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Facundo Cabral sobre Jorge Luis Borges

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Un pequeño monólogo de Facundo Cabral sobre Jorge Luis Borges. y previamente un pedacito de la entrevista de Matias Martin a Facundo donde cuenta la anécdota de cómo conoció a Jorge Luis Borges, allá por los años 60's el primer encuentro entre ellos.

Fuente : You Tube


Facundo Cabral recuerda a Borges

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Facundo Cabral no era un intelectual ortodoxo, pero sabía mucho de literatura y amaba los libros. Escribía con pasión, no sólo canciones, sino también poesía y los textos que narraba con voz clara y precisa en sus presentaciones.

Dialogó con Krishnamurti, fue amigo de Juan Rulfo, de Julio Cortázar y de Jorge Luis Borges. A este último lo visitó su departamento en Buenos Aires. “Señor Cabral, usted sabe más de mi vida que yo, abra esa cómoda y encontrará muchos manuscritos lléveselos, se los regalo”, le dijo el gran escritor.

“Cuando le pregunté a Borges porqué no había libros suyos en su biblioteca, me dijo: porque sigo teniendo el hábito de la buena lectura. Cuando le pregunte qué le había parecido Arreola, que acababa de visitarlo, me dijo: es un verdadero caballero, me dejó dos o tres silencios”, contaba Cabral en una de sus famosas anécdotas ante el público.

En Ciudad Obregón conoció a Erich Fromm, el autor de El arte de amar. “Fue una luz. Iluminó un montón de rincones que no conocía. Fue como estar frente a un espejo mucho mejor que yo”, dijo Facundo.

Quería a Octavio Paz, a Julio Cortázar, a Nacha Guevara, a Walt Whitman y le costó vivir sin Borges.

“Estaba tomando sopa con mi madre. Mi madre lo amaba: no me olvido nunca de eso. Estábamos comiendo una sopa de sémola y sale un gran amigo nuestro en la radio, un hombre importante de la radio argentina, que además estuvo bastante cerca también de Borges, y dijo: “Hoy odio mi oficio. ¿Por qué me tiene que tocar a mí decir que Borges murió en Ginebra?” Y mi madre no dejó de tomar la sopa y dijo: “¡Caramba! Ahora sí que vamos a ser pobres”. Esa fue una muerte terrible para mí, porque no se puede suplantar tanta inteligencia. Ahora hay que esperar otro siglo y yo me lo pierdo”, contó en una entrevista.

Fuente : Sin embargo – México   (fragmento)

Edgar Allan Poe

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Por Jorge Luis Borges

Publicado en La Nación (Buenos Aires)
domingo 2 de octubre de 1949, Segunda Sección, p. 1

    Detrás de Poe, (como detrás de Swift, de Carlyle, de Almafuerte) hay una neurosis. Interpretar su obra en función de esa anomalía puede ser abusivo o legítimo. Es abusivo cuando se alega la neurosis para invalidar o negar la obra; es legítimo cuando se busca en la neurosis un medio para entender su génesis. Arthur Schopenhauer ha escrito que no hay circunstancia de nuestra vida que no sea voluntaria; en la neurosis, como en otras desdichas, podemos ver un artificio del individuo para lograr un fin. La neurosis de Poe le habría servido para renovar el cuento fantástico, para multiplicar las formas literarias del horror. También cabría decir que Poe sacrificó la vida a la obra, el destino mortal al destino póstumo.

Nuestro siglo es más desventurado que el XIX; a ese triste privilegio se debe que los infiernos elaborados ulteriormente (por Henry James, por Kafka) sean más complejos y más íntimos que el de Poe. La muerte y la locura fueron los símbolos de que éste se valió para comunicar su horror de la vida; en sus libros tuvo que simular que vivir es hermoso y que lo atroz es la destrucción de la vida, por obra de la muerte y de la locura. Tales símbolos atenúan su sentimiento; para el pobre Poe el mero hecho de existir era atroz. Acusado de imitar la literatura alemana, pudo responder con verdad: El terror no es de Alemania, es del alma. Harto más firme y duradera que las poesías de Poe es la figura de Poe como poeta, legada a la imaginación de los hombres. (Lo mismo ocurre con Lord Byron, tal vez con Goethe). Algún verso inmemorable - Was it not Fate, that, on this July midnight - honra y acaso justifica sus páginas, lo demás es mera trivialidad, sensiblería, mal gusto, débiles remedos de Thomas Moore. Aldous Huxley se ha distraído vertiendo al singular dialecto de Poe alguna estrofa sentenciosa de Milton; el resultado es lamentable, sin bien cabría objetar que un párrafo de El escarabajo de oro o de Berenice, traducido a la inextricable prosa del Tetrachordon, lo sería aún más. Nuestra imagen de Poe, la de un artífice que premedita y ejecuta su obra con lenta lucidez, al margen del favor popular, procede menos de las piezas de Poe que de la doctrina que enuncia en el ensayo The philosophy of composition. De esa doctrina, no de Dreamland o de Israfel, se derivan Mallarmé y Paul Valéry. Poe se creía poeta, sólo poeta, pero las circunstancias lo llevaron a escribir cuentos, y esos cuentos a cuya escritura se resignó y que debió encarar como tareas ocasionales, son su inmortalidad. En algunos (La verdad sobre el caso del señor Valdemar, Un descenso al Maelström) brilla la invención circunstancial; otros (Ligeia, La máscara de la Muerte Roja, Eleonora) prescinden de ella con soberbia y con inexplicable eficacia. De otros (Los crímenes de la Rue Morgue, La carta robada) procede el caudaloso género policial que hoy fatiga las prensas y que no morirá del todo, porque también lo ilustran Wilkie Collins y Stevenson y Chesterton. Detrás de todos, animándolos, dándoles fantástica vida, están la angustia y el terror de Edgar Allan Poe. Espejo de las arduas escuelas que ejercen el arte solitario y que no quieren ser voz de los muchos, padre de Baudelaire, que engendró a Mallarmé, que engendró a Valery, Poe indisolublemente pertenece a la historia de las letras occidentales, que no se comprende sin él. También, y esto es más importante y más íntimo, pertenece a lo intemporal y a lo eterno, por algún verso y por muchas páginas incomparables. De éstas yo destacaría las últimas del Relato de Arthur Gordon Pym de Nantucket, que es una sistemática pesadilla cuyo tema secreto es el color blanco.

Shakespeare ha escrito que son dulces los empleos de la adversidad; sin la neurosis, el alcohol, la pobreza, la soledad irreparable, no existiría la obra de Poe. Esto creó un mundo imaginario para eludir un mundo real; el mundo que soñó perdurará, el otro es casi un sueño.

Inaugurada por Baudelaire, y no desdeñada por Shaw, hay la costumbre pérfida de admirar a Poe contra los Estados Unidos, de juzgar al poeta como un ángel extraviado, para su mal, en ese frío y ávido infierno. La verdad es que Poe hubiera padecido en cualquier país. Nadie, por lo demás, admira a Baudelaire contra Francia o a Coleridge contra Inglaterra.


Fuente : La Máquina del Tiempo


Imperdible anécdota de China Zorrilla con Jorge Luis Borges.

Borges y Cervantes, don Quijote y Alonso Quijano

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Por Carlos Orlando Nállim *

En el prólogo de El oro de los tigres, se lee, entre otras cosas interesantes, que «para un verdadero poeta, cada momento de la vida, cada hecho, debería ser poético, ya que profundamente lo es. Que yo sepa, nadie ha alcanzado hasta hoy esa alta vigilia». Termina el breve cuan sustancioso prólogo con estas palabras:

    En cuanto a las influencias que se advertirán en este volumen... En primer término, los escritores que prefiero —he nombrado ya a Robert Browning—; luego, los que he leído y repito; luego, los que nunca he leído pero que están en mí. Un idioma es una tradición, un modo de sentir la realidad, no un arbitrario repertorio de símbolos.1

Bien se sabe la permanente admiración de Borges por Cervantes: desde que en la niñez leyó el Quijote hasta su muerte. Su cervantismo no se fundaba en la curiosidad por saber si su lengua se adecuaba a ciertos cánones filológicos, consuetudinarios o científicos. Le atraía más la lengua viva y auténtica del escritor que se había propuesto contar cosas y que lo hizo con maestría. Era un poeta que supo hallar el misterio poético en las cosas simples, en los sentimientos pero sin sensiblerías, en las virtudes pero sin moralina, en el ingenio agudo pero sin ostentación. Borges, por ejemplo, no se preocupó nunca por averiguar si don Quijote respondía a tal o cual modelo vivo. Le bastaba con la obra, rico testimonio de singular hondura. Después de leer el verso y la prosa borgeanos alusivos a Cervantes, se concluye que lo consideró entre los poetas de «alta vigilia». Cualquier lector del escritor argentino puede observar su admiración ante la obra de Cervantes —en especial el Quijote— por la poesía que sugiere y de ella mana, que produce una conmovedora emoción estética y afectiva. Su cervantismo es fundamentalmente admiración por la obra del alcalaíno, que es belleza y emoción de las cosas; por su prosa, basada en imágenes extraídas de sutiles relaciones descubiertas por la imaginación; y por el lenguaje, a la vez sugestivo y musical.

En El oro de los tigres, como en tantos otros volúmenes, uno de los escritores siempre presentes es Cervantes. Porque es uno de los que prefiere, uno de los que ha leído y repite y, por fin, uno de los que están en él. El castellano, antes que una suma de autores o un catálogo de libros, «es una tradición, un modo de sentir la realidad, no un arbitrario repertorio de símbolos». Así lo dijo en 1972. Muchos años antes, con emoción exhortativa y convincente, en 1927, afirmaba lo mismo, de otra manera: «Digan el pecho y la imaginación lo que en ellos hay, que no otra astucia filológica se precisa» 2. El poema que nos sirve de punto de partida dice así:

   Sueña Alonso Quijano

    El hombre se despierta de un incierto
    sueño de alfanjes y de campo llano
    se toca la barba con la mano
    se pregunta si está herido o muerto.
    ¿No lo perseguirán los hechiceros
    que han jurado su mal bajo la luna?
    Nada. Apenas el frío. Apenas una
    dolencia de sus años postrimeros.
    El hidalgo fue un sueño de Cervantes
    y don Quijote un sueño del hidalgo.
    El doble sueño los confunde y algo
    está pasando que pasó mucho antes.
    Quijano duerme y sueña. Una batalla:
    los mares de Lepanto y la metralla.

Quizá convenga recordar que este poema vuelve a ser incluido por Borges, tres años después de El oro de los tigres, en otro libro que, con el título de La rosa profunda, publica en 1975. No creemos que se trate de un olvido o una simple reiteración. Por el contrario, nos parece que se trata más bien de una preferencia por el tema que desea destacar. Creo también que, como él lo dice en el prólogo de este segundo libro,

    ...la misión del poeta será restituir a la palabra, siquiera de un modo parcial, su primitiva y ahora oculta virtud. Dos deberes tendría todo verso: comunicar un hecho preciso y tocarnos físicamente, como la cercanía del mar.3

Tal es su afecto por Cervantes, por el Quijote, por «el doble sueño», que le place decirlo poéticamente y reiterarlo. Es uno de los pensamientos obsesivos de toda una vida de lector y escritor, expresado y repetido en numerosas ocasiones, que ha hallado el verso conveniente que nos informa de un hecho conmovedor y preciso y que nos toca con su invisible mano o profundo destello. Se trata de la palabra poética reveladora que el poeta, consciente del hecho, ama y reitera.

El fin está cercano, o por la tristeza ocasionada por la derrota sufrida en manos del Caballero de la Blanca Luna o por singular disposición del cielo. Enfermó don Quijote gravemente. El diagnóstico fue tomado serenamente por el protagonista y llorosamente por los circunstantes. De todos modos, este ir terminando el camino de la vida parecía natural. Menos natural y hasta asombroso pareció el despertar sano o, lo que es lo mismo, cuerdo tras su sueño de muchas horas. La confesión que le hace a la sobrina es, más que cuerda, sabia:

    Las misericordias —respondió don Quijote—, sobrina, son las que en este instante ha usado Dios conmigo, a quien, como dije, no las impiden mis pecados. Yo tengo juicio ya, libre y claro, sin las sombras caliginosas de la ignorancia, que sobre él me pusieron mi amarga y continua leyenda de los detestables libros de las caballerías. Ya conozco sus disparates y sus embelecos, y no me pesa sino que este desengaño ha llegado tan tarde, que no me deja tiempo para hacer alguna recompensa, leyendo otros que sean luz del alma. Yo me siento, sobrina, a punto de muerte; querría hacerla de tal modo, que diese a entender que no había sido mi vida tan mala, que dejase renombre de loco; que puesto que lo he sido, no querría confirmar esta verdad en mi muerte. 4

Es el protagonista que se reconoce cuerdo tras sus locuras, que culpa a sus abundantes lecturas de libros de caballerías de su lamentable condición pasada, el que, por fin y bondad de Dios, ha recobrado su juicio respecto de la tenebrosa ignorancia. Quisiera pagar sus pecados con nuevas lecturas pero ahora de libros píos y edificantes. En el momento final quiere obrar juiciosamente para hacer olvidar su pasado de mentecato. El momento de la muerte es cosa seria. Es el nuevo amanecer de don Alonso Quijano el Bueno, la resurrección, si se quiere, de aquel personaje del primer capítulo de la Primera Parte, que aparece para enloquecer muy luego y de quien el autor dice, socarronamente, no saber muy bien su nombre: ¿Quijada, Quesada o Quejana?

El caballero, en la Primera Parte, muere fiel a su locura, sin renunciar a su vida aventurera. Del preciso momento de su muerte nada sabemos, simplemente nos encontramos con unos epitafios y elogios de los académicos de Argamasilla. Recordemos que en el famoso escrutinio de la librería, Cervantes, a través del cura y con indisimulada sorna, refiriéndose a Tirante el Blanco —al que llama «el mejor libro del mundo»—afirma: «Aquícomen los caballeros, y duermen y mueren en sus camas, y hacen testamento antes de su muerte...» (I, 6)5 . El autor cuidó mucho que don Quijote no le imitara para así morir en su ley. Mientras que en la Segunda Parte, don Quijote muere en su cama, llama al cura y al escribano, es decir, recibe los sacramentos y testa; y vitupera «todas las historias profanas del andante caballería». Dice «profanas». Lo profano no merece la reverencia debida a las cosas sagradas, es sinónimo de libertino y hasta de deshonesto e ignorante, sin autoridad en una materia dada.

En otra ocasión, Borges recuerda un romance de Quevedo «en el cual se menciona al Quijote» 6 ; «documento de la triste incomprensión del Quijote en su propio siglo» acota Raimundo Lida. Pues bien, este romance, «Testamento de don Quijote», termina así:

    En esto la Extremaunción
    asomó ya por la puerta;
    pero él, que vio al sacerdote
    con sobrepelliz y vela,
    dijo que era el sabio propio
    del encanto de Niquea;
    y levantó el buen hidalgo
    por hablarle la cabeza.
    Mas, viendo que ya le faltan
    juicio, vida, vista y lengua,
    el escribano se fue
    y el cura se salió afuera.7

El hidalgo o Cervantes no fueron consecuentes. De haberlo sido, don Quijote bien pudo terminar sus días como lo imaginó Quevedo en su «Testamento»: loco. En este sentido coincide Quevedo con Cervantes en la Primera Parte. De ahí el acierto, la idea genial de Cervantes al término de la Segunda: el loco recupera el juicio, además se arrepiente y quiere enmendarse. Un final bello y patético, que implica un sorpresivo vuelco en la corriente narrativa que venía desarrollándose a través de todo el libro. Por eso Borges expresa que:

    Cualquier otro autor hubiera cedido a la tentación de que don Quijote muriera en su ley, combatiendo con gigantes o paladines alucinatorios, reales para él. Almafuerte ha reprochado a Cervantes la lucidez agónica de su héroe. A ello podemos contestar que la forma de la novela exige que don Quijote vuelva a la cordura, y también que este regreso a la cordura es más patético que morir loco. Es triste que Alonso Quijano vea en la hora de su muerte que su vida entera ha sido un error y un disparate. El sueño de Alonso Quijano cesa con la cordura y también el sueño general del libro, del que pronto despertaremos. Antes que cerremos el volumen y despertemos de ese sueño del arte, don Quijote se nos adelanta despertando él también y volviendo como nosotros a la mera y prosaica realidad.8

Don Quijote ha sido vencido. Acepta resignado cumplir con su promesa de no salir a la aventura por un año y hasta piensa seriamente en hacerse pastor. No obstante, la tristeza, o la melancolía como quiere el texto, lo embarga y muere. Advirtamos que primero muere don Quijote y luego Alonso Quijano el Bueno. En efecto, si leemos con atención el libro, veremos que en el último capítulo don Quijote deja su lugar a don Alonso: «Yo tengo juicio ya, libre y claro», antes sólo «sombras caliginosas de la ignorancia» en lenguaje cervantino; «el sueño de Alonso Quijano cesa con la cordura» en lengua borgeana.

