puede escuchar. Sin embargo, los que más se desgañitan tienen fama de entrenadores sapientes. Los callados cometen un pecado fatal: dejarle el protagonismo a los futbolistas y eso conspira contra su propio trabajo. Salvo que ganen. Si ganan, todo bien. Serán tácticos, cerebrales, maestros que han sabido transmitirle a los suyos la complejidad de sus ideas.

‒¿Y si pierden?

‒Todo mal. Serán unos ineptos que hicieron todo mal y los despedirán. Ojo, es muy importante el tono, Borges. Antes, los hinchas tenían como espejo al periodismo para comprender las cosas, ya que la pasión los cegaba e impedía cualquier análisis racional. Ahora, la clave del buen panelista es repetir lo que el hincha tiene en la cabeza, que es más bien nada, y con la lógica de un chico de 10 años. Todo al revés. Por eso, se grita tanto.

‒Mmm… La última vez que grité fue con Bioy, en la calle Florida. Un admirador nos paró y pretendía darnos una carpeta enorme con poemas y cuentos. Nos miramos con Bioy, y yo le pregunté cortésmente: "Perdón joven, ¿qué hora tiene?". Miró su reloj, aún con las carpetas en mano y contestó: "Las tres y media". Entonces le dije a Bioy: "Caramba, a esta hora nosotros siempre corremos" Y le grité: ¡Vamos, vamos…!". Escapamos al trote. No creo que yo funcione con tanto grito. No es lo mío.

‒Hay lugar para todos, Borges. Sea irónico, y los demás gritarán por usted.

‒Si usted lo dice… Hay más cosas en ese curioso lenguaje del football que me sorprenden y querría señalárselas.

‒Por favor.

‒He notado una marcada preferencia por el "concepto", en tanto unidad cognitiva de significado. "¡Flor de concepto tiraste!", se elogian mutuamente periodistas o players. O repiten, admirados: "¡Qué pedazo de concepto metió el Flaco!".

‒¡Qué concepto me tiró, Borges!

‒Oh, perdón. Qué torpe. Mire, la "cosa" es otro punto que me desvela. No la cosa-en-sí kantiana, pero sí la cosa como objetivo único, recurrente, indefinido. "Hicimos bien las cosas. Son cosas del fútbol. Queremos pelear cosas importantes". También me llaman la atención los "referentes", que hablan en nombre de todos. Significado, significante. La lingüística no les es ajena, parece. Lo mismo cuando la emprenden contra la negatividad dialéctica. Jamás un footballer responde "No, o sí". Elijen la incertidumbre. Si la pregunta es "¿Es usted es un patadura que no le hace un gol ni al arco iris?" La respuesta será "No sé si soy un patadura que no le hace un gol ni al arco iris…". Extraordinario.


‒No se preocupe. Es más sencillo de lo que parece. Mire, si hay una jugada en un área, rechazan, la pelota va hacia el otro campo y todos corren desesperados, usted aguarde el desenlace del relato. Una de dos. Si es gol dirá que la defensa estaba muy mal parada. Si no lo es, los delanteros resolvieron mal y despilfarraron una oportunidad única. Fácil.

‒Me deja más tranquilo. Usted es muy gentil conmigo. Desde aquella tarde en Plainpalais, en Ginebra, cuando tuvo aquel gesto que le agradecí en silencio, dadas las particulares circunstancias por las que atravesaba, usted me sabrá comprender.

‒Siempre admiré su humor, Borges. Se lo dije un millón de veces, ¿no?

El sábado 14 de junio de 1986 el periodista pasó, en menos de cinco horas, de las góndolas de un supermercado a un avión que lo llevaba rumbo a Ginebra. Había muerto Borges.

Meses antes, lo había visto en un bar de Córdoba y San Martín, solo, en una mesa y tuvo un pensamiento algo rebuscado: "Todos aquí respiramos el mismo aire que alguien que será nombrado dentro de 500, mil años. Esto debe ser lo más cercano a la inmortalidad…". Lo era.

