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Borges y la Librería Mitchell`s

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"(...) En Buenos Aires, el estupor que me produjo su olvido se repitió. Ante los once deleitables volúmenes de las obras de Emerson, en el sótano de la librería inglesa de Mitchell, encontré,  una tarde, a Patricio Gannon. "

Tomado de J. L. Borges,
"La otra muerte",
en El Aleph, (1949).

  
"(...) En lo que se refiere a libros [Borges] tenía una naturaleza adquisitiva. Se sentaba en el suelo y empezaba a retirar libros de los estantes más bajos. Los examinaba y los leía con la página casi tocándole la nariz. ( Le vi hacer esto en casa de los Bioy, en la biblioteca pública en donde era un modesto empleado y en Mackern`s y Mitchell`s, las librerías inglesas, donde era conocido y se le permitía revolver todo lo que quisiera). "

Tomado de Estela Canto,
 Borges a contraluz, Espasa Calpe,
Madrid, 1989, pág. 31.



La Librería Mitchell´s

Mitchell´s English Bookstore fue fundada en el año 1907 por Edwuard Bellet Mitchell, nacido en Londres en 1867 y muerto en Buenos Aires el 17 de Julio de 1949. Primitivamente, la librería ocupó un local de la calle Cuyo, hoy Sarmiento, al 600, de donde se mudó a Cangallo 580, finca lindera con Gath y Chaves. El dueño de la casa, antes se había desempeñado como empleado en el ferrocarril del Sur y luego como dependiente en las librerías de John Grant y en la de Guillermo Bremer.

La buena suerte quiso que un día Mitchell fuera agraciado con el premio mayor de la lotería y ese hecho feliz varió su destino, decidiendo trabajar por cuenta propia. Hombre sobrio, disciplinado y de férrea voluntad, pronto logró acreditarse en la profesión librera. Su casa habría de conquistar gran reputación como el centro más completo y surtido en obras clásicas y modernas de literatura en idioma inglés. El establecimiento consolidó su prestigio con la incorporación al mismo de Miguel, Arturo y Juan Regan, quienes actuaron, respectivamente, como gerente, empleado y contador de la empresa. Poco después, formarían parte de la firma, quedando prácticamente al frente de su giro comercial. Mitchell, a su vez, decide trasladarse a Londres, en cuya ciudad permanece la mayor parte del año para atender mejor los intereses de la librería y efectuar directa y personalmente las compras. De este modo, lograba también la prioridad en el servicio puntual de las novedades con destino a la casa de Buenos Aires.

Esta se hallaba instalada en un salón de grandes dimensiones que era, al propio tiempo, un punto estratégico de reunión para la colectividad británica, pues a lo largo de Cangallo se distribuían numerosos comercios de esa nacionalidad, entre los que figuraban las librerías de Perkins, John Grant y Robert Grant, estas últimas independientes entre sí, ya que sus propietarios, no obstante la identidad de apellido, no tenían vinculación alguna de parentesco. Mitchell´s English Bookstore, en sus primeros tiempos, explotaba, además del ramo de la librería propiamente dicha, cuyo fondo estaba constituido exclusivamente por material impreso en inglés, los renglones de papelería fina, útiles de escritorio, fantasías y anexos. Bajo este último aspecto, conviene señalar que fue la primera casa que tuvo la iniciativa de importar a Buenos Aires las famosas plumas estilográficas de Londres –entonces se las llamaba lapiceras-fuente-, a cuyos fines creó Mitchell un servicio especial de reparaciones a cargo del hijo homónimo, el cual se había especializado en la misma fábrica extranjera. La casa disponía, igualmente, de algunos artículos y productos que, por entonces, gozaban de gran aceptación en el público. Entre ellos, la tinta Stephen, las plumas Perry, la goma de pegar marca Gloy y un sinfín de curiosidades presentadas a títulos de cosas originales, tales, por ejemplo, el chewing gum o goma masticable, máquinas de afeitar, colonias, jabones, cosméticos, etcétera.
Mitchell trajo al país los primeros libros de texto para la enseñanza del idioma inglés y, simultáneamente, difundió en Londres y Buenos Aires, una nutrida serie de tarjetas postales en colores que reproducían escenas de costumbres, tipos, edificios y paisajes de la vieja capital del Río de la Plata, todos ellos extraídos de láminas de los primeros pintores y litógrafos argentinos.