En su poema, Borges evoca el momento preciso de ese inesperado y patético despertar. No se trata de despertar de un sueño de más de seis horas como nos informa el texto, sino también del fin de un sueño artístico que ha abarcado prácticamente todo el libro y del amanecer de otro personaje, Alonso Quijano, que lo hace para morir casi de inmediato. El personaje despierta de un sueño muy especial, que el poeta llama «incierto», porque es inseguro, no verdadero, tan extraordinario que se acerca a lo desconocido. Este sueño cae en el campo de lo maravilloso y de lo fantástico; por eso, quizá, en vez de decir espada o sable, se dice alfanje, vocablo que nos aleja hacia el mundo oriental tan afín a la fantasía y a la fábula. Sin embargo y de inmediato evoca el «campo llano», la recia meseta castellana, la Mancha que se nutre de trigales, viñas y olivares. El héroe adormilado reacciona como cualquier mortal tocándose la barba, preguntándose por su estado. Los hechiceros de su larga y anterior historia ya no lo persiguen ni le hacen daño. Está solo en su conciencia, ha tomado al mundo de lo consciente, ha despertado de un largo sueño que lo alejó de la realidad de «hidalgo de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor». Y ha despertado enfermo, enfermo de melancolía. Para la psiquiatría, se trata de un estado de depresión propio de la psicosis maníaco-depresiva, caracterizado por postración, abatimiento y pesimismo. Etimológicamente es la negra bilis de los griegos. Para don Alonso Quijano, es más bien esa tristeza un tanto inexplicable, vaga, profunda, producida por ese brusco despertar al mundo de la razón; pero que ha calado tan hondo que lo llevará a la muerte.

Este patetismo con que Cervantes trata los últimos, el último capítulo del Quijote, se da, en general, más en la Segunda que en la Primera Parte. Borges prefiere la Segunda Parte; esto no es novedad ya que varios cervantistas ya lo habían manifestado y muchos lectores de todos los tiempos lo hemos pensado. Con Borges podemos decir:

    En esa parte, Cervantes prescinde de esos burdos percances físicos y todo lo que ocurre es distinto. Es sentimental, es psicológico, ya no hay tantos golpes, ya no hay tantas tundas ni dudas, ya no hay cosas que eran terribles, graciosas y, al mismo tiempo, novedosas, como la aventura de los molinos. Podríamos decir también, que cuando Cervantes empezó a escribir Don Quijote, él lo conocía muy poco a Alonso Quijano. Quizá eso suceda con todo el libro. Si uno empieza a escribir un libro, uno va compenetrándose con los personajes; en este caso con el personaje Alonso Quijano o don Quijote.9

El escritor argentino subraya los diez años que separan la Segunda de la Primera Parte del libro, tanto que llega a afirmar que Cervantes en el Quijote de 1605 vio las posibilidades cómicas, en cambio, en el de 1615 vio las posibilidades patéticas. Este padecimiento moral expresado en gustos y actitudes emocionantes surca con mayor o menor profundidad todo el libro, de modo especial el de 1615 y, de alguna manera, culmina en el último capítulo. «Es indudable que en estas líneas, Cervantes sintió la muerte de don Quijote como algo propio, como algo muy triste». Ningún lector podrá desmentir esta aseveración. Hay dos vertientes a tener en cuenta: la compenetración del autor con los personajes, fundamentalmente con don Quijote y Sancho, en particular con el protagonista, y la emoción creciente, por momentos patética, que muestra el libro. La muerte de don Quijote es narrada con palabras puntuales y hasta secas: «el cual, entre compasiones y lágrimas de los que allí se hallaron, dio su espíritu, quiero decir que se murió». Borges observa el procedimiento: falta la gran frase literaria, de gran retórica digna del héroe que termina sus días; y, de inmediato, evoca las palabras de Shakespeare a la muerte de Hamlet. La emoción de Cervantes por la muerte del héroe no supera la del amigo. Por eso el final no tolera la posibilidad retórica. Cervantes primero y el lector después quedan simplemente desolados.

La batalla y la metralla de Lepanto fueron un vivo recuerdo desde que el joven veinticuatreno intervino audazmente en esa señalada ocasión. Su recuerdo y su orgullo no eran vanos ni vacía exageración. No miente ni imagina hechizos de libros de caballerías Cervantes cuando, molesto por la aparición del Quijote apócrifo y por las ofensas de su autor, reacciona reflexivamente diciendo que Lepanto es «la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros». Desde su particular punto de vista de hombre y soldado que vivió heroicamente la experiencia, era inimaginable una lid tan grandiosa, ardua y sangrienta como ésa, con toda la carga emotiva que conlleva en aquel preciso momento una victoria sobre el Islam, presidido en la ocasión por los turcos otomanos.

Esa experiencia y esa emoción destilan, por ejemplo, sus palabras de alabanza al soldado cuando en el «Discurso de las armas y las letras» dice así:

    Y si éste parece pequeño peligro, veamos si le iguala o hace ventajas el de embestirse dos galeras por las proas en mitad del mar espacioso, las cuales enclavijadas y trabadas, no le queda al soldado más espacio del que concede dos pies de tabla del espolón; y, con todo esto, viendo que tiene delante de sí tantos ministros de la muerte que le amenazan cuantos cañones de artillería se asestan de la parte contraria, que no distan de su cuerpo una lanza, y viendo que al primer descuido de los pies iría a visitar los profundos senos de Neptuno, y, con todo esto, con intrépido corazón, llevado de la honra que le incita, se pone a hacer blanco de tanta arcabucería, y procura pasar por tan estrecho paso al bajel contrario...
    (I, 38)
    .

Si nos remitimos a los documentos sobre Lepanto hallaremos también dos navíos trabados en fiera lucha que simbolizan dos adversarios, dos civilizaciones, a través de sus comandantes: Uluch Ali y don Juan de Austria. Islámicos y cristianos, frente a frente, dos poderosísimas flotas, luchando por la supremacía en el Mediterráneo y en el mundo cultural conocido de la época. La batalla empieza en torno a las galeras de los dos jefes supremos, que se hallaban reunidos por el espolón, formando una sola platea de lucha encarnizada, que muy pronto se generaliza a otras muchas naves. El golfo de Corinto, el estrecho de Lepanto, la bahía de Patras se han incendiado en lo que al principio pareció una mañana tranquila de aquel domingo 7 de octubre de 1571. El calor de la lucha refleja el ardor de muchos miles de hombres que, con la artillería primero y los arcabuces luego, terminan en la lucha cuerpo a cuerpo. La metralla de las primeras horas fue paulatinamente cediendo el lugar a las picas, espadas, alfanjes, lanzas y cuchillos. El coraje de los aliados, en su mayoría españoles, la fe en Dios fomentada por los jefes y bendecida por el mismo Papa Pío V, y el poder persuasivo y arrollador de don Juan de Austria logran convertir a esos soldados en nuevos héroes que pelean «en el santo nombre de Dios». Y entre estos héroes hay que señalar al arcabucero Miguel de Cervantes, que, aunque enfermo de cuartanas, ocupa audazmente su lugar en el esquife de «La Marquesa», hasta que en el asalto definitivo a la galera capitana enemiga dos arcabuzazos en el pecho y otro en el brazo izquierdo lo detienen. Un ambiente fantástico de leyendas caballerescas. Quijotescas aureolas figuran en las cabezas de héroes temerarios y atrayentes hasta el carisma como don Juan de Austria y Miguel de Cervantes... armadas colosales, mares de sangre, muertos y heridos por doquier... ardua victoria, milagro del Auxilium Christianorum, la nueva deprecación de la letanía lauretana... orgullo de un hombre que fue soldado, cautivo y escritor, a lo grande.

«El hidalgo fue un sueño de Cervantes / Y don Quijote un sueño del hidalgo», sí, pero también este último sueño reconoce al mismo artífice, al inmortal escritor. Alonso Quijano en el último capítulo y don Quijote a través de casi todo el extenso libro ahora se nos muere, ante el dolor de los circunstantes, del escritor y de nosotros los lectores. Pero se trata de un personaje de una larga historia, no más. No es un hombre de carne y hueso, «sino un sueño de Cervantes, un sueño que pudo haber sido inmortal»10 . Lo que sucede es que a esta altura de la historia, don Quijote ya no es una ficción, no para el escritor ni para los lectores. El primero, no es extraño, se ha apasionado por el excepcional personaje, y los lectores también. Uno y otros lo sentimos tan cerca, tan realmente hombre que nos parece lo más natural del mundo su mortalidad, debe morir.

Don Quijote no pensó en la larga fábula o ficción, que, de algún modo, debía terminar. No lo pudieron persuadir sus extrañas y hasta fantasmagóricas aventuras, tampoco los azotes, ni las desventuras, ni los «desabrimientos» que incluye el médico en su breve y terminante diagnóstico —hoy diríamos «sinsabores» sin más. Entonces, Cervantes, tras la derrota ante el Caballero de los Espejos, en las playas barcelonesas, lo vuelve a su aldea manchega y a su casa, e imagina un milagro verosímil, si lo hay, para los lectores y las creencias populares de aquel tiempo, recobrar el juicio para luego morir:

    ...y una de las señales por donde conjeturaron se moría fue el haber vuelto con tanta facilidad de loco a cuerdo; porque a las ya dichas razones añadió otras muchas tan bien dichas, tan cristianas y con tanto concierto, que del todo les vino a quitar la duda, y a creer que estaba cuerdo.11

Pero más original aún se mostró Cervantes, quien, narrador sagaz, imagina aquel largo sueño en que cae el caballero enfermo, don Quijote, para despertar convertido en Alonso Quijano el Bueno. De loco a cuerdo, sueño mediante: de don Quijote, mentecato o poco más o menos, a Alonso Quijano, prudente hidalgo. El sueño misterioso e inexplicable ha hecho el señalado milagro.

De acuerdo: «El hidalgo fue un sueño de Cervantes / Y don Quijote un sueño del hidalgo. / El doble sueño los confunde y algo»... Quizá la explicación profunda y obvia la haya dado un docto amigo mío, que concluye un trabajo iluminador sobre un recurso cervantino, afirmando que «el principal personaje de la novela no tiene que serlo el protagonista, sino que puede serlo el narrador, como lo es aquí»12 . Me atrevo a afirmar que Borges estaría de acuerdo. Cervantes, don Quijote, Alonso Quijano el Bueno: sueño y literatura. Ab ore ad aurem.



Notas

    (1) Jorge Luis Borges, El oro de los tigres [1972], Obras completas, Buenos Aires, Emecé, 1974, pág. 1081. volver
    (2) Jorge Luis Borges, El idioma de los argentinos, Buenos Aires, Peña del Giudice Editores, 1952, pág. 33. volver
    (3) Jorge Luis Borges, La rosa profunda [1975], Obras completas, Buenos Aires, Emecé, 1989, II, pág. 77. volver
    (4) Miguel de Cervantes Saavedra, Don Quijote de la Mancha, edición, estudio y notas de Juan Bautista Avalle-Arce, Madrid, Ed. Alhambra, 1979, 11, Cap. 74. Citaremos por esta edición. volver
    (5) Creemos que el elogio del libro es sincero, no así esto de dormir y morir los caballeros en sus camas, por ejemplo. Hago la aclaración porque, leído el párrafo entero donde se inserta tal aseveración, el sentido no aparece claro a primera vista y se ha llegado a opinar reiteradamente sobre la oscuridad del pasaje. volver
    (6) Vid. «La pasión literaria», en Diálogos, volumen editado por María Esther Vázquez, Buenos Aires, 1978, págs. 429-447 [Este diálogo se publicó primeramente en La Nación, Buenos Aires, 13 de febrero de 1977]. volver
    (7) Francisco de Quevedo, «Testamento de don Quijote», en Poemas satíricos y burlescos, Obras completas, edición, introducción, bibliografía y notas de José Manuel Blecua, Barcelona, Planeta, 1963, I, págs. 933-936. volver
    (8) Jorge Luis Borges, «Análisis del último capítulo del Quijote», en Revista de la Universidad de Buenos Aires, 5.ª época, año I, N.º 1, Buenos Aires, enero-marzo 1956, págs. 31. volver
    (9) Vid. Roberto Alifano, Conversando con Borges, Suplemento de la Revista Siete Días, n.º 748, Buenos Aires, 1981, pág. 20. volver
    (10) Jorge Luis Borges, op. cit., pág. 29. volver
    (11) Hemos dicho que la opinión popular suponía que los locos recobraban el juicio para luego morir. Borges, por su parte, precisa que «una superstición escocesa quiere que los hombres cuerdos que están cerca de la muerte se vuelvan un poco locos y adquieran virtudes proféticas. Aquí, inversamente, la cercanía de la muerte devuelve la razón a un loco». Vid. op. cit., p. 33. volver
    (12) Juan Bautista Avalle-Arce, «Cervantes y el narrador infidente», en Arcadia, Estudios y textos dedicados a Francisco López Estrada, Dicenda, Cuadernos de Filología Hispánica, Universidad Complutense de Madrid, n.º 7, 1988, pág. 172. volver

    (*) En Cervantes en las letras argentinas, cap. III, Buenos Aires, 1998, págs. 65-81 [antes en Nueva Revista de Filología Hispánica, tomo XL/2, 1992

Fuente : Instituto Cervantes

The Porteño Urban Mythology of Jorge Luis Borges by Dr Faye Bendrups

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Australian National Centre for Latin American Studies (ANCLAS - ANU)

2016 is the 30th anniversary of the death of J L Borges, arguably Argentina’s greatest writer and universally acclaimed as one of the most influential literary figures of the 20th century.

This public lecture will celebrate Borges’ passion for popular culture and everyday life; his intimate portraits of Buenos Aires neighbourhood streets, city outskirts, tango, truco, criollo culture and compadritos. Borges was endlessly fascinated with Buenos Aires and conjured up an urban landscape populated with colourful characters; pimps, hooligans and gangsters. He describes adobe walls and knives, gauchos, card games and resentment.

Through a unique personal vernacular and creation of evocative urban mythology, Borges shaped Buenos Aires and Buenos Aires shaped him. Lost in the “voluntary dream called artistic creation”, he understood how he could be both local and universal at the same time.

Faye Bendrups is an academic, composer and performance-maker. She has been a guest lecturer at the University of London, the University of Barcelona, and first Australian recipient of the Paul Sacher Stiftung Award at the University of Basel. She has written over 25 major theatre works including the verbatim operas Sindromtango: una ópera grotesca and Service Station: Straying the Australian Landscape. Her original works have been commissioned by the MTC, QTC, Playbox Theatre, Drama Project Trust, fortyfivedownstairs, and others.

Fuente : You Tube

Borges and Post-pop Populism

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Beatriz Sarlo is a scholar of Latin American literature and culture and one of the most important Argentine literary and cultural critics of the last 40 years. Her Una’s Lecture examines populism in relation to Borges’ work, to the paintings of the distinguished artist Daniel Santoro, and to its most recent avatar, found in post-pop political populism.

Fuente : You Tube

Borges, filósofo y matemático

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Juan Carlos del Río

Borges intenta con el uso de las paradojas demostrar que el mundo no puede explicarse adecuadamente usando exclusivamente la lógica y la razón, pues las consecuencias ultérrimas de esto nos llevan al absurdo.

La mayoría de las paradojas utilizadas por Borges tratan acerca del tiempo y la intemporalidad, lo finito y lo infinito, la continuidad y la discontinuidad, la unidad y la multiplicidad. Borges utiliza frecuentemente la segunda paradoja de Zenón, a la que dedica incluso dos ensayos: La perpetua carrera de Aquiles y la tortuga y Los avatares de la tortuga, ambos incluidos en el libro Discusión. Recordemos la paradoja: siempre que la tortuga comience la carrera con ventaja por delante de Aquiles, cuando éste recorra la distancia que les separa, la tortuga habrá avanzado una décima parte más; cuando Aquiles recorra esta décima parte, la tortuga habrá recorrido otra décima parte de la misma: independientemente de la distancia que recorra Aquiles, la tortuga siempre estará una décima parte de su anterior ventaja por delante. La paradoja resulta de tratar de convertir el continuo en una serie infinita de magnitudes decrecientes.

Inspirado en Platón, que veía en el tiempo una imagen móvil de la eternidad y en Plotino, que afirmaba que para indagar y definir la naturaleza del tiempo es indispensable conocer primero la eternidad, Borges cree poder ver en la matemática moderna una buena aproximación al infinito.

Otra de las paradojas que gustaban a Borges es la de Russell (el conjunto de los conjuntos que no se contienen a sí mismos sí está contenido en sí mismo), que no es sino la extensión de la célebre paradoja del mentiroso: si digo "soy un mentiroso" y efectivamente lo soy, entonces estoy diciendo la verdad, por lo que no soy un mentiroso. Fue el matemático Gödel, también estudiado por Borges, quien demostró que cualquier sistema formal que contenga una teoría de números tiene al menos un estamento indecible. Aunque nosotros sepamos que el estamento es cierto, el sistema no puede probarlo. Esto es importante, porque indica que la verdad matemática es algo más que lógica y computación, haciendo añicos las ingenuas expectativas de que el pensamiento humano pueda llegar a ser reducido a algoritmos. Los algoritmos son procesos matemáticos paso por paso para resolver problemas, que pueden ser reproducibles, y que son la base del funcionamiento de las computadoras. Por lo tanto, nuestro pensamiento no puede ser estrictamente un proceso mecánico reproducido por un ordenador.


Borges pretende sorprender al lector, intranquilizándole, mostrándole hechos que no por cotidianos dejan de ser incomprensibles para nosotros, o como diría Gödel, indemostrables. Borges nos hace pensar, recordándonos a ese "partero de las ideas", como se hacía llamar Sócrates. Utiliza las matemáticas para sumirnos en el desconcierto, obligándonos a una acción que no pueden hacer las computadoras: pensar. Uno de sus argumentos preferidos para estimular el pensamiento es el concepto de infinito.