Ezeiza y, 20 horas más tarde, la visión de la cama en la habitación 661 del octavo piso del Hospital Cantonal Universitario, donde fue internado de urgencia. De allí fue trasladado a su piso de Gran Rue 28, en el corazón de la Veille Ville, donde murió aquel sábado de madrugada. A las ocho llegó el doctor Jean François Balavoine, y firmó el certificado de defunción.

Los ginebrinos del barrio recordaban sus últimos paseos con María Kodama por la ciudad, donde Borges vivió siendo un adolescente. Caminaban, ella tomada de su brazo, deteniéndose en cada lugar.

‒¿Qué ve, María?

Y María, los ojos de Borges, describía los mismos frentes, las mismas esquinas.

‒Allí la cúpula, más allá la calle, la plaza y el farol. ¿Cómo está ahora, María? ¿Verdad que no ha cambiado nada? ‒Borges volvía a su adolescencia, volvía a ser 'El Otro'.

Rue des Rois, 1204, en la ciudad vieja. María Kodama, vestido blanco largo, zapatos lilas, los ojos más tristes del mundo, presidía el cortejo fúnebre en Plainpalais, el cementerio de los Reyes. Estaba furiosa con los periodistas que trataron su boda con Borges al estilo de la prensa rosa. Se lo dijo al periodista en un largo monólogo.


Frente a la fosa abierta, una cruz de madera con una pequeña chapa de bronce: Jorge Luis Borges 1899-1986. Silencio profundo. Se oyen los clicks de los pocos fotógrafos presentes, cuando se despide la viuda.

El periodista esperó pacientemente a que se retiraran todos. Se escondía el sol cuando lo hizo. Arrojó la última flor. Sintió una alegría feroz, pese al dolor. Necesitaba hacer eso con el hombre que le abrió la puerta de su casa siendo un adolescente. A esa gentileza se refería el Borges ensoñado, el viajero del tiempo.

‒Creo que usted me toma demasiado en serio Asch, cosa que jamás aconsejaría. Insisto: ¿por qué llaman Conferencia de Prensa a esos balbuceos post match? De prensa, quizá, no lo sé. Pero, ¿conferencia? ¿No es un exceso llamarla así?

‒Es lo que hay, Borges.

‒Curiosamente, de esa vacuidad rescaté dos axiomas que me remitieron a los griegos. "Hasta el pitazo final todo es posible", dicen. ¡Hablan del devenir, lo que fluye en Heráclito! Y también afirman: "Partidos son partidos"; y entonces traen el racionalismo de Parménides: "Lo que es es; lo que no es, no es". ¿Qué le parece?

‒Me parece que usted es un genio, Borges; que puede hablar de lo que quiera incluyendo el maldito fútbol, que me dio una idea, que nunca hay que dejar de leerlo y que cada día lo necesitamos más acá abajo, tan vacíos como estamos. ¡No se le ocurra morirse, nunca más!

‒Caramba. No ceda ante la tentación de la desmesura, le ruego. Solo falta que me diga que cada día escribo mejor, como dicen de Gardel, ese compadrito.

‒Es que usted es Gardel, Borges; y viceversa. ¡Y no hablemos más!


Fuente: Infobae - 3 de marzo de 2019



Aleph, la constelación de nanosatélites argentinos que busca develar todos los secretos de la Tierra

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Satellogic ya cuenta con seis de estos equipos en órbita y en breve se lanzarán dos más. Para 2020 espera tener 300 en el espacio. Su alianza con Microsoft para el procesamiento inteligente de las imágenes

Por Desirée Jaimovich

El punto que contienen todos los puntos del universo. Ése es el Aleph de Borges y el Aleph que está construyendo la empresa argentina Satellogic. Este Aleph no habita en un cuento, ni es sólo un concepto, es real y está en el espacio. Ése es el nombre de la constelación de nanosatélites que Emiliano Kargieman, fundador y CEO de Satellogic, ideó y que decidió bautizar con ese nombre en honor al escritor, según cuenta en diálogo con Infobae.