La librería contó, por otra parte, con una amplia y distinguida clientela porteña, aparte, naturalmente, de la de origen británico y estadounidense, que consideró siempre a la casa como la preferida de la ciudad. La frecuentaron, en distintos períodos, Joaquín V. González, el general Julio A. Roca, lector asiduo de los clásicos ingleses, al igual que el hijo del mismo nombre, Enrique Larreta, Mariano de Vedia y Mitre, Rafael Alberto Arrieta, Fernando Pozzo, el general Agustín P. Justo, Victoria Ocampo, Jorge Luis Borges y algunos ilustres visitantes extranjeros, de paso por Buenos Aires, como Rabindranath Tagore, Franklin D. Roosevelt, etcétera. 

El alma y el nervio impulsor de la librería era el gerente, don Miguel Regan, un irlandés culto, afable con el público y comprensivo con el personal de la casa, el cual veía en él una prenda de estímulo y garantía. Entre 1916 y 1925 Mitchell’s acrecentó el fondo de su casa, incorporando al mismo las existencias de las librerías de Guillermo Bremer y John Grant, ésta muy próxima a su domicilio, en Cangallo 491. A Bremer le compró, inclusive, un letrero luminoso muy original y llamativo que servía de señuelo y propaganda a su comercio. Era una especie de farol de cristal que se hallaba suspendido al frente o entrada de la calle Florida 333 –luego pasó a ocupar el mismo lugar en la librería de Mitchell- y ostentaba la imagen de la bandera británica con sus colores.

El recuerdo de Mitchell’s perdura, especialmente, por la edición que hiciera de dos álbumes históricos de vistas y escenas de la antigua ciudad de Buenos Aires. En 1910 encargó a Londres una reproducción fotográfica de Recuerdos del Río de la Plata, de Carlos E. Pellegrini, aparecida por primera vez en nuestra capital, por la Litografía de las Artes, en 1841. En 1944, por los talleres gráficos de Sebastián de Amorrortu, de Buenos Aires, estampó una edición facsimilar de dos mil ejemplares de Picturesque illustrations of Buenos Ayres and Montevideo, 24 vistas tomadas por el marino inglés E. E. Vidal, sobre la base del texto original hecho en Londres en 1820 por R. Ackermann.

En 1941 falleció Miguel Regan, el animador de la librería, y más o menos por la misma fecha se retiró de la misma el fundador, don Eduardo Mitchell. Estos hechos fueron el principio del fin. Después de una etapa crítica, se constituyó una sociedad cooperativa con los antiguos empleados de la casa. No obstante esos esfuerzos, las dificultades se multiplicaron y la librería se declaró en estado de quiebra a mediados de 1955.

Tomado de Buonocore, Domingo;
Libreros, editores e impresores de Buenos Aires,
Bowker Editores, Buenos Aires, 1974

Fuente  :  Portal del  Libro





  

Documento : Jairo y Jorge Luis Borges - 1977

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El cantante Jairo, cantautor argentino nacido en Cruz del Eje -Córdoba y Jorge Luis Borges se reunieron en Canal 11 de Buenos Aires en 1977. Jairo cantó obras de Borges.
Programa Siglo 20

Fuente : You Tube

Polonia - Akademicki Chór Uniwersytetu Gdańskiego

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El  Akademicki Chór  de la Uniwersytetu Gdańskiego,  interpreta Jacinto Chiclana de Jorge Luis Borges Y Astor Piazzola en la ciudad de Gdańsk , Polonia.