EL INFINITO

Borges quiebra uno de los fundamentos de lo real, su certeza de finitud, para precipitarnos en la imposibilidad de representación del infinito. De este modo, por ejemplo, en Tlön, Uqbar, Orbis Tertius las repeticiones se hacen infinitas hasta su irrupción en lo real. En Las ruinas circulares, un hombre es soñado por otro hombre que a su vez lo será por otro, y éste por otro, y así hasta el infinito, como infinitamente divisible será el espacio que impedirá que Aquiles alcance a la tortuga. En los versos de uno de los sonetos sobre el ajedrez se dibuja esta duplicación al infinito: "Dios mueve al jugador, y éste, la pieza / ¿Qué dios detrás de Dios la trama empieza / de polvo y tiempo y sueño y agonías?". En La Escritura del Dios teje el mundo de los sueños con el de la vigilia en una infinita urdimbre: "Un día y una noche —entre mis días y mis noches, ¿qué diferencia cabe?— soñé que en el piso de la cárcel había un grano de arena. Volví a dormir, indiferente; soñé que despertaba y que había dos granos de arena. Volví a dormir; soñé que los granos de arena eran tres. Fueron, así, multiplicándose hasta colmar la cárcel y yo moría bajo ese hemisferio de arena. Comprendí que estaba soñando; con un vasto esfuerzo me desperté. El despertar fue inútil; la innumerable arena me sofocaba. Alguien me dijo: No has despertado a la vigilia, sino a un sueño anterior. Ese sueño está dentro de otro, y así hasta lo infinito, que es el número de los granos de arena. El camino que habrá de desandar es interminable y morirás antes de haber despertado realmente".

Borges utiliza las teorías de los matemáticos Cantor y Gödel en su exposición del concepto del infinito. Al contrario que la tradicional idea del infinito como un número inimaginablemente grande, Georg Cantor introdujo al final del siglo XIX los números transfinitos, representados por el número que denominó aleph. Cantor redefinió el concepto de conjunto infinito como aquel que permite establecer una correspondencia biunívoca con una parte de sí mismo. He ahí la paradoja, o lo ininteligible del concepto de infinito que tanto fascina a Borges: la cantidad de números pares es la misma que la de los números pares e impares juntos.

También coincidió Borges con Kafka en tomar el infinito como leitmotiv de sus relatos. En La construcción de la muralla china de Kafka aparece la idea de infinito y la multiplicidad. Hay un emperador infinitamente remoto en el tiempo y en el espacio que ordena que infinitas generaciones construyan una muralla infinita que circunscriba su imperio infinito. Borges nos acerca al infinito de otra manera: en El Aleph todos los puntos coinciden en uno, en El jardín de senderos que se bifurcan, todos los tiempos coinciden sin excluirse, fundando de este modo una nueva espacialidad y una nueva temporalidad. Borges dice: "Lo que llamamos azar es nuestra ignorancia de la compleja maquinaria de la causalidad. Esa compleja maquinaria incluiría en sí todo lo que el orden normal excluiría: lo falaz, el crimen, lo infinito..." Borges se diferencia de Kafka en que éste se acerca al infinito desde la atmósfera del absurdo y del horror, mientras que para el autor de El Aleph, es desde una distanciada ironía.

El infinito es una clave para la comprensión del universo. Al igual que en un conjunto de infinitos elementos, cada uno es equivalente a los restantes, nos cuenta Borges en El Zahir: "Dijo Tennyson que si pudiéramos comprender una sola flor sabríamos quiénes somos y qué es el mundo. Tal vez quiso decir que no hay hecho, por humilde que sea, que no implique la historia universal y su infinita concatenación de efectos y causas... Los cabalistas entendieron que el hombre es un microcosmos, un simbólico espejo del universo; todo, según Tennyson, lo sería"

EL LABERINTO Y LAS DIMENSIONES DEL TIEMPO

En Borges el laberinto es algo más que un símbolo, en ocasiones se convierte en verdadero eje del relato, en el elemento estructural del mismo.

Toda la obra borgiana gira en torno al laberinto. Borges afirmaba que sus pesadillas más recurrentes eran el laberinto y el espejo, dos símbolos que, en suma, se limitan a lo mismo, pues "bastan dos espejos opuestos para construir un laberinto". ¿Qué es el laberinto en Borges? A veces una imagen del universo o de la forma en que la humanidad ve el universo, una imagen de la cultura humana, un lugar para perder a los hombres, una expresión del caos, una expresión del orden, lo que no puede comprenderse, la escritura de Dios, lo inhumano, los rigores de la lógica, la razón, etc.

En La Biblioteca de Babel, Borges construye una fascinante alegoría en la que parece expresarse la condición esencial del hombre. Ésta podría ser entendida como la condición de un ser que se encuentra perdido de manera irremediable en un universo extrañamente caótico, en el que se siente tremendamente angustiado por el flujo de una temporalidad que lo envuelve y lo aniquila. La Biblioteca de Babel es un monstruoso laberinto que alude al infinito y al caos. Por sus inagotables corredores y galerías vagaría el hombre en busca de explicaciones y justificación. Encontramos numerosas referencias a la vastedad de ámbitos tanto espaciales como temporales: "yo afirmo que la Biblioteca es interminable"; "la Biblioteca existe ab aeterno"; "la Biblioteca es tan enorme que toda reducción de origen humano resulta infinitesimal"; "... la Biblioteca perdurará: iluminada, solitaria, infinita..."; "...digo que no es ilógico pensar que el mundo es infinito"; "...el dictamen clásico: la Biblioteca es una esfera cuyo centro cabal es cualquier hexágono, cuya circunferencia es inaccesible."

Pero también parece encontrarse Dios subyaciendo bajo las formas de la esfera y del círculo en que se transfiguran mágicamente tanto los hexágonos como los libros de esta biblioteca-universo, cuya presencia nos aproxima simbólicamente al sentido de lo inabarcable: "Yo afirmo que la Biblioteca es interminable. Los idealistas arguyen que las salas hexagonales son una forma necesaria del espacio absoluto, o por lo menos de nuestra intuición del espacio. Razonan que es imposible una sala triangular o pentagonal. (Los místicos pretenden que el éxtasis les revela una cámara circular con un gran libro circular de tomo continuo, que da toda la vuelta de las paredes. Ese libro cíclico es Dios)."

Esta Biblioteca de Babel, surgida a partir de la descripción matemática fundamentada en un cálculo probabilístico y en el convencimiento de que los veinticinco signos del alfabeto producen un número finito de combinaciones, desemboca en último término en una errar cíclico al interior de un terrible laberinto que consume a la especie humana y la pone al borde de su próxima extinción. "A cada uno de los muros de cada hexágono corresponden cinco anaqueles; cada anaquel encierra treinta y dos libros de formato uniforme; cada libro es de cuatrocientas diez páginas; cada página de cuarenta renglones, cada renglón, de unas ochenta letras de color negro." Concluye Borges su relato con las siguientes palabras: "Yo me atrevo a insinuar esta solución del antiguo problema: La biblioteca es ilimitada y periódica. Si un eterno viajero la atravesara en cualquier dirección, comprobaría al cabo de los siglos que los mismos volúmenes se repiten en el mismo desorden (que, repetido, sería un orden: el Orden)."

EL TIEMPO CIRCULAR (ETERNO RETORNO)

La noción de Tiempo Circular aparece repetidamente en la obra de Jorge Luis Borges. Uno de los primeros ensayos en que Borges habla del tiempo circular es La doctrina de los ciclos que se incluye en Historia de la Eternidad: "El número de todos los átomos es, aunque desmesurado, finito, y sólo capaz de un número finito de permutaciones. En un tiempo infinito, el número de permutaciones posibles debe ser alcanzado, y el universo tiene que repetirse". Así tenemos una primera noción de tiempo circular, que se basa en la repetición cíclica infinita, asociado a la imagen del eterno retorno, sin tomar esta imagen como retroceso sino como avance infinito hacia el punto de partida, recorriendo la circunferencia finita para volver al mismo punto.

Esta idea también aparece en sus cuentos: "Antes de exhumar esta carta, yo me había preguntado de qué manera un libro puede ser infinito. No conjeturé otro procedimiento que el de un volumen cíclico, circular. Un volumen cuya última página fuera idéntica a la primera, con posibilidad de continuar indefinidamente. Recordé también esa noche que está en el centro de Las mil y una noches, cuando la reina Shahrazad (por una mágica distracción del copista) se pone a referir textualmente la historia de Las mil y una noches, con riesgo de llegar a la noche en que la refiere, y así hasta el infinito". Ficciones, p. 142

En el ensayo Nueva refutación del tiempo intenta demostrar que las negaciones del idealismo pueden extenderse al tiempo. Berkeley niega la existencia de objetos independientemente de nuestra percepción de ellos. Dice Borges que si el hombre se puede reducir a una colección de sensaciones, entonces una simple repetición en la vida de un hombre es suficiente para probar que el tiempo, entendido como una sucesión, es una falacia puesto que la repetición destruye la secuencia lineal.

LAS INFINITAS DIMENSIONES DEL TIEMPO

En el símil borgiano del universo como biblioteca se esconde un concepto del continuo espacio-tiempo, a la manera de los explicados por Einstein en las Teorías Especial y General de la Relatividad, donde presenta la realidad como un sistema unificado e interconectado. De esta manera, en vez de considerar al tiempo como una serie de momentos omnipresentes, Einstein lo concebía interrelacionado con el espacio dentro de una matriz espacio-tiempo de cuatro dimensiones. Todo lo que para nosotros constituye el pasado, el presente y el futuro es un bloque homogéneo anterior a nuestro conocimiento del mismo. Sin embargo, con este modelo, un observador no puede disfrutar de la totalidad porque está atrapado por su propio cono de luz. De la misma manera, los personajes en La Biblioteca de Babel durante su vida apenas si pueden conocer una parte infinitesimal del vasto edificio geométrico.

El relato El jardín de senderos que se bifurcan es una enorme adivinanza, o parábola, cuyo tema es el tiempo: "...una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos. Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarca todas las posibilidades. No existimos en la mayoría de esos tiempos; en algunos existe usted y no yo; en otros, yo, no usted; en otros, los dos. En éste, que un favorable azar me depara, usted ha llegado a mi casa; en otro, usted, al atravesar el jardín, me ha encontrado muerto; en otro, yo digo estas mismas palabras, pero soy un error, un fantasma"(F, pág. 114-115). En este relato Borges va más allá del concepto de tiempo como una cuarta dimensión y considera el tiempo como algo atrapado en el infinito. El protagonista del relato creía en infinitas series de tiempos, las cuales abarcan todas las posibilidades. Esto implica una red infinita de tiempos paralelos, en la que sus ramificaciones a veces se topan y otras no.

Bibliografía y notaciones utilizadas

Sus obras completas se encuentran publicadas en Alianza Editorial, y para este trabajo hemos utilizado:

(D) Discusión

(EA) El Aleph

(EH) El hacedor

(F) Ficciones

(HE) Historia de la eternidad

(LA) El libro de arena

(OI) Otras Inquisiciones

En Internet existe una colección de interesantes estudios sobre el autor auspiciados por la Universidad danesa de Aarhus:



Fuente : Monografias.com  - Revista Esfinge

Jorge Luis Borges y el Big Data: el conocimiento desbordado

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A 30 años de la partida de Borges, el saber infinito del que escribió tiene donde archivarse: la materialidad digital.


 El cuarto infinito: instalación de big data en San Francisco, Estados Unidos, que simula un interminable paisaje digital en un área de 15x18 pulgadas. (Fuente: universaleverything.com)

ÓSCAR BERMEO OCAÑA

Una interminable biblioteca de galerías hexagonales enlazadas, un libro que no tiene principio ni fin, un laberinto cuyas bifurcaciones no dejan de multiplicarse. El lenguaje borgeano guarda una serie de metáforas que juegan con el conocimiento infinito, con la totalidad de saberes y la apremiante imposibilidad de acceder a todos ellos.

“Un lugar que albergue el conocimiento universal”. Era una obsesión de Borges, pero también es la idea que usa Patricio Lorente para definir Wikipedia, la organización que dirigió hasta julio pasado. El pretencioso enunciado se apoya en las crecientes estadísticas de la enciclopedia virtual: más de 40 millones de artículos y presencia en 292 idiomas.

“Contiene la mayor colección de información ordenada y sistematizada de la historia”, anota tajante. Sus palabras buscan aproximarse a lo que escribió Borges siete décadas atrás. En aquellos textos de los cuarenta del siglo pasado, varios han visto signos predictivos, rasgos que prefiguran la naturaleza de la red. “La primera vez que accedí a Wikipedia se me vino a la mente ‘La biblioteca de Babel’ por su sistema de enlaces. Uno empieza en un lugar y puede terminar en otro muy distinto”, dice Lorente, convencido del poder premonitorio del autor de Ficciones.

En los intersticios de las galerías hexagonales de Borges había la posibilidad de escabullirse y saltar a otras aún no exploradas, como aquellos hipervínculos que nos alejan de la web inicial. El número de conexiones asoma inacabable, no cuantificable. El conocimiento entonces se dispersa, sin orígenes ni finales. “El crecimiento de la información en Internet no tiene límites. Siempre habrá lagunas por completar. Se puede traer también la metáfora de ‘El libro de arena’, un cuerpo infinito donde entre dos páginas aparece siempre otra. Nunca es posible encontrar la página exacta”, resalta Lorente.


Sin embargo, quien llevó la premonición borgeana a una forma obsesivamente exacta no tiene la prensa de Wikipedia. Jonathan Basile, un filósofo estadounidense de 30 años fanático del autor argentino, dedicó seis meses a diseñar un algoritmo que permite reproducir cualquier texto imaginable en la lengua occidental. Ante la dificultad de ser recreada físicamente, el monstruoso conocimiento anunciado por Borges cobró vida en la materialidad digital. Como en el relato “La biblioteca de Babel”, que describía un lugar donde estuviesen escritas todas las combinaciones del alfabeto, al ingresar al portal www.libraryofbabel.info podremos buscar palabras en un sinfín de páginas que tienen todas las mixturas posibles de 29 signos ortográficos (el abecedario, el punto, la coma y el espacio).

Frases de canciones, novelas, nombres propios y cuentos escritos (o por escribirse) están contenidos en las búsquedas. Y no solo eso. Retribuyendo a la idea de totalidad de la obra borgeana, en la asombrosa biblioteca digital de Basile también están incluidas aquellas agrupaciones de letras que producen formaciones incoherentes, no legibles en ningún lenguaje. “Este proyecto no es algo que produjera valor en un sentido reconocible, como una empresa o una invención. No voy a ganar dinero ni a cambiar mi actividad, pero sí puede afectar el modo en el que pensamos con respecto a la esencia del lenguaje”, refirió modestamente el inventor. Dejaba en claro su única pretensión (y quizá también la que tuviese Borges): repensar y tensionar las formas conocibles del lenguaje.

En la pieza experimental de Basile es el hombre letrado quien tiene el desafío de encontrar cuerpos de letras con sentido en un mar de mensajes encriptados. En la lectura, tradicionalmente vista como algo estático, se busca identificar marcas reconocibles y racionales de una maraña de signos desiguales. Estamos atentos a matrices, repeticiones. Las narrativas lógicas aparecen a partir de cuestiones identificables conectadas entre sí.

Ante el caos, es el lector quien decide qué senderos recorrer. Una vieja máxima borgeana. En tiempos cuando no se rebatía la unidireccionalidad de los mensajes, el autor de “El aleph” ya le atribuía un rol protagónico a la lectura dentro del juego literario.

 
Se consideró un lector voraz más que un autor. Incluso ciego, no dejó de leer. A su casa llegaban entusiastas jóvenes y amigos que fungían de interlocutores de las páginas que ya no podía ver. En el prólogo de su temprana Historia universal de la infamia (1935) deja clara su posición: “Estos cuentos son el irresponsable juego de un tímido que no se animó a escribir cuentos y se distrajo en falsear y tergiversar ajenas historias”. Es decir, reescribir sobre historias leídas más que escribir. Para el investigador argentino Lisandro Bregant, en esa tergiversación está la necesidad de organizar lo encontrado. Similar a la actitud que tomamos cada vez que accedemos a Internet. “El espíritu del ordenamiento de la información aparece en la obra borgeana y se hila a partir del lector. Este es quien busca darle un orden a ese desorden universal que es la biblioteca total, el universo, la Internet”, explica.

Quien se enfrenta a este nuevo cúmulo de información adopta, inherentemente, una actitud propositiva. La mentada figura actual del “prosumidor” (un consumidor, en este caso un lector que interfiere en la producción de sentidos y contenidos) de la red reivindica al lector borgeano: un cuerpo vivo capaz de resignificar cada página.

Sumergidos en un contexto de abundancia de estímulos, hoy de ese todo tomamos y decodificamos partes que consideramos convenientes o necesarias. No resulta sencillo ese traspaso conductual. El sistema educativo, una de las primeras áreas puestas en tensión, afronta un cambio de paradigma en su metodología. “Los docentes fueron formados en otro tiempo, cuando cómo encontrar información era una habilidad requerida para desempeñarse con éxito en la sociedad. Hoy eso ha dejado de ser un problema”, anota Lorente.

La aparente accesibilidad al conocimiento posibilitada por diversos dispositivos online (computadores, celulares, tabletas, etc.) parece haber llevado el ejercicio de búsqueda a un automatismo. Encontrar sería un paso previo tácito (ya dado) y el reto se ubicaría en los actos posteriores a nuestros clics de búsquedas. “El desafío es qué hacer con esa enorme cantidad de información, cómo usarla de manera productiva, tener una mirada crítica, extraer contenidos y poder sintetizar”, sentencia el exdirectivo de Wikipedia.


En “Funes, el memorioso” Borges retrata a un hombre que de manera mecánica podía recordar cada detalle de sus días, pero que carecía de introspección y pensamiento. Su prodigioso y obsesivo memorismo, gracias al cual había acumulado un gran contingente de información, le impedía borrar diferencias, generalizar y reflexionar. “Así como Funes, Wikipedia es una colección admirable de conocimiento, pero boba. Necesita al lector para hacer estas acciones de comprensión. De algún modo, Internet nos libera del ejercicio de memorizar para dedicarnos a construir nuevos conocimientos”, dice Lorente.