En la actualidad ya hay seis de estos satélites en órbita: Capitán Beto, Manolito, Tita, Fresco, Batata y Milanesat. Todos con un indistinguible sello argentino, como esta empresa local fundada en 2010 y que hoy cuenta con cinco sedes.

En Buenos Aires se realiza el diseño de los satélites-que se construye con materia prima de unos 35 proveedores de diferentes partes del mundo-; en Montevideo se ensamblan los componentes; en Tel Aviv y Barcelona se desarrolla el software de procesamiento y análisis de datos; y en San Francisco están las oficinas comerciales.

Pronto se sumarán dos nuevos satélites a la constelación: Ada, en honor a Lovelace, la primera primera programadora de la historia y Maryam, por Mirzajani, la matemática iraní que se convirtió en la primera mujer en recibir el premio Medalla Fields.

Pero esos ocho nanosatélites no serán los únicos que conformarán este Aleph espacial. El objetivo es llegar a 12 para 2018, alcanzar los 100 en 2019 y tener unos 300 en el espacio hacia fines de 2020. Así lo anunció Satellogic en el marco de una conferencia que ofreció junto a Microsoft, que le provee el servicio de su nube Azure para el procesamiento de datos. Esta alianza llega para potenciar la mega expansión que se propuso la compañía argentina.

Todos esos datos, recopilados y procesados por medio de Big Data y machine learning se pueden emplear para optimizar el uso de recursos, controlar fronteras, mejorar la eficiencia del uso de agua y herbicidas en la industria del agro, así como para prevenir desastres naturales.

Los pequeños satélites tienen  80 centímetros de alto, pesan 40 kilos y orbitan a 500 kilómetros de la Tierra. Están hechos de carbono, fibra de aluminio, lentes y espejos, entre otros elementos. Cuentan con componentes similares a los de una cámara digital y permiten obtener imágenes hiperespectrales de alta resolución.

Además integran paneles solares y cuentan con un sistema de propulsión que les permite cambiar de rumbo, por ejemplo, para evitar algún choque. Su trayecto está monitoreado por radares que siguen la ubicación y, en caso de riesgo de colisión se envía una notificación a la compañía, con varios días de antelación, para que lo evite.

El gran beneficio de estos satélite es que son simples de desarrollar  y tiene un costo menor a los tradicionales. "Salen más de 100 mil y menos de un millón de dólares", responde Kargieman consultado por Infobae.

Armarlos lleva unas tres semanas, tienen una vida útil de tres años y pasado ese lapso se desintegran en el espacio. Tardan unos 90 minutos en dar la vuelta a la Tierra y en ese viaje retratan todo lo que ocurre en cada rincón del planeta.

"Tenemos una gran riqueza de datos, el desafío es transformar esos datos crudos en insight que le sirva a los gobiernos, personas y empresas para tomar mejores decisiones. Necesitamos algoritmos que nos permitan tomar esta información, procesarla para distribuir el conocimiento digerido y en ese proceso elegimos a Microsoft Azure como la plataforma para llevar esa información que le queremos dar a los clientes", detalla Kargieman.

"La idea es proveer la infraestructura y la capacidad de análisis para empoderar a las empresas y apoyar su crecimiento", analiza Ezequiel Glinsky, director de Proyectos de Transformación Digital de Microsoft Argentina.

Los nanosatélites recopilan imágenes del espacio, que son enviadas a la nube de Microsoft. Allí, por medio de inteligencia artificial y aprendizaje automático, los datos se procesan y clasifican. Así, se puede distinguir, en tiempo real, qué representa cada elemento u objeto en para luego evaluar qué aplicación se le puede dar a esa información.