Coro Académico de la Universidad de Gdansk

El Coro Académico de la Universidad de Gdansk fue fundado en 1971. En su larga trayectoria, ha participado en numerosos países como: Austria, Bélgica, Bielorrusia, Bulgaria, Dinamarca, Francia, España, Holanda, Alemania, Suiza, Suecia, Hungría, Italia, EE.UU, Corea del Sur y China. Cabe destacar que, en varias ocasiones realizó conciertos en la ciudad del Vaticano para el Papa Juan Pablo II.
Además de interpretar obras a capella de compositores polacos y extranjeros de diferentes estilos musicales y épocas, posee en su repertorio oratorios de Bach y obras de Beethoven, Bernstein, Brahms, Bruckner, Duruflego, Fauré, Haydn, Haendel, Mahler, Mozart, Orff, Puccini, Zimmermann. Dentro de su colección se incluyen los estrenos de obras de compositores polacos contemporáneos como Czaji, Czyzewski, Głowskiego, entre otros.
A partir de 1992, Marcin Tomczak asume el rol director de orquesta y director artístico del Coro, puesto que aún ocupa.
Desde 1994, opera en conjunto con la Academia Europea de Coros, coordinado por el Collegium Musicum de la Universidad Jan Gutenberg en Maguncia. Gracias a esta colaboración los cantantes del coro de la Universidad de Gdansk pudieron grabar varios CD´S, por ejemplo con la Orquesta Sinfónica Sudwestdeutchen Rundfunk (Baden-Baden/Freiburg).


Fuente : You Tube - Noche de gala

https://www.youtube.com/watch?v=LJ_kn8ZYJ0I

http://www.centrodelconocimiento.misiones.gov.ar/index.php/pt/actividades-mnuteatro-139/1535-noche-de-gala-con-coro-de-la-universidad-de-gdansk-de-polonia.html




En honor a Borges

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 Jimena Silva Cubillos

Casi 10 años le tomó al coleccionista de arte y editor de libros italiano Franco María Ricci realizar uno de sus más ambiciosos proyectos: un laberinto vegetal de ocho hectáreas. Ubicado en Fontanellato, cerca de Parma, en el norte de Italia, es reflejo de su admiración por el escritor argentino Jorge Luis Borges.
  
Franco María Ricci dejó todo para trabajar por concretar un sueño. Un día hace diez años este coleccionista, bibliófilo, editor de arte y diseñador nacido en Parma renunció a su empleo, vendió la editorial FMR y anunció que se dedicaría a cultivar su jardín. Sus conocidos nunca imaginaron que se refería a un laberinto.



El Laberinto de la Masone -como ha sido bautizado- es un parque cultural concebido para atraer al público a conocer su fundación; iniciativa que se traduce en un museo donde se exhibe una colección de más de 500 piezas entre pinturas, esculturas y objetos de arte que datan de los siglos XVI al XX, una biblioteca especializada en tipografía y diseño gráfico con 15.000 volúmenes, y espacios para eventos y exposiciones temporales. Los edificios fueron proyectados por Pier Carlo Bontempi, a base de ladrillos, mientras que la geometría del parque es obra de Davide Dutto. El conjunto fue pensado para relajarse, disfrutar y admirar la belleza, pero también busca ser un aporte al valle del Po, región geográfica del norte de Italia a la que pertenece.

-Para las construcciones recurrí a un arquitecto local, famoso por su gusto y perspectiva neoclásica. Y empecé a trabajar la parte botánica con el arquitecto Dutto porque me propuso un interesante proyecto editorial: utilizar un nuevo software para reconstruir la isla de Citera, el lugar descrito en el más preciado de los libros impresos, "El Sueño de Polífilo", publicado en 1499 por Aldus Manutius -explica Ricci, quien asoció esas imágenes con un laberinto porque siempre le han fascinado: "Junto a los jardines, se encuentran entre las invenciones más antiguas de la humanidad. Es una creación del poder y una fuente de confusión; reflejan nuestra experiencia perpleja de la realidad".