¿Pero qué pasa cuando un actor organiza por nosotros los caminos a transitar? Si bien está latente la posibilidad de montar rutas de navegación propias, resulta muy tentador dejarse seducir por las señales iniciales, por lo exhibido en ese primer pantallazo que sugiere el buscador de buscadores, Google. Cada segundo, un promedio de 40.000 personas recurren a su motor de búsqueda para despejar inquietudes. El ordenamiento de Google responde a un criterio sencillo: índice de popularidad. Así, las páginas más citadas y consultadas aparecerán instantáneamente ante nuestros ojos, como los primeros invitados a la fiesta. La lógica de privilegiar los sitios populares esconde un juego sagaz: fomenta un círculo vicioso que se retroalimenta continuamente en cada búsqueda.

Bajo esas reglas, Wikipedia sale bien parada. Actualmente, con 500 millones de visitantes únicos mensuales es uno de los cinco sitios web más consultados del mundo. “Hay un sesgo intrínseco en los sistemas de búsqueda. El algoritmo de Google favoreció a Wikipedia en desmedro de otros”, admite Lorente.

En nombre de la comodidad y practicidad, cada usuario que detiene la resolución de sus dudas en Wikipedia va legitimando el discurso. Nuestros ojos se van acostumbrando a quedarse en la parte superior de esa infinita sábana de datos que es la Internet. Nuestros tiempos exigen salidas rápidas y accesibles, que prescindan de contrastes o comprobaciones. Entonces, las primeras voces van tornándose las oficiales.

La Fundación Wikimedia, institución que administra Wikipedia, busca compensar ese sesgo con una mejor calidad de contenidos. La naturaleza colaborativa en la construcción de los textos intenta elevar los estándares de las publicaciones. Para Lorente, los cuestionamientos respecto al contenido de Wikipedia son una discusión casi superada. “No existe la pretensión ingenua de que exista neutralidad, pero sí diversidad. Los artículos de mayor calidad son los que tienen más puntos de vista y enfrentados entre sí. La colección es producto de ese equilibrio inestable, de producción permanente”, refiere.

La escritura colectiva no solo es aludida como garantía de calidad. También es la base del concepto de hipertextualidad planteado en la obra de Borges. “Establecía un cuerpo de texto donde no hay firma, donde hay un solo autor que es anónimo y atemporal. Una prefiguración de lo que hoy es Wikipedia. Borges dice que la humanidad se puede encontrar en un libro total donde el autor sea la misma humanidad”, acota Lisandro Bregant.

Diversas miradas se han posado este año, con especial interés, sobre la obra de Jorge Luis Borges. A tres décadas de su partida, sus textos continúan cobrando nuevos sentidos. “Cada uno toma como rehén a Borges para sacarle lo que quiere”, dice Bregant con una mueca, acaso sintiéndose responsable de una apropiación casi ilícita. Como parte de ese cosmos textual, a la producción del inmenso autor argentino también le toca ser sometida a sesudas interpretaciones y antojadizos desvíos. Son las reglas de un juego que él mismo promovió.

Datos a mansalva

En un terreno menos evidente para alusiones borgeanas, podemos decir que las nociones de información y conocimiento hoy exceden las consultas enciclopédicas en la World Wide Web. Inmersos en una contemporaneidad en que nuestra sociabilidad la definen las características de nuestros dispositivos técnicos, la producción de contenido se torna incesante en cualquier momento y lugar. A través de correos electrónicos, mensajes de texto, llamadas telefónicas, mensajería móvil y posteos en redes sociales engrosamos continuamente el volumen de información cuya sistematización llamamos big data. (Hablando de hipervínculos, revisar el artículo sobre el tema que publicamos en este suplemento en julio pasado).

La cantidad de mensajes emitidos en estos espacios de socialización va en vertiginoso crecimiento, pero no son los únicos que aportan documentación. El universo de datos masivos incorpora también transacciones bancarias, capturas de videovigilancia, controladores de salud, mapas de calor, sensores GPS, escáneres de huellas digitales, entre otras acciones máquina-máquina (M2M). Es decir, cualquier acción que suponga registro puede ser procesada. En cada movimiento hay rastros y dentro de ellos información.

Según un estudio de la corporación Cisco, el tráfico mundial de datos IP en el 2015 alcanzó los 72,5 exabytes mensuales (1 exabyte es equivalente a 1.024 terabytes). El 47% de esa información provino de dispositivos distintos a las PC (smartphones, televisores, tabletas, módulos M2M), lo que marca una tendencia creciente en la portabilidad.

Además del uso científico y militar, el sector comercial ha hecho énfasis en la sistematización y análisis de estos datos masivos para aproximarse al público con campañas publicitarias más personalizadas, que les permitan reducir el margen de error. La identificación de patrones de comportamiento y la predictividad de acciones es lo que nos toca enfrentar como ciudadanos consumidores. “Lo que se manifiesta a través del procesamiento de datos es la pesadilla orwelliana de saber en qué momento y lugar está expuesta una persona para que una empresa le ponga su marca en el grado justo”, refiere Bregant.

En las reiteradas citas a lo que no conoce límites, la obra de Borges parece aproximarse a la esencia del big data: el potencial acceso a datos infinitesimales. Como el lector-creador en los textos de Borges, será la intervención estadística ejecutada por humanos la que deba hilar fino entre lo que sobra y lo que resulta útil en los datos masivos. Las matemáticas acumulan números, cifras, dígitos, pero es el hombre quien direcciona los usos. Riesgosamente, no son muchos los que pueden atribuirse esas facultades.

Para Lorente que el procesamiento de información a gran escala esté en pocas manos puede encaminarnos a la homogenización de la oferta. Estaríamos ante el riesgo de no encontrar cosas nuevas. “Los grandes actores tratan de mostrarnos lo que nos interesa. Probablemente estén equivocados. Uno quiere novedades, no repetir patrones de búsqueda. Los intentos por replicar conductas pueden hacer de la red un lugar mucho menos sorprendente, y nosotros necesitamos sorprendernos”, reflexiona.

En el laberinto borgeano hoy parecen clausurarse varias bifurcaciones. Ante la imposibilidad de experimentar todas las opciones, nos dejamos seducir por los caminos más transitados. La posibilidad de acceder a “uno de los puntos del espacio que contiene todos los puntos”, descrita en “El aleph”, presupone una unidad manejable pero al mismo tiempo inconmensurable, “un lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos”. Sin embargo, el acceso a esta construcción que condensa la totalidad de las cosas, como los puestos donde se analizan los flujos del océano de datos, tiene cláusulas de exclusividad.

El flujo de datos no cesa. La estadística corre tratando de estar a la par, flexibilizando sus dogmas y ensanchando sus bases. Las ciencias son remecidas por el discurso acaparador del big data, que amenaza medir y cuantificar todos los procesos sociales. Pareciera ya no asustar la posibilidad de que algunos agentes de datos nos conozcan más que nosotros mismos. Mientras tanto, la vida, eso que sucede mientras estamos ocupados, como decía John Lennon, prosigue. ¿En algún momento de este intercambio vertiginoso de información hay tiempo para una pausa? “La velocidad es la nueva censura”, dice el poeta portugués Gonzalo Tavares. “Pareciera que hay una velocidad única, ¿qué espacios por fuera podemos crear?”, también se pregunta Bregant. Volver a generar velocidades propias, que hablen de una tipología de vínculo distinta al del intercambio de datos móviles, parece mucho pedir. La ruta a las raíces asoma cada vez más brumosa y la ventisca nos empuja a avanzar por un mismo sendero.

Fuente : El Comercio – El Dominical  - Lima Perú

Shakespeare y las unidades

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Por Jorge Luis Borges

Este articulo apareció En la revista "Cuadernos Hispanoamericanos" Agosto de 1964.
Nunca fue publicado en libro.

Más allá de las virtudes intrínsecas de la obra, que son, o nos parecen, indubitables, la gloria del Shakespeare cuyo cuarto centenario celebran hoy el Oriente y el Occidente se debe, en buena parte, a la vasta libertad de su espíritu o, para decirlo con más rigor, a su venturosa y acaso no deliberada infracción de las tres unidades aristotélicas. En el continente, Voltaire y Lessing lo descubrieron; la escuela romántica, que surgió en el siglo XVIII en Inglaterra y Alemania y luego en las naciones latinas, acabó de canonizarlo.

No es casual que Coleridge aplicara a su examen y exaltación el vocabulario que Spinoza aplicó a su infinita divinidad, ni que Hugo, desde la isla de su destierro, le consagrara un libro casi idolátrico. Las ulteriores diatribas de Bernard Shaw que, a favor de Ibsen, se arrogaría luego el papel de abogado del Diablo, no han comprometido esa gloria, hoy aceptada y venerada de todos. Shaw, por lo demás, no dejó nunca de exaltar la wordmusic, la música verbal, de aquel hombre cuyas ideas, muchas veces, juzgó triviales. Consideremos el debatido tema famoso de las unidades dramáticas. Los tratadistas exigían una sola acción, un solo lugar y, para mayor verosimilitud, el plazo máximo de un día y su noche. Boileau, representante oficial del bon sens francais, había declarado lo absurdo de que el espectador se creyera durante el primer acto en Atenas y durante el segundo en Egipto; Johnson, con mejor buen sentido, replicó que los espectadores no estaban locos y no se creían en Atenas o en Egipto sino en el teatro. (En Leipzig, Juan Cristóbal Gottsched pudo estampar que la acción de una pieza no debe pasar de doce horas, y ésas del día, "porque de noche hay que dormir".) Ahondemos en el tema de la polémica. Coleridge, refiriéndose a nuestra fe en la verdad del drama o de la novela, certeramente habló de una "voluntaria suspensión de la duda"; Shakespeare parece haber intuido mejor que nadie la ambigüedad o ambivalencia de la ficción del arte. De ahí que en su obra abunden los anacronismos y anatropismos. Las brujas o parcas de Macbeth están en Escocia, a mediados del siglo XI, pero también en la Inglaterra de principios del siglo XVII, ya que una de ellas hablaba del Tyger, velero que acababa de zarpar del puerto de Londres; los sepultureros daneses de Hamlet, que ocurre en tiempo de los Vikings, sacian su sed en una taberna que se halla a la vuelta del teatro. Tales ejemplos, que sería harto fácil multiplicar, prueban o tienden a probar que Shakespeare sentía que el hecho estético es momentáneo y no está en las letras de un libro sino en el comercio del libro con el lector o del espectador con la escena.

El empresario William Shakespeare sabía que el arte dramático, y acaso cualquier arte, es un juego, una suerte de make-believe, y no hubiera entendido las ansiedades arqueológicas de Flaubert. Con inocencia y distracción escribió las obras maestras; las escribió, o dejó que su mano las escribiera, bajo el influjo de ese oscuro poder que Schopenhauer llamó la voluntad, y las antiguas mitologías la musa o el Espíritu Santo, y la de nuestros días la subconsciencia

Fuente : La Máquina del Tiempo

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La Cábala en la Visión Teórica de Borges

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Marcin Kazmierczak
Universitat Abat Oliba CEU

Caminos de la «iniciación».

A pesar de una evaluación negativa de Gershom Scholem [1] , considerado por Borges la más alta autoridad en cuanto a los conocimientos de la cábala, y que al mismo tiempo, explica a Borges durante sus viajes a Israel las complicaciones del universo cabalístico, M. R. Barnatán, al igual que varios otros críticos, emprende la tarea de buscar las huellas del pensamiento cabalístico en la escritura de Borges. El crítico considera conveniente recordar el punto de partida, un artículo publicado por Borges en una revista ilustrada argentina en 1931 titulado Una vindicación de la cábala [2] . A lo largo de este artículo, el autor argentino recuerda a Bacon, John Donne, Gibbon o Tennyson, pero sin apoyarse en ninguno de los tres libros cabalistas fundamentales: el Sefer Bahir, Sefer Yetsira y Sefer ha Zohar. Esta falta de puntos de referencia más sólidos parece corroborar la posición de G. Scholem, según la cual, la aproximación borgiana a la cábala carece de profundidad alguna. Sin embargo, M. R. Barnatán intenta efectuar una defensa del autor argentino alegando los derechos y el carácter específico de una aproximación sobre todo literaria y mucho menos científica. [3]

Es un hecho indiscutible, puesto que el mismo Borges lo admite expresamente [4] , que su primero y, quizá, más importante contacto con las ideas de la cábala tuvo lugar ya en Ginebra cuando a la edad de diecisiete años leyó por primera vez la recién escrita (1915) novela de Gustav Meyrink: Der Golem. Sin embargo, en las líneas siguientes del mismo artículo de M. R. Barnatán, el crítico cita una confesión de Borges que indica todavía otras fuentes de su interés por la cábala:

Las nociones de Cábala me llegaron, en primer término, por la versión de la Divina Comedia que hizo Longfellow, en la que hay dos o tres páginas sobre la Cábala. Luego leí un libro de Trachtenberg sobre supersticiones hebreas, donde se habla del Golem -al cual yo he dedicado un poema, quizá el mejor poema que yo he escrito-. [5]

Al investigar las fuentes del interés borgiano por la cábala, hay que admitir finalmente que quien le suministra los datos más precisos acerca del tema fue el mencionado conocedor del asunto, G. Scholem. El mismo Borges lo confirma en otra entrevista periodística:

Kafka y yo compartimos el mismo fervor por Swenderborg, y por William Blake, y sobre todo por la cábala. Kafka, que no conocía el hebreo a la perfección, estudió la cábala en traducciones. Y fue el profesor Scholem en Jerusalén, quien me ayudó a comprenderla mejor. Él me explicó cosas que sin duda son elementales pero que yo no comprendía durante mi solitaria tentativa de descifrarla. [6]

La visión sefirótica de la literatura y la cuestión de la paternidad literaria.

Uno de los conceptos cabalísticos que sirvieron a Borges como modelo para su propia aproximación es la visión que tiene la cábala de la paternidad literaria. Según afirma G. Scholem no conocemos ni siquiera los nombres de los autores de una mayoría aplastante de los libros cabalísticos. En cambio, los que conocemos, en la mayoría de los casos, no pasan de ser tan sólo los nombres no acompañados siquiera de nota biográfica alguna. Esta actitud anónima de los cabalistas hacia la cuestión de la paternidad literaria fue la fuente de la inspiración para un recurso que también se puede encontrar en una serie de escritos de Borges, a saber, la pseudoepigrafía. Según sostiene M. Satz en su prólogo a la edición castellana de Sefer ha-Bahir «La utilización de nombres apócrifos, la atribución de afiladas sentencias a viejos maestros es un recurso tradicional no sólo en el ámbito hebreo: a Plinio o Lucrecio los siglos les fueron agregando libros con los que jamás soñaron» [7] . Pero, aunque el uso de este recurso no fuera un dominio exclusivamente cabalístico, no cabe duda de que en la escritura cabalística se convierte en un elemento clásico y común casi en la totalidad de los escritos. Sin embargo, el ejemplo más espléndido es, sin duda, el mismo Zohar. En la introducción de El Zohar C. Giol escribe: «Generalmente [El Zohar] es atribuido a Rabbi Mošé Šem Tov de León, cabalista del siglo XIII que vivió los últimos años de su vida en Ávila y que murió en 1305. Él mismo afirma en el Zohar que copió sus enseñanzas de Rabbi Simón ben Yohay. Por otra parte, tras la muerte de Rabbi Mošé, su viuda y su hija afirman que no hubo tal manuscrito y que la obra se debe enteramente a él» [8] . Al analizar la actitud de los cabalistas hacia la cuestión de la paternidad literaria, aparte del recurso de la pseudoepigrafía, hay que mencionar también la afición de los místicos judíos a citar obras apócrifas que nunca existieron o que no existieron sino en la imaginación (quizá como un proyecto literario) de los mismos escritores. J. Alazraki, que participó en el curso del mismo profesor Scholem en la Universidad de Jerusalén sobre el misticismo judío, escribe en su ensayo Borges and the Kabbalah: «The whole Zohar is full of bogus references to imaginary writings which have caused even serious students to postulate the existence of lost sources» [9] . También a Borges le llamó la atención este recurso, hecho sobre el cual testimonian muchos escritos suyos. 

La confusión a la que llevó a sus lectores Moisés de León a través de sus referencias ficticias [10] ha tenido su efecto equivalente en el caso de los lectores de Borges. Recordemos algunos ejemplos de la pseudoepigrafía presentes en Borges. Uno de los más evidentes aparece en Tres versiones de Judas, donde Borges atribuye la controvertida idea de la fusión de las figuras del mesías y del traidor Judas a Nils Runeberg, que hubiera expuesto sus intuiciones audaces en su libro Kristus och Judas y en su obra mayor Den hemilge Fräslaren. Otro ejemplo mencionado ya anteriormente en este trabajo son los libros del ficticio Herbert Quain: The God of the Labyrinth, April March, The Secret Mirror, Statements. No se puede olvidar tampoco el Volumen XI de First Ecyclopedia of Tlön, que no sólo suministra al autor una referencia apócrifa que justifica la construcción del relato, sino también, constituye el contenido mismo del relato. Si El Zohar es una transcripción de un libro antiguo del Rabi Simón ben Yohay, el relato Tlön, Uqbar, Orbis Tertius es una transcripción de aquel tomo de la Enciclopedia del Tlön. Merece la pena añadir que la eficacia de la aplicación de este recurso tal y como lo utiliza Borges, llega a equivaler a la del maestro Moisés de León. «In this respect –ironiza J. Alzraki- we cannot help recalling that some of Borges’ naive readers have also made diligent attempts to obtain «the first detective novel to be written by a native of Bombay City», Mir Bahadur Ali’s The Approach to al-Mu’tasim whose summary Borges offers in the story» [11] .