Fuente: Infobae - 9 de noviembre de 2017



En la Mother Gallery de Nueva York tres artistas exponen obras inspiradas en el Jardín de Senderos que se Bifurcan de J.L.Borges

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"En el Jardín de senderos que se bifurcan", es una exposición  en la MOTHER  GALLERY de Nueva York.

Brigida Caramagna, Colin Hunt y Karsten Krejcarek, son tres artistas que trabajan bajo la suposición de que el tiempo no es lineal, la realidad es amorfa y las dimensiones son permeables.

En el Jardín de Senderos que se Bifurcan, Jorge L. Borges escribió sobre "... una serie infinita del  tiempo, una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos ". Años antes los físicos concebirían un universo paralelo en términos científicos, inspirado por tales ideas.


In The Garden Of Forking Paths

Mother Gallery is pleased to present “In the Garden of Forking Paths”, an exhibition with
work by Brigida Caramagna, Colin Hunt, and Karsten Krejcarek; three artists working under
the assumption that time is non-linear, reality is amorphous, and dimensions are permeable.
Shamans, artists, and storytellers have always had one foot beyond the realm of the
perceptible. In The Garden of Forking Paths, Jorge L. Borges wrote of “...an infinite series
of times, a growing, dizzying web of divergent, convergent, and parallel times,” years
before physicists would conceive of a parallel universe in scientific terms. Inspired by such
ideas as the Noumenon, the Multiverse, and Metatron, the artists in this exhibition embrace
the unknowable. Here, esoteric subjects don’t have to make for inaccessible work. Each
maintains a deep control of their craft, as if in contemplating chaos, one must keep a steady
hand.

Brigida Caramagna’s colors and surfaces transcend the materiality of paint to become
spiritual machines, where viewers are able to access Spirit or the consciousness that
informed the creation of the painting. In the way a buddhist monk might reach a meditative
state by focusing their attention on the ancient Sri Yantra mystical diagram, Caramagna’s
paintings can serve as conduits where communion with the sublime is possible.

Colin Hunt’s paintings in this show are a continuation in a series called “The Afterlife”.
Sourced from photographs he took of a neolithic burial henge in Southern England, Hunt
spliced and overlaid the landscape, upending conventions of traditional landscape
painting. In doing so, the focus is drawn to what is absent and unseen. For Hunt these
paintings are a meditation on memory and death and how to exist in a world with the
enormity of someone else’s non-being.

In new works created for this exhibition, Karsten Krejcarek examines recent personal trauma
through symbolic gestures. His works consider the multiverse as a means of alternative
narrative. Krejcarek describes his sculptures, in the words of Borges, as “a shapeless mass of
contradictory rough drafts.” The works contemplate diverging and converging paths of
interchangeable biography through hallucinogens, torture fantasy, and synchronous historic
events and objects

February 9th through March 24, 2019

Fuente: MOTHER  GALLERY



Jorge Luis Borges en el Homenaje de La AFA a Lionel Messi

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La selección argentina de fútbol ha subido un vídeo a las redes sociales en el que magnifica a Leo Messi junto a otras personalidades de Argentina entre ellas Jorge Luis Borges

El Papa Francisco, el piloto Juan Manuel Fangio, el músico Astor Piazzolla, el jugador de baloncesto Manu Ginobili, el escritor Jorge Luis  Borges o el cardiocirujano René Favaloro son algunos de los ejemplos que se nombran en el vídeo.

Fuente: You Tube

Teatro Borgeano: Odeón, con pena y olvido

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Teatro, música, política, literatura…y olvido. Todo ello se dio cita en el Teatro Odeón y su mítico complejo, hoy desaparecido.

por Rocío Areal

Teatro, hotel, confitería y locales comerciales. Inmejorable combo para una Buenos Aires que comenzaba a erigirse como una ciudad mayúscula. ¿Y quién fue el visionario de turno? El alsaciano Emilio Bieckert. Sí, sí, el mismo que gestara la cervecería homónima, y que, con los buenos morlacos obtenidos de la industria cervecera, comprara un terreno en pleno centro porteño: la esquina de Corrientes y Esmeralda, allí donde el Teatro Odeón dejó de ser la utopía de un inmigrante para convertirse en una realidad digna de toda admiración.