El proyecto del laberinto también tuvo su origen en una promesa que Franco María Ricci le hizo, en 1977, a su amigo, el célebre escritor argentino Jorge Luis Borges, que siempre estuvo fascinado por su simbología como una metáfora de la condición humana. Para definir su trazado, se inspiraron en un patrón de laberinto romano -tienen ángulos rectos y se dividen en cuadrantes-, aunque tampoco presenta un diseño común porque incluye algunas "trampas por aquí y por allá" (uniones y callejones sin salida). Su perímetro recrea una estrella con ocho puntas, constituida por cuadrados vegetales que se interconectan y encierran. Al centro, alberga uno de los edificios principales, y este a su vez rodea un patio. En ese sector también hay una capilla católica en forma de pirámide, en conmemoración de la antigua relación entre los laberintos y la fe.

La estructura -que se extiende sobre una superficie de ocho hectáreas y contiene tres kilómetros de recorridos- está hecha de distintas variedades de bambú. Escogieron esta planta porque además de ser fácil de cultivar, muy bonita y de crecimiento rápido, no pierde todas sus hojas en el invierno, no se ve afectada por enfermedades y purifica el aire del dióxido de carbono.

-Mi pasión por el bambú -esa planta elegante, que rara vez se utiliza en el oeste, especialmente en Italia, donde a menudo es confundida con cañas- me dio el material para el proyecto -afirma Franco María Ricci. En total, usaron sobre 200.000 matas, principalmente de tres especies, cuyas alturas varían entre 30 cm y 15 metros.

Pensado como propuesta cultural de ensueño, casi surrealista, donde pasear y reflexionar, el Laberinto de la Masone recién abrió a público hace poco más de un mes. "El propósito de esta creación es ser el instrumento para un viaje de nuestra mente; la expresión práctica de perdernos nosotros mismos, sin ansiedad, con el fin de encontrarnos de nuevo".

Fuente : El Mercurio  -  Chile  -  sábado, 18 de julio de 2015



¿Qué tiene que ver Borges con Google y un hotel infinito?

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El origen del cuento El Aleph y del nombre de Google tienen mucho que ver con el trabajo del matemático David Hilbert con el infinito.

JUAN MANUEL  SABUGO

Unos arriesgados empresarios deciden construir el hotel más grande del mundo. Pero quieren estar seguros de que nadie les pueda hacer la competencia jamás. Piensan en dotarlo con 1.000 habitaciones, 10.000 habitaciones, 100.000 habitaciones. Sin embargo temen que, con los años, alguien construya uno con una habitación más. Consultan a los más prestigiosos pensadores y reflexionan acerca de cual puede ser la solución. Finalmente toman una decisión: construir un hotel con infinitas habitaciones. La idea no es que tenga una cantidad innumerable de habitaciones. No. Lo que quieren es que, literalmente, tenga infinitas habitaciones.

Una vez inaugurado y en un alarde de eficiencia empresarial, el gerente del hotel consigue colgar el cartel de "Completo". Todas y cada una de las infinitas habitaciones están ocupadas. Sin embargo el destino quiere poner en aprietos a nuestro eficaz director. Una persona de muy alta posición decide hospedarse en el hotel. ¿Cómo poder encontrar una habitación libre en un hotel de infinitas habitaciones ocupadas?

Se le ocurre una idea. Decide hacer una llamada a todos los huéspedes pidiéndoles, por razones de seguridad, que se trasladen a la habitación contigua. De esta forma el huésped de la habitación 23 debe mudarse a la habitación 24, el de la 666 a la 667, el de la 778.216 a la 778.217 y el de la habitación número 1 a la habitación número 2. Una vez realizado el traslado, el nuevo cliente recibe la llave de la habitación 1. La única libre.