Aparte de las razones psicológicas e históricas alegadas por G. Scholem, quizá se pueda hablar también de razones doctrinales que inspiran a los cabalistas el pavor y la aversión frente a la atribución de rasgos personales a su obra, en el sentido del reconocimiento y declaración de la paternidad literaria. Se trata de la doctrina que tanta sorpresa había causado a Borges y de la cual se habló en el comienzo de este apartado, es decir, la idea del ru’ah ha kodesh, el Espíritu Santo, como el único autor de la Escritura Sagrada. Recordemos que la cábala no tiene intención alguna de crear nueva religión o literatura. Al contrario, es un método especulativo de la interpretación profunda del texto clásico, (la Biblia) de un «canon» fijo e intachable, al igual que el mundo de los arquetipos en la visión platónica. Para el cabalista La Biblia es el «arquetipo» de toda la palabra escrita y de toda la búsqueda mística. Por lo tanto, los escritos cabalísticos, como una extensión de la Biblia, también son obra, aunque de una manera indirecta, del Espíritu Santo. Recordemos que Borges llegó a plantearse, aunque con un tono inminentemente irónico, la cuestión de haber entrado en la literatura «por obra del Espíritu Santo». Esta afinidad entre la aproximación cabalística y la de Borges lleva a dos conclusiones diferentes.

Panteísmo literario.

Primero, indica la fe en la idea de un panteísmo literario, presente en diversos escritos de Borges, como por ejemplo La flor de Coleridge (OCII pp. 17-19) o Tlön, Uqbar, Orbis Tertius [12] . Segundo, revela la astucia de los cabalistas, que supieron esconder su tendencia transgresora bajo la capa de un aparente apego absoluto a la tradición. Si la autolimitación a la tradición ortodoxa fuera sincera, realmente se limitarían a manejar los verdaderos libros bíblicos y no tendrían necesidad de inventar los apócrifos, más afines a las ideas que quieren presentar y para las cuales necesitan un apoyo clásico o, más bien, pseudoclásico. Cosa parecida sucede con Borges, quien en repetidas ocasiones confiesa descreer totalmente de la novedad literaria, quien identifica la creación literaria con la lectura, y quien, por otro lado, cita las obras que no han existido nunca, que para existir han tenido que ser inventadas por él. Así pues, la tensión entre lo tradicional y lo innovador o, en otras palabras, la existencia de lo nuevo en el corazón de lo clásico sometido a una nueva lectura, constituyen otro elemento afín entre la aproximación literaria y mística de los cabalistas y de Borges. G. Scholem menciona este fenómeno al analizar varios momentos del desarrollo del pensamiento cabalístico, uno de los cuales es la doctrina de Isaac Luria, «le système le plus influent du dernier Kabbalisme, quoique le plus difficile. Presque toutes les questions importantes et les principales thèses du système de Luria sont nouvelles, on peut même dire étonnamment nouvelles ; cependant elles furent acceptées partout comme la vrai Kabbale, c’est-à-dire comme la sagesse traditionnelle. Il n’y eut personne pour y faire objection.» [13] Del mismo modo, otro autor apócrifo de Borges, Pierre Menard, aunque parte de la base del precursor (según la terminología de H. Bloom) que, para él, es el Quijote de Cervantes, llega a la conclusión de que la nueva versión (lectura-escritura) es incomparablemente más rica que la anterior. Por eso afirma Borges que las literaturas no difieren tanto por los textos sino por la manera de ser leídas. [14] 

De este modo llegamos a la conclusión de que un recurso más, importantísimo en la aproximación literaria de Borges, que es el papel eminente del lector, también, de algún modo, se asemeja a la aproximación cabalística. Recordemos que para Borges el papel del lector llega a ser predominante en comparación con el del escritor y hasta del mismo texto, puesto que es el lector quien da la última y definitiva forma al “comunicado” es decir a la obra literaria. También el cabalista, aunque parta del “eterno comunicado” escrito por el “eterno escritor” luego no vacila en emprender su propia lectura, aparentemente sometida a la tradición pero en el fondo enormemente independiente e innovadora, por no decir transgresora, como podría parecer desde las posiciones ortodoxas.

77 significados o el emanantismo literario.

La importancia fundamental de la lectura para la especulación cabalística se revela también en la actitud frente a los acontecimientos históricos descritos en la Biblia, la cual sugiere la posibilidad de una doble lectura. Cedamos la voz una vez más al verdadero experto, G. Scholem:

Les aspects historiques de la religion ont une signification pour le mystique principalement comme des symboles d’actes qu’il conçoit comme séparés du temps, ou qui se répètent constamment dans l’âme de tout homme. Ainsi l’exode d’Égypte, l’événement fondamental de notre histoire, ne peut pas, selon le mystique, s’être passé seulement une fois et en une seule place; il doit correspondre a un événement qui a lieu en nous mêmes, la fuite d’une Égypte intérieure dans laquelle nous sommes tous des esclaves. Ainsi conçu, l’exode d’Égypte cesse d’être l’objet de l’enseignement et acquiert la dignité d’une expérience réligieuse immédiate [15] .

No hace falta añadir que nos encontramos aquí con el recurso de la alegoría y que este recurso es uno de los fundamentales en la poética de los relatos de Borges. [16]

Sin embargo, la cuestión de la «lectura profunda» va todavía mucho más allá del concepto clásico de la alegoría. [17] La posibilidad de una lectura creativa en la visión cabalística no sólo no se limita a una sola interpretación alegórica obligatoria (como postulaba Dante) sino que asegura que cada versículo bíblico tiene 77 significados. Si tomamos en cuenta que para los hebreos la cifra 77 representa la infinidad, se entenderá mejor la convicción borgiana de que el factor determinante del carácter de una literatura es más bien la lectura que la escritura. Esta afirmación de Borges inspira a J. Alazraki la asociación de la visión borgiana de la literatura como la relectura de un texto panteísta, un texto-pleroma, un texto primordial, con la visión cabalística de la historia de la literatura propuesta por H. Bloom. [18] El concepto de layerdness o feuilleté del discurso literario sin duda es muy afín a la aproximación cabalística y, como es el caso de Bloom, brota directamente de ella. De modo que la metáfora cabalística de los 77 significados contrapuesta a la visión de dos significados postulada por Dante corresponde perfectamente al modelo propuesto por Barthes de la cebolla (onion) contrapuesto a una fruta con hueso (a kind of fruit with a kernel). El descubrimiento de la presencia de este modelo de la escritura en la obra de Borges sin duda constituye otra corroboración de que su decidida apuesta por el crecimiento y, finalmente, preponderancia del papel del lector también es un recurso de algún modo cabalístico.

La cábala y la causalidad invertida.

La idea de la inversión cronológica de la causa y efecto constituye otro elemento de la visión borgiana que también se presta a un análisis cabalístico. Según afirma Mario Satz en su introducción al Sefer ha-Bahir «La característica más relevante del Libro de la Claridad es su frecuente descontextualización de los pasajes bíblicos, rasgo de uso habitual en la Kábala pues la reversibilidad del sentido es paralela a la reversibilidad misma de la Escritura. Job explica y corrobora los infortunios de Jesús, que aún no ha nacido.» [19] Este procedimiento de la inversión cronológica no se escapa a la atención de H. Bloom, que detecta su existencia particularmente explícita en la obra de Cordovero. El crítico recuerda que, en la doctrina de Cordovero, el cuarto behinah (la emanación posterior de cada sefirah) es el aspecto que capacita a su precursor (el sefirah anterior) para emanar el siguiente sefirah. En otras palabras, una de las condiciones indispensables de la emanación y uno de los motores de ella está en el sefirah emanado y no en él que emana. He aquí la conclusión lógica a la que llega H. Bloom a raíz de esta visión de Cordovero: «This extraordinary formulation ascribes a power in the supposed cause to the supposed effect; indeed it pragmatically all but reverses cause and effect.» [20] En cuanto a la aplicación borgiana de este concepto, es posible encontrarlo tanto en su visión general de la literatura como en su transformación literaria de esta idea efectuada en los relatos fantásticos. En el ensayo Kafka y sus precursores Borges asegura que existe una analogía innegable entre la paradoja de Zenon y la obra de Kafka. De modo que «la forma de este ilustre problema [la carrera de Aquiles y la tortuga] es, exactamente, la de El castillo, y el móvil y la flecha y Aquiles son los primeros personajes kafkianos de la literatura» [21] . Sin embargo, para que pudiéramos darnos cuenta de que el primer paradigma de Kafka está cifrado en la antigua paradoja del Estoico, es necesario tener el conocimiento de los dos y, al asociarlos, crear el vínculo de influencia, que, en la percepción del lector, se crea más bien en el sentido contrario a la cronología. Porque si bien es cierto que cronológicamente la influencia se extiende desde Zenón hacia Kafka, también es cierto que la lectura de Kafka, que rige la asociación con Zenón, va en la dirección opuesta, invirtiendo de este modo el proceso de la influencia. La misma regla aplica Borges a los demás «precursores» de Kafka, entre otros, a Robert Browning: «En cada uno de estos textos está la idiosincrasia de Kafka, en grado mayor o menor, pero si Kafka no hubiera escrito, no la percibiríamos ; vale decir, no existiría. El poema «Fears and Scruples» de Robert Browning profetiza la obra de Kafka, pero nuestra lectura de Kafka afina y desvía sensiblemente nuestra lectura del poema» [22] . Así es que, a través de nuestra lectura, clasificamos y modificamos los textos anteriores, invirtiendo los zinzor (canales) en el mundo sefirótico de la literatura panteísta. Por consiguiente, en la conclusión final de este ensayo Borges afirma de una manera contundente «El hecho es que cada escritor crea a sus precursores. Su labor modifica nuestra concepción del pasado, como ha de modificar el futuro» [23] .

Así pues, la relación primitiva bilateral (entre el autor y el lector) se convierte en un auténtico “Jardín de los senderos que se bifurcan” (relación reversible entre diversas (re)escrituras y (re)lecturas). Quizá esta visión puede llevar a una posible interpretación del relato que lleva este mismo título paralela a la sugerida por el mismo Borges, según quien el relato es una metáfora del tiempo pero que, al parecer, también podría servir como una dramatización artística del proceso de la creación literaria. Por consiguiente un texto individual, materialmente separado de los demás (recordemos que material significa artificial o incluso falso, según los criterios de este mundo especulativo e idealista) no es sino un tramo del laberinto y su existencia solo tiene sentido precisamente dentro de este laberinto. Separarlo de la totalidad sería comparable al acto de arrancar una rama de un árbol. Como una rama arrancada deja de trasmitir la savia de la cual ella misma se alimenta, se seca y desaparece, un texto recortado artificialmente de la cadena del proceso literario pierde sentido o, por lo menos, una gran parte del significado o significados, preprogramados por los textos anteriores y añadidos por las interpretaciones posteriores.

Por otro lado, según se ha mencionado antes, Borges no limita su aplicación del concepto de la causalidad invertida exclusivamente a la teoría de la literatura. Recuérdese los relatos Examen de la obra de Herbert Quain y La otra muerte en los que también aparece un juego de inversión cronológica. Como recordamos, el mismo título de la obra apócrifa, April March, del escritor ficticio Herbert Quain, constituye un juego de palabras que, de una manera ingeniosa, expone la idea de una marcha atrás (desde abril hacia marzo). Un efecto parecido está descrito en La otra muerte, donde la imaginación del protagonista, fortificada por un deseo poderoso, le permite transformar su pasado infame en un pasado heroico, acabando por trasladar su muerte a una batalla sucedida varias décadas antes. Aparte de sugerir la posibilidad de una reivindicación de la aplicación borgiana de este recurso a la influencia cabalística pero también filosófica (Platón y Bradley), este descubrimiento lleva a otra conclusión particularmente importante para una evaluación global de las influencias filosóficas y místicas en Borges. Se trata de la convicción de que contrariamente a lo que afirma Borges en algunas entrevistas su selección de las mencionadas fuentes no es puramente casual y no se rige exclusivamente por las preferencias estéticas de un literato descreído de las ideas filosóficas o religiosas. Por el contrario, al analizar su predilección de explorar en exclusiva las fuentes idealistas (budismo a través de Schopenhauer, Platón, los neoplatónicos, los gnósticos cristianos, la kábala, etc.) es posible llegar a la conclusión de que la selección de las fuentes se rige por una clara clave ideológica cuyo paradigma es una actitud antinaturalista y antimetafísica, que se manifiesta, en primer lugar, a través del rechazo de la materia y del sujeto, pero que se extiende al rechazo de cualquier ente real, bien sea material, bien sea espiritual.  

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[1] "Scholem (...) no cree que las influencias cabalísticas en Borges sean profundas. En una entrevista que mantuvimos hace unos años en Jerusalén me decía: " (Barnatán, M. R. Conocer Borges y su obra. Barcelona, Dopesa, 1978, p. 54). Todas las citas de Borges provienen de la siguiente edición: J. L. Borges, Obras completas, Emecé, Barcelona, 1997, en IV volúmenes. En las notas siguientes, para referirse a esta edición se utilizará la siguiente abreviación: OCI para el primer volumes; OCII para el segundo, etc.  

[2] En la Discusión, OCI pp. 209-212.

[3] Tesis con la que difícilmente se puede estar de acuerdo, visto el carácter por lo menos semicientífico o popularizador de muchos de sus ensayos. Por otro lado y a pesar del carácter superficial de la exposición del tema presente en este ensayo, no se puede negar el acierto con el cual (quizá sobre todo intuitivamente) Borges explora ciertos elementos pertenecientes a la cábala en la construcción de algunos relatos. Hay que decir también que su conocimiento de la cábala va en aumento a lo largo de los años de su creación literaria, debido a su continuo interés por el tema y, como afirma él mismo, gracias a las entrevistas con G. Scholem. Fruto visible de este crecimiento del conocimiento cabalístico es otro ensayo consagrado al tema: "La cábala" (en Siete noches (1980), J. L. Borges, OCIII, pp. 267-275), en el cual la exposición parece notablemente más sustentada por el conocimiento de las mencionadas fuentes básicas de la cábala e incomparablemente más matizada.

[4] Por ejemplo en sus conversaciones con R. Alifano. Véase Alifano, R.   Conversaciones con Borges.  Buenos Aires, Atlántida (Madrid, Debate, 1986), 1985, pp. 191-196.

[5] Barnatán, M. R., op. cit. p. 55. En la misma entrevista indicaba Borges también otros libros sobre la cábala, que él había leído, "a Waite, Sérouya, el artículo de la Enciclopedia Británica y a Adolphe Franck." Buscando otras referencias un poco más antiguas, se han de tener en cuenta los años españoles de Borges, en 1919, 1920 y 1923, época en que visitó frecuentemente a su maestro Rafael Cansinos Assens, el cual, por su descendencia judía y por su preocupación por el tema, le proporcionó algunos conocimientos que despertaron su curiosidad. También hay que tener en cuenta su amistad con un compañero de estudios judío del liceo de Ginebra, Maurice Abramowitz y con otro amigo judío de la época, Simón Jichilinski, citado por vez primera en su obra El otro que abre El libro de arena.

[6] Ibid. p. 56. El subrayado es mío.

[7] El Libro de la claridad, Sefer ha-Bahir (1992), Ediciones Obelisco, Barcelona, p. 6.

[8] El Zohar, El Libro del esplendor, (trad. C. Giol), Obelisco, Barcelona, 1996, p. 22. Para más detalles sobre la cuestión de la paternidad literaria del Zohar véase G. Scholem: Les grands courants de la mystique juive, Ed. Payot, Paris, 1968, (Trad. M.-M. Davy), pp. 172-220.

[9] Alazraki, J. Borges and the Kabbalah, Cambridge University Press, Melbourne, 1988, p. 28.

[10] Entre los libros inexistentes citados en El Zohar hay que enumerar por ejemplo El Libro de Adán, El Libro de Enoch, El Libro del Rey Salomón, El libro de Rav Hammuna Sava, etc. Véase J. Alazraki: Borges and the Kabbalah, op. cit. p. 28.

[11] J. Alazraki: Borges and the Kabbalah, op. cit. p. 28.

[12] Recuérdese que en el planeta Tlön no existe el concepto de plagio puesto que el sujeto de la creación es uno y eterno.

[13] Scholem, G.: Les grands courants..., op. cit. p. 34.

[14] Nota sobre (hacia) Bernard Shaw, OCII p. 125.

[15] G. Scholem.: Les grands courants..., op. cit. p. 32.

[16] Recuérdese que en la introducción al relato El Sur el mismo autor sugiere la posibilidad de una lectura alegórica. Muchos de los relatos aparentemente localistas en el fondo son representaciones alegóricas de la ideas filosóficas favoritas de Borges.

[17] Según Dante (Vita Nuova) la lectura alegórica es única, hay que descubrirla tal y como la había cifrado el autor, sin que el lector tuviera la mínima libertad de interpretación o de una lectura creativa.

[18] También R. Barthes propone una visión semejante de una obra literaria: ‘The problem of style can only be treated by reference to what I shall refer to as layerdness (feuilleté) of the discourse.’ Citado por Alazraki, J. Borges and the Kabbalah , op. cit. p. 8.