De estreno en estreno

El afamado Odeón formó parte de un conjunto edilicio en el que también cobraron vida el Hotel Royal (de dos pisos y con doble entrada: una por Corrientes y otra por Esmeralda), la confitería Royal Keller (ubicada en el “sotano”, tal como o indicaba su nombre, en lengua alemana) y locales comerciales situados en la planta baja. ¿Qué cuánto demoró tamaña obra? Apenas un año. Y ojo que no se trató de una construcción así nomás, no, no. La criatura de Don Bieckert se convirtió en la joyita arquitectónica del momento. El Odeón, con acceso por la calle Esmeralda, fue concebido para albergar 1800 personas, nada menos. Todas ellas distribuidas en platea, cazuela, paraíso y 65 palcos (con sus correspondientes antepalcos, dispuestos en dos galerías); además de los exclusivísimos cuatro palcos avant-scene, dos a cada lado del escenario. Sí, monono por donde se lo viese. Y no era para menos, habida cuenta de la destacada concurrencia de la sala: la crème de la crème porteña. Es el Odeón que estaba destinado a la actuación de compañías dramáticas provenientes del viejo continente: Roma, Milán, Madrid, París…De allí la presencia del Royal, en cuyos aposentos se hospedaran figuras tales como la española María Guerrero y su esposo, Don Fernando Díaz Mendoza, quienes debutaron en las tablas del Odeón con la obra “La niña boba” (apenas el comienzo del largo camino que el teatro español habría de escribir en  suelo porteño). ¿Más estrenos para esta sala estelar? “La Dama de las Camelias”, de Alejandro Dumas hijo (quien marcó la inauguración del teatro), “Dolores”, la ópera de Tomás Bretón (pues el Odeón se jactó de ser, durante muchos años, “el” teatro de cámara de Buenos Aires); “Madame Lynch”, la primera comedia musical argentina; y el filme “La llegada del tren”. ¿Filme? Sí, sí. El 28 de  julio de 1896, a sólo seis meses de su aparición en París, este corto desembarcó en el Odeón para protagonizar la primera exhibición cinematográfica de nuestro país, de la mano de los hermanos Lumière. ¿Recuerda que tres viejos conocidos asistieron a la función? El austríaco Max Glücksmann, el francés Eugenio Py y el Belga Henri Lepage. ¿Quiénes más, si no?

Escenario arriba, sótano abajo

Tan vasta fue la existencia del Odeón, que vaya si ha visto desfilar personalidades por su escenario…y de las más variadas índoles. Teatro, literatura, música, política… Veamos, desde Lola Membrives, Libertad Lamarque y Nini Marshall, por el lado de las damas; hasta Jean Louis Barrault, Vittorio Gassman, y Luigi Pirandello, por el lado de los caballeros. Carlos Gardel, Astor Piazzolla y Osvaldo Pugliese colmaron de tango una sala que también supo vestirse de jazz, junto a Enrique Villegas; sin olvidar que el rock también brilló por su presencia, de la mano de Luis Alberto Spinetta y su Pescado Rabioso. Claro que para las meras palabra (¡y qué palabras!) también hubo sitio: conferencias y discursos memorables han sido de la partida en el Odeón, a manos y voz del Carlos Pellegrini, Leopoldo Lugones, el escritor y periodista italiano Enrico Ferri, el francés Jean Jaurès y su compatriota, Nobel de Literatura, Anatole France…¡el mismísimo Jorge Luis Borges! Claro que el maestro supo tanto de las luces de la escena grande como de la bombita eléctrica que iluminaba suelo abajo. Hablamos del Royal Keller, bar nocturno que tomaba el subsuelo de toda la esquina, y al que se accedía por una escalera situada sobre Corrientes. Allí nada de tragos finos, lo que corría a lo pavote era la cerveza (¿Bieckert, tal vez?), espumoso deleite de la intelectualidad que, noche a noche, se daba cita. Le digo más, los días sábados, mientras algún rimbombante espectáculo acaparaba los aplausos del Odeón, el Keller se alborotaba con la presentación de la “Revista Oral”, de Alberto Hidalgo, aquella a la que nunca faltaba el grupo de vanguardia literaria “Martín Fierro”, en aquellos años de 1925 y 1926. De allí que el para nada pomposo sótano acabase por convertirse en un edén: el “Olimpo de los literatos”, tal y como supo ser rebautizado por el boca a boca de sus concurrentes. Entre ellos, Oliverio Girondo, Leopoldo Marechal, Macedonio Flores, Emilio Pettorutti, Xul Solar y su citado amigo, Jorge Luis Borges, entre otros.