[19] Sefer ha-Bahir, El Zohar, Obelisco, Barcelona, 1996, op. cit. p. 9. En el mismo lugar M. Satz alega la siguiente cita del libro de Graves y Patai: Los Mitos Hebreos, (Buenos Aires, 1969): “Adán ve a todas las futuras generaciones de la humanidad colgando de su cuerpo gigantesco; Isaac estudia la Ley Mosaica (revelada diez generaciones después) en la academia de Sem, quien vivió diez generaciones antes que él. En realidad, en el protagonista del mito hebreo no sólo influyen profundamente los hechos, palabras y pensamientos de sus antepasados, y se da cuenta de su profundo efecto en el destino de sus descendientes, sino que influyen en él tanto el comportamiento de sus herederos como el de sus ancestros.” (Ibid. pp. 9-10)

[20] H. Bloom, BLOOM, H. Kabbalah and Criticism, The Seabury Press, New York, 1975, p. 69. Para corroborar su tesis H. Bloom aporta en el mismo lugar una cita de G. Scholem referente a la imagen de los canales (channels – zinzor) de influencia de los diferentes sefirot. Lo sorprendente es que la influencia que se desarrolla entre diferentes sefirot no es idéntica a la dirección de la emanación: “Such channels are paths of reciprocal influence between different sefirot. This process is not a one-way influx from cause to effect; it also operates from effect to cause.” (Citado por H. Bloom, ibid. p. 70)

[21] En Otras Inquisiciones, OCII p. 88.

[22] Ibid. p. 89.

[23] Ibid. pp. 89-90.

Fuente : Hottopos.com

“Universo Borgeano" en el Banco Ciudad

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El Banco Ciudad presenta “Universo Borgeano”, una muestra sobre la centralidad de las artes visuales en la obra del escritor. “Universo Borgeano” es el resultado de una investigación sobre las reflexiones y escritos de Jorge Luis Borges sobre las artes visuales, y revela uno de los aspectos menos reconocidos del pensamiento de uno de los máximos exponentes de la literatura argentina.

La exposición podrá visitarse del 28 de octubre al 10 de noviembre en el nuevo espacio de arte en la “caja de cristal” de la Casa Matriz del Banco Ciudad – Florida 302, CABA-, ycontará con pinturas de Gabriela Aberastury, obra gráfica y collage de Gabriel Barna, muñecos de Norma Bessouet, Mariano Cornejo exhibirá esculturas en madera e intervención del espacio y fotografías de Sara Facio.

Esta exposición ha sido declarada de “Interés Cultural” por el Ministerio de Cultura de la Nación y luego de su estreno en el nuevo espacio de exhibición “Caja de Cristal” de la Casa Matriz del Banco Ciudad, se trasladará al Instituto Cervantes de la Ciudad de Nueva York para ser exhibida del 15 de diciembre al 15 de enero de 2017.

Cómo se gestó Universo Borgeano

En el año 2013 Gabriela Aberastury y Gabriel Barna en el curso de una entrevista periodística en el marco de la exposición “Sur x 4” en Budapest fueron interrogados sobre la influencia de Borges sobre las artes visuales en la Argentina.

Al regresar a Buenos Aires sintieron la necesidad de rastrear en la obra de Borges sus reflexiones y escritos sobre las artes visuales. El resultado de esta investigación dio cuenta de la centralidad que tenían para Borges las artes visuales, probablemente uno de los aspectos menos reconocidos de la obra del escritor.

A partir de enero de 2015 comenzaron encuentros de trabajo ininterrumpidos en el ámbito de la 
Fundación Internacional Jorge Luis Borges con la señora María Kodama, y de su apoyo y confianza nació el proyecto “Universo Borgeano” destinado a recordar los 30 años del fallecimiento del escritor. Se sumaron los artistas Norma Bessouet, Mariano Cornejo y Sara Facio.


Fuente : El Portal de Pancho




El mapa es el territorio / A lomo de palabra

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Germán Castro

Los Anales de Buenos Aires, dirigida por Jorge Luis Borges (1899-1986), comenzó a circular en 1946. A partir del número tres de la revista, bajo genérico de “Museo”, comenzó a publicar un tal B. Lynch Davis, un desconocido. Su primera colaboración se tituló “Del rigor de la ciencia”, y aparentemente a ello, al encabezamiento, se reducía el aporte creativo del señor Lynch Davis, puesto que el texto se presentaba como un extracto tomado de un libro antañón, según se citaba ahí mismo: “Suárez Miranda, Viajes de varones prudentes, Libro IV, Gorra. XLV, Lérida, 1658.” En el fragmento -apenas 118 palabras- Suárez Miranda -también un enigma- informa -el lector puede suponer que gracias los mentados varones prudentes– que en un tiempo pretérito distante -pero indeterminado-, en un Imperio anónimo y atópico -al que aquellos personajes habrían viajado- sucedió un prodigio: “Los Colegios de Cartógrafos levantaron un Mapa del Imperio, que tenía el Tamaño del Imperio y coincidía puntualmente con él”. Para cuando fue reportado el caso -mucho antes de que Suárez Miranda lo publicara-, el mapa escala 1:1 de aquel Imperio ya era solamente una reliquia.

Hoy cualquiera sabe que Honorio Bustos Domecq era un pseudónimo con el cual firmaban Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares (1914-1999) cuando escribían juntos -su origen lo explicó el propio Borges: “Bustos era un bisabuelo mío y Domecq un bisabuelo de Bioy”-. Pero en 1946, cuando apareció Dos fantasías memorables, para muchos lectores aquel librito era el segundo de un narrador que ya cuatro años antes había sorprendido con su primer libro (Seis problemas para don Isidro Parodi). Más inescrutable resultaba el apelativo B. Suárez Lynch, quien el mismo año publicó Dos fantasías memorables, ¡con prólogo de Bustos Domecq! Par de mañosos: Suárez como el Suárez Miranda del siglo XVII y Lynch como el colaborador de Los Anales de Buenos Aires. Años después Jorge Luis explicaría: “La B era, supongo, la de Bioy y Borges, el Suárez correspondía a otro bisabuelo mío y el Lynch a un bisabuelo de Bioy”.

Así que Suárez Miranda y su libro son un invento, tanto como B. Lynch Davis. ¿Ficciones de los dos amigos porteños? Pues quizá no, porque “Del rigor de la ciencia” sería incluido tanto en la edición de 1954 de Historia universal de la infamia como en El hacedor, de 1960, como se sabe, ambos libros firmados sólo por Borges.

¿Entonces el mapa escala 1:1 es ocurrencia original de Jorge Francisco Isidoro Luis Borges Acevedo? En el prólogo de la segunda edición de Historia universal de la infamia -en la que, ya decíamos, se incluye “Del rigor de la ciencia”-, el argentino dice que sus textos breves antologados en ese libro no son suyos, al menos no del todo: “Son el responsable juego de un tímido que no se animó a escribir cuentos y que se distrajo en falsear y tergiversar (sin justificación estética alguna vez) ajenas historias”. Si realmente fue así, ¿a quién pudo haber birlado la idea de un mapa de igual tamaño al territorio que pretende representar? Muchos creen que a un diácono británico, sapientísimo en matemáticas y lógica, llamado Charles Lutwidge Dodgson (1832-1898), a quien debemos varios libros maravillosos, particularmente los que firmó con el pen name que lo hiciera famoso: Lewis Carroll. Efectivamente, la semana pasada recordaba yo que en su novela Silvia y Bruno uno de los personajes, un forastero estrafalario, cuenta que en su tierra alguna vez habían hecho “un mapa del país, en serio, ¡a una escala de una milla por milla!” Por otra parte, la admiración que Borges sentía por el autor de Alicia en el país de las maravillas es bien conocida y documentada. Léan ustedes, por ejemplo, “El sueño de Lewis Carroll”, una de las últimas piezas publicadas por Borges -el viejo falleció el 14 de junio de 1986 y el texto apareció en El país el 9 de febrero anterior-.

Pues sí: bien puede ser que agazapado entre los varones prudentes de Suárez Miranda esté el Mein Herr de Lewis Carroll. Pero qué tal que lo que a todas luces parece una pipa no sea una pipa; quiero decir, qué tal que Borges, fullero, hubiera leído no sólo a Carroll sino también a Alfred Korzybski (1879-1950), quien, como se sabe, acuñó la expresión “el mapa no es el territorio”. Lo que quizá no se recuerde es que si bien la primera vez que apareció escrito el aforismo fue en 1931 -en una ponencia de título rimbombante: A Non-Aristotelian System and its Necessity for Rigour in Mathematics and Physics-, alcanzaría fama a partir de que el propio Korzybski reflexionara sobre su origen en su libro Science and Sanity (1933) -en el que, por cierto, acepta que la formulación original tampoco es de él, sino del escritor de ciencia ficción Eric Temple Bell (1883-1960), quien había ya escrito: the map is not the thing mapped-. Ciencia y cordura, como habría que traducir el libro de Korzybski, es un título cercano a “Del rigor de la ciencia” de Borges. Pero sobre todo, me parece que hay que prestar atención al hecho de que la microficción del argentino termina refutando del todo al polaco: “En los Desiertos del Oeste perduran despedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por Animales y por Mendigos; en todo el País no hay otra reliquia de las Disciplinas Geográficas”. Es decir, el mapa borgiano, aunque ruinoso, para aquellas bestias y aquellos menesterosos, era el territorio.

Fuente : La Jornada – México

Jorge Bergoglio y Jorge Luis Borges en Santa Fe

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La gozosa actualidad de una noticia de 1965

Prof. Carlos Eduardo Pauli

El diario El Litoral siempre le dio cabida en sus páginas a la actividad cultural de la ciudad. Lo mismo ocurría a fines de 1965. En su edición del 16 de noviembre, nos informaba de las manifestaciones que tendrían lugar ese fin de semana. A los amantes de la literatura y la historia, les comunicaba que el viernes 19, en la sala Patricio Cullen, el P. Guillermo Furlong S.J. disertaría sobre “Personalidad y obra de Gustavo Martínez Zuviría (Hugo Wast)”. Para los que se inclinaban por las artes plásticas, les indicaba que entre las exposiciones se destacaban las de Eugenio Daneri, en el Museo Municipal de Artes Visuales, mientras que Domingo Sahda lo hacía en El Galpón y Roberto Favaretto Forner en la galería San Cristóbal.

Llamaba la atención, sin embargo, que la mayor parte del espacio dedicado a estas actividades lo ocupara la presentación de un libro “que recopila cuentos de jóvenes autores”. Una foto ilustraba el momento en que el P. Luis Totera S.J, Prefecto General de Estudios dirigía la palabra a los asistentes. El acto, obviamente, se desarrollaba en el Colegio de la Inmaculada y era la muestra anual de la Academia de Literatura “Sta. Teresa de Jesús”.

Claro que ese año tenía un condimento especial. Los “jóvenes autores” que mencionaba el título de la noticia, habían logrado que Jorge Luis Borges, nada menos, les prologara los cuentos. Un joven “maestrillo”, que gustaba mucho de la buena literatura, había interpuesto sus mejores oficios y el ilustre escritor accedió gustoso. “Es verosímil, decía Borges, que alguno de los ocho escritores que aquí se inician llegue a la fama, y entonces los bibliófilos buscarán este breve volumen en busca de tal o cual firma que no me atrevo a profetizar”.

La noticia no quedó acá. La poetisa entrerriana, Srta. Sofía Acosta, realizó un elogioso comentario de este acontecimiento en El Diario de Paraná del 4 de diciembre de ese año. Algunos de esos conceptos vale la pena transcribir. Decía la autora; “cuando el prólogo a un libro de ficciones lleva la firma de Jorge Luis Borges, es difícil dudar de la calidad del autor, o de los autores, como ocurre con una singular obra que con el título de Cuentos Originales ha editado Castellví de la vecina orilla. Pero si el prólogo de Borges es incluso un impacto publicitario de excepción, la obra repetimos, es singular y valiosa, independiente de su ilustre prologuistaà Aclaremos su singularidad, ocho jóvenes de 17 años que están finalizando sus estudios secundarios son sus autores y la publicación lleva el patrocinio del Departamento de Letras del Colegio de la Inmaculada de Santa Fe”.

Luego de elogiar el trabajo de alumnos y profesores, nos dice: “en cuanto a la calidad ella es altamente suficiente y en algunos casos el cuento, breve y resuelto en la última línea del relato, alcanza la deseable perfección en este difícil género de la narración”. Si bien Borges, como hemos visto, no señala preferencias entre los jóvenes autores, ella arriesga y nos dice: “Juzguemos por lo que se nos da, un hecho que merece ser leído, y de un modo especialísimo los tres relatos de S. Oscar Grassi, que es de aquí, de Paranáà” No obstante aclara: “no se vea en esta mención una satisfacción localistaà” Sin comentariosà

Lo interesante es que en el mismo El Diario, se transcribe la nota del maestrillo del que habláramos, en la que éste se dirige al director del matutino paranaense, Dr. Arturo Etchevehere. En ella le pide que publique este comentario, pues “además de la intención publicitaria, que no es la que prima, nuestro deseo es hacer destacar los aciertos y valores de esta obra que se ha constituido en un best-seller en Santa Fe”. Concluye el maestrillo, diciéndole: “sería para nosotros una satisfacción si Ud. se dignara publicarla por intermedio de su distinguido diario y un honor, no exento de gratitud, si se diera a conocer en la ciudad de Paraná por intermedio del mismo”. Resta decir que el Dr. Etchevehere accedió.

Amable lector: olvidé consignar que el maestrillo en cuestión era el director de la Academia de Letras del Colegio de la Inmaculada Concepción. Se llamaba Jorge Mario Bergoglio S.J. ¿Le suena?

Fuente : El Litoral

Borges y Bolaño: un juego intertextual desde la divergencia

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Luis Alejandro Nitrihual Valdebenito

Resumen: Este trabajo presenta una mirada intertextual entre los escritores Jorge Luis Borges y Roberto Bolaño. Puede precisarse que Roberto Bolaño, escritor chileno fallecido el 2003, establece una relación de complicidad con el escritor Argentino. Esto hace que sea interesante revisar sus obras para buscar aquellas zonas donde la intertextualidad se manifiesta; en este sentido, se muestra a modo de ejemplo el cuento el Sur de Borges y El Gaucho Insufrible de Bolaño.

0.- Actualidad de la obra de Bolaño

Roberto Bolaño es un nombre que apareció en el mundo de la literatura chilena, y porqué no universal, para quedarse de manera permanente. El escritor chileno se ganó un cupo entre los más grandes autores con una obra sólida, con una escritura propositiva, sugerente y variada, que recorre la poesía, ensayo, cuento y novela.

No hay duda que es un poeta, y el mismo se consideraba de este modo, pero al igual que uno de sus escritores admirados y odiados [1], Jorge Luis Borges, se hizo conocido por su prosa, que le trajo tantas alegrías que ya no pudo dejar de continuar en la senda prosística. No hay duda que todo su ideolecto está nutrido por la poesía, en una simbiosis transtextual que va desde la aparición de la poesía como motor generador del universo narrado, tal es el caso de Los Detectives Salvajes, realizando citaciones de autores admirados o creando poesía dentro de novelas y cuentos. Lo cierto es que su prosa es especialmente rica en esa heterogeidad de géneros.

Cuando el 2003 Roberto Bolaño dejó de existir hubo un reconocimiento unánime en torno a su obra, sus detractores y seguidores concordaron en calificar su obra como una de las más importantes de las últimas décadas, de ahí la vigencia de estudiar su obra.

Tiende a reconocerse que la cumbre como escritor de Bolaño se debió a la publicación de Los Detectives Salvaje (1998) que fue merecedora de la XI versión del Premio Internacional Rómulo Gallegos de Novela. Se trata de una obra fantástica, tan imaginaria como la realidad más dura, una escritura fascinante y que lo lanzó de golpe al lugar de los escritores latinoamericanos de mayor peso y porvenir.

La literatura nazi en América (1996) se inscribe, igual como Los Detectives Salvajes, en la tradición borgeana de Historia de la eternidad, donde la realidad se funde con la ficción. La obra del mismo Borges es un juego especular y Bolaño, como su hijo pródigo, la revive de manera fantástica. La especial relación que Bolaño tenía con Borges [2] se puede intuir desde la obra misma, que revive un estilo cargado de búsquedas filosóficas. De algún modo el "hombre libro" que fue Borges y que lo llevaba a plantearse no sólo escritura sobre temas precisos, sino escritura sobre la literatura misma (autoreflexión) y sobre los escritores (imaginarios y reales), fue también el norte del escritor chileno. 

El humor borgeano, tanto dentro del texto como en la vida cotidiana, es patente en Bolaño [3], entregando otro elemento para pensar en la vinculación de estos dos escritores.
Precisamente, es la evidencia de una intertextualidad manifiesta la motivación de esta investigación. 

El dialogismo textual que destacara Bajtin y Kristeva (entre sus primeros teóricos) es el pilar fundamental de cualquier estudio literario actual. Pero más interesante que destacar el carácter intertextual de la literatura, que anticipara también Borges cuando señalaba que se han contado unas cuantas historias a lo largo de todos los tiempos [4], es notar cuáles son los temas que convergen y donde los textos proponen lecturas y visiones de mundo diversas, en una dialéctica textual que une a estos dos escritores.

0.1- El concepto de intertextualidad

Es importante precisar a qué haremos referencia cuando hablamos de intertextualidad, pues tal como lo señala Fernández (2001) el concepto es un poco lábil y tiende a confundirse entre otros con el concepto de fuente o influencia, que parecieran sinónimos, pero que obedecen a otra manera de entender el texto y más que al texto, a los procesos dadores de sentido, que no necesaria y únicamente pertenecen a textos escritos u orales.