El último Odeón

Claro que el cielo no es eterno, y no lo fue ni para el Royal Keller ni para el propio Odeón. La cosmopolita Buenos Aires, esa cuyas exigencias supo elevar la vara de su sofisticación y modernidad, acabó por diluir su fulgor. Apagado ya el frenesí del Odeón y compañía, el público porteño, tan ávido de novedades, lo condenó a un segundo plano, y, más temprano que tarde, al olvido. Surgieron nuevos teatros, nuevas preferencias, nuevas opciones a la hora de dar rienda suelta al esparcimiento nocturno. Poquito y nada quedó del esplendor inicial, de los tiempos dorados, más que una sala a medio llenar. Siquiera bastó con un intento de resurrección: en 1983, el Odeón cerró sus puertas con vistas a una oportuna remodelación arquitectónica y decorativa; la que también incluyó la actualización de su sistema de luces y sonido. Flamante reapertura tuvo en 1983, con la pieza teatral “Emily”, a cargo de la actriz China Zorrilla, y las buenas parecían regresar a la esquina de Corrientes y Esmeralda. Dos años después, el Odeón fue declarado inmueble protegido, a raíz de su interés cultural y arquitectónico. ¿Fin de las crisis y sus riesgos? Nada de eso. La protección fue revocada, en 1991, por el intendente Carlos Grosso. Ese mismo año, el mítico conjunto edilicio, desafortunada demolición mediante, acabó en polvo.  Posteriormente, una playa de estacionamientos ocupó su solar.

¿Final anunciado para el Odeón? A juzgar por el destino de tantos “gigantes” porteños, así parece. Que la memoria mantenga, entonces, encendidas las luces de sus glorias. Desde estas líneas, esperamos haber contribuido con tan noble causa.

Fuente: Pulperia Quilapán

Se subasta manuscrito de Borges: Prologo a la edición en español de Crónicas Marcianas

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POR REBECCA REGO BARRY

Hay pocos autores más venerados entre los bibliófilos que Jorge Luis Borges, poeta, filósofo y director de la Biblioteca Nacional de la República Argentina. Entonces, cuando un manuscrito de Borges aparece en una subasta, tomamos nota. El 27 de marzo, Bonhams en Londres ofrecerá este manuscrito autógrafo de tres páginas firmado del prólogo de Borges a la traducción al español de Martian Chronicles de Ray Bradbury (Ediciones Minotauro, 1955). Sí, los devotos de Borges tendrán que hacer una oferta contra los fanáticos de Bradbury por esta pieza de historia literaria, en la que Borges escribe: "¿Qué ha creado este hombre de Illinois (me pregunto, cerrando las páginas de su libro) que sus episodios del ¿La conquista de otro planeta me llena de tal terror y soledad?

El manuscrito viene a subasta de la familia del editor Francisco Ediciones Minotauro, Francisco (Paco) Porrua. En este caso, Porrua fue también el traductor seudónimo del libro

Lote 219
BORGES (JORGE LUIS)

Autograph manuscript, signed ("Jorge Luis Borges"), of his Prologue to Ray Bradbury's Martian Chronicles, 1955

Vendido por £ 8,812 suplemento incl.

FINE BOOKS, MANUSCRIPTS, ATLASES AND HISTORICAL PHOTOGRAPHS
27 Mar 2019, 13:00 GMT

LONDRES, KNIGHTSBRIDGE

Fuente: Fine Book Magazine


En busca del habla de Borges

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En un proyecto conjunto con el Centro de Estudios y Documentación Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional y el Conicet, un grupo de investigadores cuenta los comienzos del notable escritor como conferencista.

por Ornela Lizalde

En 1946 la llegada de Juan Domingo Perón a la presidencia precipita la renuncia de Jorge Luis Borges a su empleo en la biblioteca municipal Miguel Cané. La memoria hablará de un burlón ascenso a “Inspector de aves” y, aunque no se han hallado documentos que lo prueben, lo cierto es que motivado por estas adversidades económicas, se vio obligado a enfrentar los desafíos que le ofrecía una actividad nueva: hablar en público.

El escritor comenzó dictando cursos semanales en la Asociación Argentina de Cultura Inglesa y el Colegio Libre de Estudios Superiores, y pronto sus intervenciones se multiplicaron a lo largo y ancho del país. Invitado por instituciones culturales visitó numerosas localidades de la provincia de Buenos Aires, el litoral, Córdoba, Chaco, Tucumán, Santiago del Estero y Misiones. Testimonios de sus allegados nos cuentan que escribía primero el texto completo de sus conferencias y luego lo memorizaba, que las ensayaba junto a su madre o en largos paseos con sus amigos y que lograba cautivar a su audiencia con un estilo muy personal, alejado de los énfasis declamatorios frecuentes en otros oradores. Aunque por ese entonces la considerara una “ocupación frívola”, poco a poco comenzó a disfrutar de esta nueva faceta de su labor intelectual que lo llevaría, décadas más tarde, a recorrer célebres instituciones académicas y las geografías más diversas.

Además de funcionar como una suerte de laboratorio donde ensayaba sus reflexiones e iba dando forma a sus textos, estas intervenciones constituyen en sí mismas un valioso material que arroja luz sobre sus procesos de reflexión y escritura, su posicionamiento como intelectual y el entramado de relaciones entre agentes, instituciones y circuitos culturales.

Nuestra investigación parte de un hallazgo que Laura Rosato y Germán Alvarez, responsables del Centro Borges de la Biblioteca Nacional, hicieron en su impecable rastreo de las anotaciones que Borges dejara en cantidad de libros durante sus años como director. En la portadilla de una biografía de Schopenhauer podía leerse una breve nota manuscrita en la que el escritor enumeraba los lugares visitados entre 1949 y 1952. La necesidad de emprender el estudio de estos materiales había sido señalada por el Dr. Daniel Barlderston, director del Borges Center de la Universidad de Pittsburgh, con quien la Dra. Mariela Blanco, investigadora de Conicet y profesora de Literatura argentina en la UNMdP e investigadora del Celehis, realizó una estancia posdoctoral gracias a una beca Fulbright-Conicet en el año 2012.

A partir de un subsidio del Fondo Nacional de las Artes, los miembros del grupo “Escritura e invención”, dirigido por la Dra. Blanco y radicado en el Centro de Letras Hispanoamericanas (Celehis) de la Universidad Nacional de Mar del Plata, emprendimos la tarea de recuperar ese vasto trayecto de intervenciones públicas, visitando bibliotecas, archivos y redacciones de periódicos de múltiples localidades del país en busca de aquellas huellas que nos ayudaran a reconstruir estos actos de habla. Se trata de datos que permiten restituir un mapa que implica la cronología, los temas tratados, los títulos, las instituciones organizadoras y difusoras de los eventos y las condiciones de recepción, entre otros aspectos. De una lista inicial de 24 conferencias, sin fechas ni lugares precisos, hemos podido establecer más de 100, un número que dista de ser definitivo y que sigue creciendo.