La intertextualidad es hoy un campo fértil de investigación y procede de la mirada bajtiniana sobre polifonía y dialogismo textual. Existe consenso en que la primera en acuñar el concepto de intertextualidad es Julia Kristeva que propone un modelo tomado de Bajtin donde “la estructura literaria no existe sino que es generada por relación a otra estructura” (Rivero, 2003: 4 citando a Kristeva 1966: 35). De este modo, la definición operativa que podríamos realizar para atender al concepto de intertextualidad es la de textos que participan de otros textos en un diálogo ilimitado. Es decir, tal como lo vislumbraba Borges un texto no es sino reescritura de otros textos y quizás de un primer texto.

La idea de intertextualidad es la de un texto “que no se legitima en su corporeidad o singularidad, sino por estar escrito desde, sobre y dentro de otros textos” (Fernández, 74). Esta idea nos lleva a preguntarnos cómo participa un texto de otro, pues la idea puede resultar abstracta.
Más allá de las definiciones necesarias de lo que entenderemos por intertextualidad realizaremos un esfuerzo para hacer fructífero este estudio. Es decir, evidentemente estamos en presencia de textos dialogantes, la mirada semiótica así lo afirma y con ello complejiza la realidad misma, pero qué propone cada texto, cómo revierten, invierten y hasta pervierten el texto origen, es algo que veremos con el estudio cruzado de una obra de Borges y Bolaño.

Los textos que hemos elegido para vislumbrar el concepto de intertextualidad son: El Sur de Jorge Luis Borges, aparecido en el libro Ficciones [5]. Y como segundo texto, el cuento El Gaucho Insufrible de Roberto Bolaño, aparecido en el libro que lleva el mismo nombre y que se presta para nuestros propósitos pues nos permite conocer la obra de Bolaño en su funcionamiento interno, en su riqueza de mirada, en su visión del mundo actual.

Al concebir el texto como un diálogo, Bolaño entra en el juego de Borges, y rescribe El Sur, pero (lo más importante) con una mirada personal, actual, vigente, que atiende a todas las hondas problemáticas del pueblo argentino y latinoamericano.

Creemos que puede trazarse una línea que va desde Martín Fierro, que es a su vez el texto origen de muchos cuentos y poesías borgeanas (El Sur, El Fin, El Gaucho, entre otros) y que recorre un largo trecho hasta llegar a Bolaño. Es decir, partiendo de los tópicos de Martín Fierro, se prolongan historias que llegan hasta el autor chileno.

1.- Roberto Bolaño: la reescritura como actualización discreta

El Gaucho Insufrible [6] es el cuento que da nombre al libro del 2002 de Roberto Bolaño, en este se cuenta la historia de Héctor Pereda, abogado argentino intachable (situación que el narrador indica como poco habitual en la Argentina de esos años) que tiene dos hijos: el Bebe y la Cuca Pereda, que son criados de la mejor manera posible y por ello son jóvenes “felices” que luego de unos años hacen su vida: el Bebe se transforma en escritor de fama latinoamericana y la Cuca va a vivir a Río de Janeiro.

Lógicamente hubo una señora Pereda, que de soltera tuvo el apellido Hirschman y que falleció joven y dejó al joven abogado viudo y siendo de algún modo el soltero “cotizado” de su época de gloria. La soledad de Pereda se incrementa cuando también el Bebe, su hijo menor, decide marcharse a EEUU. 

En su soledad, y para matar el tiempo, decide dedicarse a ordenar su biblioteca. Cuando Bebe regresa, y al verlo tan abandonado, decide llevarlo a sus reuniones y cafés literario, en donde Pereda se siente un bicho raro, pues: Para él, los mejores escritores de Argentina eran Borges y su hijo, y todo lo que se añadiera al respecto sobraba .

Pero si bien la literatura no era uno de sus temas favoritos, cuando hablaban de política su cuerpo se estremecía. Sus hábitos cambiaron desde el momento en que se sintió atraído por las tertulias, se levantaba temprano y en su biblioteca buscaba algo que no sabía qué era. Se pasaba las mañanas leyendo.Incluso sus hábitos higiénicos cambiaron. Es más, destaca el narrador, Un día se fue a leer el periódico a un parque sin ponerse corbata.

Hasta que un día Pereda se levantó y tuvo la certidumbre de qué algo ocurría en la Argentina. Almorzó con un par de amigos y no paraba de reírse como un loco. Le preguntaron que le hacía tanta gracia. Pereda sentenció que Buenos Aires se hundía.

Tal como dijo sucedió y comenzó el caos en la ciudad. Participó en los cacerolazos y las protestas contra el corralito, hasta que un día les aviso a sus sirvientas que se iría a vivir a la estancia del sur. Subió a un tren y en un viaje monótono fue cruzando la pampa. Luego el tren empezó a rodar por la pampa y el abogado juntó la frente al cristal frío de la ventana y se quedó dormido.Cuando despertó, observó por la ventana que la pampa estaba plagada de conejos. En Capitán Jourdan, se bajó para tomar camino hacia su estancia, llamada “Álamo Negro”. Mientras estaba sentado en la estación recordó el cuento El Sur de Borges y sus ojos se llenaron de lágrimas.

Cuando llegó a su estancia todo estaba en ruinas y tuvo que contratar peones, que luego se convirtieron en sus amigos, para reconstruirla y hacerla habitable. Fue a la ferretería de Capitán Jourdan para comprar lo necesario y le preguntó al indio que atendía dónde podía encontrar caballos, este le contestó que ya no había en la zona, pero que un tal don Dulce, tenía uno para la venta. Efectivamente don Dulce le vendió un caballo que no tenía utilidad pues él viajaba en Jeep.
Desde su llegada, Pereda comienza un viaje al pasado perdido, busca caballos, animales para domar, peleas a cuchillo, pero ya todo es distinto. En su lugar hay conejos que plagan la pampa y sirven de alimento a los gauchos, que ya no están dispuestos a pelear por honor. Es en definitiva un mundo desencantado.

Una tarde recibe una carta del Bebe donde le indica que debe ir a Buenos Aires para firmar los papeles de la venta de su casa. A los dos días parte.

Una vez en Buenos Aires decide ir a buscar a su hijo al café donde se reúnen los escritores. Lo encuentra presidiendo una reunión. En la misma mesa, uno de los tipos se unta las narices con cocaína. Pereda lo mira fijo y éste reacciona con furia increpándolo. Pereda saca su cuchillo y lo pincha en la ingle ante la sorpresa de todo el mundo. En el acto, pereda desaparece y decide volver a la pampa, de la que reconoce no sabe nada, pero donde al menos lo aceptan.

2.- El regreso a Buenos Aires…

Hay varios elementos que nos llevan a proponer que este texto de Bolaño es una reescritura de El Sur borgeano, pero con algunas propuestas radicálmente distintas. Estructuralmente el Gaucho Insufrible posee una secuencia; el regreso de Pereda a Buenos Aires y la posterior decisión de volver a ese Sur desencantado, que el cuento de Borges, El Sur, no posee.

El universo presentado por el narrador de El Gaucho… es un mundo en crisis. No hay que olvidar que este texto presenta a la Argentina del 2000, con las convulsiones sociales que la efectaron brutalmente. Por tanto, es un texto contextualmente anclado en el presente. ¿Cómo puede entonces un texto como éste ser reescritura de El Sur?. Bolaño reconstruye la idea de viaje al Sur como zona de salvación. Observemos como ambos textos presentan una misma fabula: el viaje al Sur, el reencuentro con la tradición gauchesca.

El Sur (Borges)
Dahlmann en Buenos Aires
Dahlmann vivo
Dahlmann Enfermo
Dahlmann en el Sur
Dahlmann Muerto
Secuencia 1
Secuencia 2
Secuencia 3

El Gaucho Insufrible (Bolaño)
Pereda en Buenos Aires
Crisis Social
Pereda en el Sur
Pereda de Regreso a Buenos Aires
Secuencia 1
Secuencia 2
Secuencia 3
Secuencia 4
Precisemos que al final de la tercera secuencia, El Sur establece un estado especial de disyunción con la muerte del protagonista. De este modo, el texto de Borges se mueve en los opuestos vida/muerte, pasando por gradaciones precarias. De este modo, se presenta como un texto clásico en torno a ir de un estado conjunto a uno disyunto. Eso, independiente de las posibles interpretaciones en torno al papel ya advertido de los sueños (Alazraki, 1986) que contribuyen a otorgarle al relato un juego especular.

El Gaucho Insufrible en cambio no presenta una resolución final entorno a los opuestos vida/muerte. Se pasa de un primer estado de desencanto con la vida, manifiesto en el trabajo rutinario de Pereda o en su vida sentimental truncada con la muerte de la esposa, a un estado final también de desencanto, con la vuelta al Sur, que ya no es el sitio borgeano anhelado sino un lugar fantasmagórico.
Mientras la muerte es en El Sur un modo de conjunción buscada por Dahlmann, como experiencia de lo que para él es un “verdadero hombre”, y en este caso se transforma en una liberación. En El Gaucho Insufrible la muerte no llega nunca. Pereda no tiene escapatoria y está obligado a vivir en lo aparente.

3.- Algunos elementos del mundo desencantado de Bolaño.

Patéticamente, Bolaño nos describe el mismo mundo que Borges: EL SUR, que muestra la dicotomía entre la cultura propia y la ajena, lo europeo y lo argentino (léase también como lo latinoamericano), ¿En esa pugna quién triunfará?. La conclusión es que hemos sido criados por una madre postiza, y por eso no hemos resuelto nuestros conflictos de hijos huérfanos. No triunfa una solución como en Borges sino el eterno conflicto, los Cien Años de Soledad de García Márquez.
El mismo argumento es expuesto por Bolaño, pero aprovechando la coyuntura social de Argentina. 
En una parte de El Gaucho Insufrible, el narrador nos recuerda: Argentina es una novela, les decía, por lo tanto es falsa o por lo menos mentirosa. Buenos Aires es tierra de ladrones, es similar al infierno, dice más adelante.

Pongamos atención en que es lo mismo que piensa Dahlmann de El Sur cuando está postrado en su habitación: Dahlmann los oía con una especie débil estupor y le maravillaba que no supieran que estaba en el infierno. Tenemos como conclusión que ambos autores nos presentan a Buenos Aires como lo pasajero y efímero, lo doloroso para Dahlmann, lo insoportable para Pereda.

4.- El Sur de los cuentos: tres elementos claves para terminar

La dualidad, Pampa-Buenos Aires, nos recuerda que si Buenos Aires es lo aparente, entonces la pampa es lo eterno. Así lo explicita el narrador en El Gaucho: La pampa, en cambio, era lo eterno. Un camposanto sin límites es lo más parecido que uno puede hallar. Bolaño, al contrario de lo que hace Borges, nos presenta en todo momento un mundo pervertido. Mientras en Borges, el Sur es un modo de liberación y de llegada a un pasado glorioso, Bolaño hace llegar a Pereda a un mundo que ha perdido esa magia.

El primer elemento que resalta en este sur bolañiano es el de los conejos. Mientras Pereda va viajando, nota que el tren es perseguido por conejos que parecen brotar como malezas. No será su único encuentro con este verdadero mundo conejil. El viejo Sur ganadero, en donde los gauchos arriaban rebaños a caballo por la pampa, ha sido reemplazado por los conejos, que se reproducen como la mala hierba. Ahora los gauchos dedican su vida a cazar conejos. El narrador se pregunta en este punto: ¿A qué gaucho de verdad se le puede ocurrir vivir de cazar conejos?.

El segundo elemento que nos gustaría resaltar es el del viejo almacén. Encontramos que en Borges el almacén es el sitio donde se fragua la lucha, donde Dahlmann sella su muerte. En El Gaucho… en cambio, tenemos que el viejo almacén ha sido pervertido, por ejemplo, por un juego como el Monopoly. Los gauchos que se reúnen en la pulpería que visita Pereda se divierten jugando Monopoly y esto le parece bastardo y ofensivo, pues Pereda tiene en mente que una: pulpería es un sitio donde la gente conversa o escucha en silencio las conversaciones ajenas.

Un tercer elemento a consignar es el cambio en la imagen esterotipeada de los “gauchos”, si se los puede seguir llamando así en Bolaño. Si ellos se prestan para cazar conejos y jugar Monopoly, lógicamente han cambiado. Ya no están dispuestos a pelear. De hecho, cuando Pereda en una discusión reta a unos lugareños a salir a la calle para enfrentarse y pelear, todos lo miran preguntándose si estará loco.

En este sentido, Pereda es un personaje que invierte el papel de Dahlmann en El Sur. Mientras este último se presenta como disonante en un mundo de gauchos recios, hábiles con los chuchillos, Pereda irrumpe en un mundo que ya no es como lo ha imaginado, y aunque sólo en lo aparente (pues él reconoce que no sabe nada de la pampa) se presenta como un verdadero gaucho. A Pereda no se le permite la muerte, ¿quién podría matarlo en un mundo de cobardes como ése?

Pereda es él Gaucho Insufrible pues busca revivir una cultura perdida en los anaqueles de la literatura gauchesca, una cultura de valientes que ahora ha deribado en su opuesto, la cobardía. Pero también es insufrible porque el mismo es un cobarde. De allí la clara alusión textual que realiza el narrador al cuento de Borges: Oyó voces, alguien rasgaba una guitarra, que la afinaba sin decidirse jamás a tocar una canción determinada, tal como había leído en Borges. Por un instante pensó que su destino, su jodido destino americano, sería semejante al de Dahlmann y no le pareció justo.

Pereda es lo aparente. Se conoce lo suficiente, sabe que su mundo no tiene escapatoria, pues ni él está dispuesto a llegar a la muerte. ¿Y si la muerte no se encuentra entonces qué?.
Entonces a Pereda, una vez que comprueba que en Buenos Aires no hay escapatoria y ve que su hijo se reúne con artistas drogadictos y que por tanto su hijo quizás es igual, acepta al menos vivir en lo aparente. Acepta implícitamente cazar conejos para subsistir. Al menos no estará en el infierno, se encontrará en una pampa eterna y pervertida.

5.-Conclusiones

Podemos destacar dos conclusiones principales que pueden servir para trabajos futuros, al menos en el campo de la intertextualidad entre Borges y Bolaño. La segunda conclusión la presentamos a su vez en otras, que clarifican la relación entre El Sur y El Gaucho Insufrible.

1.- Es evidente que existe una intertextualidad: esta se manifiesta en Bolaño, desde las alusiones explícitas que hace el narrador y donde destaca a Borges como escritor admirado, o citando algunas de sus obras, como en el caso de El Sur. También tomando, a partir de una interpretación del propio Bolaño, un tema particular como es el “regreso al Sur”.

2.- Más interesante que dar cuenta de esta intertextualidad, que es manifiesta y evidente, es mostrar cuáles son las características que hace a cada texto sui generis. En este sentido, pensamos que la intertextualidad se teje no sólo en convergencia sino también en la divergencia.
    A razón de esto, pueden precisarse las siguientes conclusiones de nuestro análisis de los cuentos de Borges y Bolaño:

(A) El Sur de Borges presenta una estructura que recuerda intertextualmente los trabajos precedentes de Hernández y Lugones y se ve marcadamente la presencia de Martín Fierro, como propuesta de un mundo romántico que se ubica en el SUR como lugar arquetípico.

B) El Sur presenta un duelo final y la muerte del personaje como una liberación. Si bien la muerte es privativa, y en este sentido el texto es una estructura bastante clásica que va desde un estado de conjunción a uno de disyunción, la gradación en estados intermedios precarios de no-vida/no-muerte produce un juego especular, que hace que el texto pueda leerse también como el sueño de una muerte anhelada (lectura de Alazraki, 1986)).

C) Bolaño por su parte, propone una estructura similar a la de Borges. Se observa que ambas obras presentan 3 secuencias fundamentales que pueden resumirse en: Buenos Aires-Viaje-Sur. La diferencia la establece Bolaño al proponer una cuarta secuencia en que Pereda regresa a Buenos Aires y nuevamente, desencantado, se devuelve al Sur.

(D) El Sur presentado por Bolaño es un Sur actual, donde los gauchos ya han olvidado el uso del cuchillo y más triste que eso, no están dispuestos a morir por nada. Juegan Monopoly y viajan en Jeep, el caballo y el ganado han sido reemplazados por los conejos, que son el verdadero sustento de los gauchos, o lo que queda de ellos.

(E) Tanto Pereda como Dahlmann, aunque inversamente, son hombres que están a contrapelo en el universo al que les toca enfrentar. Dahlmann no tiene la competencia para enfrentar un duelo que acepta y Pereda intenta forzar la realidad hasta convertirse en INSUFRIBLE.

La riqueza de Bolaño, el escritor chileno de mayor vigencia en la actualidad, se encuentra en reescribir desde la divergencia temática que Borges y la tradición gauchesca anterior habían presentado de manera arquetípica.

Notas
[1] Sobre este punto, ver el trabajo de Julia Elena Rial: Los Detectives Salvajes de Roberto Bolaño. Un Obituario a la narrativa del Siglo XX. En este texto se muestra como esta novela de Bolaño presenta a Borges como un escritor odiado, pero donde este odio se tranforma en amor y admiración. En linea:

[2] Sobre su admiración a Borges, Bolaño indicaba que “he leído toda la obra de Borges, al menos dos veces, y casi todo lo que se escribió sobre él (...). A parte de ser un gran poeta y el más grande cuentista y un gran ensayista. En fin, probablemente el mejor escritor en lengua española desde Quevedo” (Swinburn, Daniel. Roberto Bolaño: Catorce preguntas: El Mercurio 2 de Marzo de 2003).

[3] Sobre el tema del humor literario, el mismo Bolaño destacaba a Borges y Cortazar, quienes jugaban con la realidad. (Bolaño, Roberto. El humor en el rellano. Las Ultimas Noticias. Lunes 20 de Enero de 2003).