En un trabajo conjunto con el Centro Borges de la Biblioteca Nacional, se ha creado una página web que ofrece la posibilidad de transitar este itinerario de clases y disertaciones a partir de mapas interactivos, imágenes, recortes periodísticos y otros documentos. Buscamos responder a la curiosidad del lector, que al ingresar al portal podrá visualizar qué ciudades visitó, conocer quiénes auspiciaban estos eventos, de qué trataban sus cursos, o de qué temas habló en sus viajes. La plataforma está pensada como una herramienta atractiva y accesible tanto para académicos especializados como para el público general y puede consultarse accediendo a:


(*): Becaria de la UNMdP e integrante del grupo “Escritura e invención” del Celehis-UNMdP.

Fuente: La Capital – Mar del Plata




Ni "José" ni "Luis": la curiosa historia detrás del verdadero nombre de Borges

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                        Foto familiar de los Borges

El rey de España, Felipe VI, llamó “José Luis” al gran autor argentino durante el Congreso de la Lengua, y su furcio fue viral. Sin embargo, pocos saben que fue bautizado con otra nominación y que durante mucho tiempo casi nadie lo supo, incluso ni él mismo.



Cuando el rey de España, Felipe VI, rebautizó a Jorge Luis Borges como José Luis, durante la inauguración del Congreso de la Lengua, los usuarios de las redes sociales no tardaron nada en reproducir su furcio e inventaron otra serie de escritores como Rodolfo Woolf (Walsh); Federico García Lorca mutó a ​Federico García Calor e incluso Antonio Machado en Antonio Manchado, por citar algunos ejemplos. Pero, más allá del increíble furcio, la realidad dicta que el autor de El Aleph tampoco fue anotado con el nombre que se hizo universalmente conocido.

"Vuestro José (sic) Luis Borges, nuestro también por universal, dejó escrito que el idioma no es solo un instrumento de comunicación, sino una tradición y un destino", dijo el monarca español.

En Borges: Vida y literatura (Edhasa, 2006), Alejandro Vaccaro -notable biógrafo del gran cuentista argentino y un incansable coleccionista de manuscritos del autor- se revela una historia que fue desconocida por décadas.

El autor de Ficciones nació el jueves 24 de agosto de 1899. Su padre Jorge Guillermo, también autor, demoró dos días en ir a anotarlo al Registro Civil y al hacerlo lo hizo bajo la nominación Jorge Francisco Isidoro: Jorge por su progenitor; Francisco por su abuelo paterno e Isidoro por su abuelo materno. Entonces, ¿por qué se lo conoce como Jorge Luis?

Eso sí, el joven Borges creció y todos lo llamaron Jorge Luis. Fue recién en 1939 cuando -debido al juicio sucesorio a causa de la muerte de su padre- advirtió que no lo habían inscripto con el nombre Luis.

"La omisión del nombre Luis puede dar pie a innumerables interpretaciones. ¿Fue el olvido de su padre o un acto deliberado? ¿Fue una decisión del matrimonio, posterior al nacimiento, o quizás un compromiso con algún pariente? Años más tarde, Borges diría que el nombre Luis provenía de su pariente uruguayo, Luis Melián Lafinur", escribió Vaccaro.

Fue entonces que tras los trámites correspondientes pudo modificar su certificado de bautismo, realizado en 1900 en la parroquia de San Nicolás de Bari, donde están, efectivamente, los cuatro nombres. Y entonces sí, finalmente, pasó a llamarse Jorge Francisco Isidoro Luis o, para todo el planeta, Jorge Luis.



Fuente: Infobae


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