[4] Borges señalaba: “Digamos que durante muchos siglos, estas tres historias -la de Troya, la de Ulises, la de Jesús- le han bastado a la humanidad. La gente las ha contado y las ha vuelto a contar una y otra vez” (Borges, Jorge Luis (2001) Arte Poética. Barcelona. Crítica.

[5] Pensamos que en Ficciones y El Aleph se encuentra la madurez de su obra cuentística. Por otro lado, El Sur es considerado por el propio Borges como uno de sus mejores cuentos: “De El Sur, que acaso es mi mejor cuento básteme prevenir que es posible leerlo como directa narración de hechos novelescos y también de otro modo” (Ficciones: 112)

[6] En cursiva se presentan las citas textuales del cuento de Bolaño.

Bibliografía consultada

Abril, Gonzalo et al. Análisis del discurso. Hacia una semiótica de la interacción textual. Madrid: Cátedra. 1999.
Alazraki, Jaime. La prosa narrativa de Jorge Luis Borges. Madrid: Gredos 1986.
Bolaño, Roberto. El Gaucho Insufrible. España: Anagrama. 2001
Borges, J. L. Ficciones. Buenos Aires: Emecé1968.
Fernández,José Enrique. Intertextualidad Literaria. Madrid: Catedra. 2001
Greimas, A. J. Del sentido II. Ensayos de Semiótica. Madrid: Gredos.1989
Greimas, A. J. La semiótica del texto. Ejercicios prácticos. Análisis de un cuento de Maupassant. Barcelona: Paidós. 1983.
Greimas, A. J.; J. Courtés. Semiótica. Diccionario razonado de la teoría del lenguaje. Vol. 1 Madrid: Gredos.1982.
Grupo de Entrevernes.Signos y parábolas. Semiótica y texto evangélico. Madrid. Ediciones Cristiandad. [s.f. 1989].
Kazmierczak, Marcín.La metafísica idealista en los relatos de Jorge Luis Borges. Barcelona: Tesis doctoral. 2001.
Rivero, Isabel. Intertextualidad, Polifonía y Localización en investigación cualitativa. Athenea Digital N°3: 2003.


Fuente : Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid


Luis Alejandro Nitrihual Valdebenito
Magister en Ciencias de la Comunicación
Facultad de Educación y Humanidades
Universidad de La Frontera, Temuco-Chile
luisnitrihual@gmail.com




Más Borges en Santa Fe

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Documento : El Litoral,  edición del Jueves 03 de agosto de 2006

Lidia Ferré de Peña

En las interesantes páginas de El Litoral dedicadas a Borges con motivo de cumplirse los veinte años de su fallecimiento -constituidas en una riquísima síntesis de la relación del escritor con el medio santafesino- hubo una leve omisión, tal vez porque el hecho que pasa a relatarse fue de algún modo íntimo y no trascendió a los medios. Seguramente, El Litoral no consignó la noticia en sus páginas del momento, por lo que los ricos rastreos efectuados por los artífices de la página de homenaje, no pudieron conocerla. Porque esta visita aconteció de una manera que podría denominarse casi privada.

De esta vivencia, fueron protagonistas algunos jóvenes, que tal vez hoy se perciban a sí mismos como doblemente privilegiados, como se verá.

Transcurría el año 1965, cuando el sacerdote a cargo de la materia Literatura Americana y Argentina de los alumnos de 5° año del Colegio de la Inmaculada Concepción, a quien ya habían tenido el año anterior en Literatura Española, logra incentivar a algunos alumnos para el ejercicio de la literatura. 

Además, aprovechando sus vínculos con el mundo literario porteño, trae al Colegio a varios escritores ya de renombre en ese momento. María Ester Vázquez, María Ester de Miguel y Jorge Luis Borges llegan al Colegio en distintas fechas difíciles de determinar desde la memoria de uno de los protagonistas. Estos escritores dan conferencias y charlan informalmente con grupos reducidos de alumnos del último año, dejando huellas poderosas en su bagaje vital.

En el caso de Borges, unos diez alumnos, dedicados en ese momento a escribir muy entusiastamente, conversan con él en la Sala de Juegos de la Primera División. Él se presta a sus ávidas preguntas. Y un conjunto más numeroso asiste a una charla formal en una pequeña Sala de Actos del primer piso del Colegio. En ella, el escritor se explaya sobre su propio hacer y sobre la temática recurrente en su obra. Cabe aclarar -aunque tal vez sea una obviedad- que los alumnos habían leído a Borges.

Si bien estas actividades se relacionaban con la Academia de Literatura Santa Teresa de Jesús, en realidad estaban informalmente llevadas a cabo por entusiastas seguidores de su carismático profesor.

Esta singular experiencia -que se supone guardada en el corazón de sus actores- culminó en un hecho también poco conocido fuera de los ámbitos cotidianos de sus actores. Pues por último, catorce cuentos de ocho autores del grupo conformado alrededor de la figura de su profesor fueron publicados por el Departamento de Letras del Colegio de la Inmaculada Concepción. Con el título de "Cuentos Originales" e impreso en la desaparecida editorial Castellví, en 1965, se edita y se presenta este libro que seguramente conservan como un tesoro los creadores y sus familiares. Y no es para menos, pues está prologado por Borges. "Es verosímil que alguno de los ocho escritores que aquí se inician llegue a la fama, y entonces, los bibliófilos buscarán este breve volumen... El alma de los jóvenes es espontáneamente hospitalaria, debemos aprovechar esa hospitalidad que no excluye ninguna faceta del múltiple universo, para la disciplina de la educación del goce estético... Este libro trasciende su originario propósito pedagógico y llega, íntimamente, a la literatura", dice entre otros conceptos.

El libro se cierra con palabras del Prefecto General de Estudios del Colegio, Luis J. Totera SJ quien -junto con otras consideraciones- apunta que "No es común que alumnos de quinto año lleguen a escribir cuentos como los que acaba de conocer el lector" y termina deseando "que este acorde no desaparezca en el olvido, sino que resuene... en los evocadores patios y aulas que fueron testigos de la generación de estas narraciones".

Los cuentos que fueron seleccionados para su edición, pertenecen a José H. Cibils, Julio C. de la Torre, Carlos Ghiara, S. Oscar Grassi, Jorge Milia, Julio O.Peña, Ubaldo Pérez y Rogelio Pfirter.

Todos los datos han sido extraídos del libro. Lo que éste no señala es quién era el profesor capaz de estas acciones inusitadas: traer a Borges y a otros escritores de renombre a charlar con sus alumnos, lograr que ellos escriban cuentos que siguen siendo valiosos a la distancia, editar un libro de cuentos, que lo prologue el mismo Borges. Cabe aquí, entonces, decirlo: era Jorge Mario Bergoglio, S J, hoy cardenal primado de la Argentina. Privilegio doble, como se ha señalado, el de estos jóvenes. Alguno de ellos -hoy- guarda como un tesoro la "carpeta de Literatura" con las acotaciones de Bergoglio. Y por supuesto, ejemplares del libro. Se ignora si alguno de los autores ha seguido el camino de las letras.

Este libro, sin embargo, tal vez sea -como anunciaba Borges- para bibliófilos, por el sólo hecho de ser él su prologuista. Enhorabuena si también lo es por la actividad literaria de alguno de los participantes de esta singular aventura.


Fuente : El Litoral

Borges y Bolaño: una conversación. Por Alan Pauls

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 Conferencia del escritor argentino en el marco del curso de posgrado internacional “Escrituras: Creatividad Humana y Comunicación” de la FLACSO Argentina.

Alan Pauls (Buenos Aires, 1959) es escritor, periodista, guionista y crítico de cine. Se licenció en Letras y fue docente de teoría literaria en la Universidad de Buenos Aires. A finales de los 80 trabajó como columnista de cine y literatura en programas como ‘Cable a Tierra’, ‘Badía & Cía’. Publicó su primera novela, El pudor del pornógrafo, en 1984, a la que siguieron algunos títulos destacados como Wasabi o Historia del llanto. Su novela El Pasado, ganadora del Premio Herralde en 2003, ha sido adaptada al cine por el director argentino-brasileño Héctor Babenco. Ha sido guionista de películas dirigidas por Eduardo Calcagno, su hermano Cristian Pauls y Fito Paez: Los enemigos (1983); Sinfín (1986); El censor (1995); Vidas privadas (2001); Imposible (2003); y es autor del guión para televisión de La Era del ñandú (1987), dirigido por Carlos Sorín. Como ensayista ha escrito sobre Manuel Puig, Roberto Arlt, Lucio Victorio Mansilla y Jorge Luis Borges, entre otros. Ha trabajado como periodista en el suplemento cultural del diario porteño Página/12, fue jefe de redacción de la revista Página/30, y subeditor del suplemento Radar. También ha ejercido de presentador del ciclo televisivo ‘Primer plano’, un programa de cine. Fundó la revista ‘Lecturas críticas’, una publicación de investigación y teoría literaria.

Fuente : Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales – FLACSO Argentina

Borges en 3D

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Cómo se vería la biblioteca de Babel

Un ex programador de San Francisco, Jamie Zawinski, decidió renderizar sus bocetos de la biblioteca ilimitada y periódica que imaginó Borges.

“El universo (que otros llaman la Biblioteca) se componte de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías hexagonales, con vastos pozos de ventilación en el medio, cercados por barandas bajísimas. Desde cualquier hexágono se ven los pisos inferiores y superiores: interminablemente. La distribución de las galerías es invariable. Veinte anaqueles, a cinco largos anaqueles por lado, cubren todos los lados menos dos; su altura, que es la de los pisos, excede apenas la de un bibliotecario normal. Una de las caras libres da a un angosto zaguán, que desemboca en otra galería, idéntica a la primera y a todas. A izquierda y a derecha del zaguán hay dos gabinetes minúsculos. Uno permite dormir de pie; otro, satisfacer las necesidades finales. Por ahí pasa la escalera espiral, que se abisma y se eleva hacia lo remoto”, arranca Borges su descripción de ese infinito intolerable. En todo el texto hay desparramadas marcas precisas que a alguien se le podría ocurrir tomar como indicaciones para la construcción de esa biblioteca “ilimitada y periódica”.

Bueno, hubo alguien. Y otros antes que él que lo hicieron distinto. Pero al menos se puede decir con seguridad que él es el último. Hace dos semanas, Jamie Zawinski publicó en su blog los bocetos digitales 3D que hizo con Sketchup de la Biblioteca de Babel de Borges. ¿Y quién es Jamie Zawinski? Es un ex programador que ahora es dueño de una disco y de una pizzería que no cierra nunca, en San Francisco. Como programador, entre otras cosas, fue uno de los fundadores de Netscape y Mozzilla. “La Biblioteca es una esfera cuyo centro cabal es cualquier hexágono, cuya circunferencia es inaccesible”, con líneas como esas tuvo que vérselas, igual que todos los que antes lo intentaron –en su criterio, fallando–.

Acá se pueden ver sus primeros intentos, sus correcciones, sus idas y vueltas: que la escalera sí, que el espejo no, que la baranda bajísima, que los corredores de esto o aquel modo. Acá se pueden ver nuevas versiones, también se pueden leer los comentarios que le dejan los lectores, con sugerencias, reclamos y mensajes increíbles –para un concurso de obsesivos. Una le dice: “Espero que cuando termines con el render de la biblioteca, te pongas con el del Aleph”.
“Cuando se proclamó que la Biblioteca abarcaba todos los libros, la primera impresión fue de extravagante felicidad. Todos los hombres se sintieron señores de un tesoro intacto y secreto. No había problema personal o mundial cuya elocuente solución no existiera: en algún hexágono. El universo estaba justificado, el universo bruscamente usurpó las dimensiones ilimitadas de la esperanza”, escribe Borges. Esperanza: ¿es eso lo que llevó a Zawinski a intentarlo?

Ir a la Biblioteca de Babel de Jaime Zawinski : https:

Fuente : Eterna Cadencia

Fuente Foto : https://www.jwz.org/blog/2016/10/the-library-of-babel-again/

LA REPRESENTACIÓN DEFINITIVA DE LA BIBLIOTECA DE BABEL EN 3D ________________________________________

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La biblioteca de Babel según Jamie Zawinski
  
   En el relato «La biblioteca de Babel», publicado en Ficciones, Borges imagina una biblioteca que parece infinita, compuesta por un número indefinido de galerías hexagonales, idénticas y conectadas entre sí, cada una con cinco largos anaqueles y un total de treinta y dos libros iguales. En cada uno de ellos habría 410 páginas, con 40 renglones por página y 80 símbolos por renglón. Aunque las combinaciones posibles en todos esos libros sean finitas, son tan inabarcables para el ser humano que en la práctica es una biblioteca infinita, o en palabras del escritor, «ilimitada y periódica», símbolo del Universo mismo porque contendría todos los libros posibles, ordenados de forma arbitraria. Teniendo en cuenta las combinaciones posibles, un cálculo de los libros contenidos en la biblioteca sería de 251,312,000 o de 1.956 × 101,834,097, lo que supondría que la biblioteca tendría unas 10611,364 habitaciones.
Uno de los hexágonos según Jamie Zawinski
  
   A lo largo del tiempo artistas y diseñadores aficionados a Borges han intentado recrear visualmente la arquitectura de la biblioteca, como recoge en su blog el programador Jamie Zawinski. Hay incluso quien se ha atrevido a hacerla realidad de una manera virtual. La única pega, afirma Zawinski, es que esos intentos no son totalmente fieles al texto. Hay ilustraciones que no incluyen la sala de descanso, el lavabo ni el pasillo; otras no tienen el número de puertas adecuado en cada hexágono; o no sitúan bien la escalera en espiral. Algunas de estas representaciones son alucinantes, como la de Érik Desmazières, la de Andrew DeGraff o la de Kate y Andrew Bernheimer. El problema es la exactitud con el original.


Detalle de un hexágono según Jamie Zawinski
  
    Según el texto borgiano en cada hexágono solo hay una puerta que da al pasillo, pero para conectar los hexágonos se requieren más de una puerta por cada uno. Hay cuatro paredes y no cinco con estanterías y cada pared tiene una única estantería. Si cada una de ellas contiene 35 libros de 410 páginas, aún contando con que el papel de los libros sea grueso, las habitaciones son más pequeñas de lo que normalmente se representan. Zawinski ha intentado recrear la biblioteca infinita de la forma más escrupulosa posible, gracias al programa de diseño en 3D Sketchup. Con todo, el diseñador tampoco está completamente satisfecho, ya que en su versión no hay escaleras y hay huecos extraños entre las habitaciones.

   La obsesión de Zawinski con interpretar cada detalle de la biblioteca con minuciosidad según la descripción de Borges recuerda al empeño de los misteriosos moradores de la biblioteca por descifrar sus misterios. El diseñador se pregunta, por ejemplo, hacia dónde puede llevar la escalera de caracol y plantea la posibilidad de que sirva para ventilar los hexágonos, aunque admite que no deja de ser una interpretación peregrina. O no, porque no deja de ser ficción y cualquier posibilidad está en potencia en el texto de Borges. ¿Acaso no estarán las representaciones de la biblioteca infinita dentro de la propia biblioteca infinita, que lo alberga todo? Es la magia inagotable de Borges.

Fuente : La Piedra de Sísifo


La Mendoza borgeana llega a la TV

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Sobre Borges. Conversaciones en el Laberinto es una serie de ocho capítulos, conducida por Claudia Piñeiro y filmada en San Rafael. Se estrena este jueves por Acequia.

Al frente. La escritora Claudia Piñeiro en el Laberinto de Borges en la finca Los Álamos.

Desde la emblemática finca Los Álamos, de San Rafael, la afamada escritora Claudia Piñeiro se da cita con distintos referentes de la cultura para profundizar en la vida y la obra de Jorge Luis Borges. 

La serie documental Conversaciones en el laberinto, filmada a fines de julio, llegará esta noche a la televisión mendocina.

Se trata de una nueva coproducción del canal Acequia con Encuentro, que se verá los jueves a las 21 por la señal pública local y el canal porteño (señal 21 de Supercanal Digital).

El programa propone conocer y explorar en la literatura del autor de El Aleph de la mano de la autora Claudia Piñeiro mediante entrevistas a reconocidos escritores argentinos como Liliana Bodoc, Jorge Aulicino, Carlos Gamerro, Guillermo Martínez, Gonzalo Aguilar, Vlady Kociancich, Juan Sasturain y Martin Kohan.

El ciclo, de ocho capítulos de media hora, va en busca de las huellas de Borges en la finca Los Álamos, ubicada en San Rafael, donde el escritor pasó allí varios veranos.

En este sitio emblemático vivió Susana Bombal, la escritora que transformó la estancia en un refugio de poetas y artistas en los años '40. Durante esos años, el autor de Ficciones junto a Manuel Mujica Láinez, Raúl Soldi y Héctor Basaldúa, entre otras personalidades pasaron sus veranos dejando pinturas, manuscritos y versos inspirados en la finca y en su dueña.

Ahí mismo, en ese contexto verde se construyó el Laberinto de Borges, hoy visitado por miles de turistas que al año recorren el Sur mendocino. De casi dos hectáreas, el Laberinto fue creado con ocho mil arbustos Boj (cerco inglés siempre verde), que visto desde el aire forma, a modo de homenaje, el apellido en espejo de uno de los máximos intelectuales argentinos. El lugar, de la familia Aldao, ubicado a 10 kilómetros del centro de San Rafael, es una de las fincas más antiguas de Mendoza.

Esta producción se da a modo de conmemoración por el 30º aniversario de la muerte del gran escritor argentino nacido el 24 de agosto de 1899 en Buenos Aires.

Para conocer el detrás de escena, este jueves a partir de las 20.30 se emitirá el especial Detrás del Laberinto.

Fuente : Diario Uno – Mendoza
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