¿Y si vienen infinitos huéspedes nuevos?

Los días transcurren en calma mientras el director del hotel utiliza su gran truco para hospedar a cuantos nuevos clientes desean dormir en el hotel. Sin embargo el destino le ha preparado una dura prueba. Esa noche llega un representante de una agencia de viajes con una estupenda noticia. Tiene contratada una excursión de infinitos viajeros y necesita habitaciones para todos. El gerente piensa en las posibles ganancias que le puede aportar esta operación, pero ¿cómo hacerlo? El hotel está completo. Ha sido capaz de hospedar a un número finito de nuevos clientes, pero ¿qué hacer con infinitos huéspedes nuevos?

No hay nada mejor que los problemas para agudizar el ingenio. Nuestro sagaz gerente tiene una idea. Decide mover de nuevo a todos los huéspedes. Les pide que se trasladen a la habitación con el número resultante de multiplicar por 2 su habitación actual. De esta forma el huésped de la habitación 2 se trasladará a la habitación número 4, el de la 3 a la 6, el de la 4 a la 8, etc. Una vez realizado el traslado todos los clientes del hotel se encuentran en habitaciones pares quedando libres las habitaciones impares. Como el número de las habitaciones impares es infinito, da orden de que sean ocupadas por los infinitos viajeros de la excursión. De nuevo el hotel se encuentra completo y todos los nuevos clientes hospedados.

David Hilbert, el creador del Hotel Infinito

El 23 de enero de 1862 nació el matemático alemán David Hilbert, sin duda uno de los grandes. Participó en el desarrollo de nuevas herramientas matemáticas necesarias para el desarrollo de la mecánica cuántica y la relatividad general. De hecho se le atribuye, antes que al propio Einstein, el descubrimiento de las ecuaciones correctas para la teoría de la relatividad general. Justo con la entrada del siglo XX presentó 23 problemas que marcaron el rumbo de las investigaciones matemáticas de las sucesivas décadas.

Pero posiblemente su trabajo más popular fue el relacionado con la teoría de los números transfinitos (bautizados así por su colega alemán Georg Cantor), donde no todos los infinitos son de la misma categoría. Hilbert utilizó la metáfora del Hotel Infinito para ilustrar las paradojas que nacen de los conceptos de diferentes categorías de infinitos. Incluso Jorge Luis Borges, el genial escritor argentino, utilizó uno de estos conceptos para dar nombre y argumento a uno de sus memorables cuentos: El Aleph.

Y no hay dos sin tres

En 1938 el matemático norteamericano Edward Kasner trató de comparar y diferenciar en su libro Las Matemáticas y la Imaginación el concepto de infinito frente al concepto de grandísimo. Para ello utilizó el número googol, un término inventado por su sobrino de 9 años Milton Sirotta, al que Kasner asignó un valor de 10100 (un uno seguido de 100 ceros =10 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000).

En 1997 dos jóvenes, Larry Page y Serguéi Brin estaban buscando un nombre para su nuevo buscador de Internet y encontraron el concepto de googol que hacía mención a la enorme potencia de búsqueda en la red. Debido a su pronunciación en inglés cometieron un error al escribirlo y terminó siendo Google. El resto ya es historia.

Fuente : Libertad Digital


Documento : Radio Nacional de España - Diálogos con Borges en Madrid en 1983

PAUL THEROUX READS JORGE LUIS BORGES

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Paul Theroux reads Jorge Luis Borges's short story "The Gospel According to Mark" and discusses Borges with The New Yorker's fiction editor, Deborah Treisman. "The Gospel According to Mark" was published in The New Yorker on October 23, 1971.

Paul Theroux lee a JORGE LUIS BORGES

Paul Theroux lee el cuento de Jorge Luis Borges "El Evangelio según San Marcos" y discute Borges con el editor de ficción de The New Yorker, Deborah Treisman. "El Evangelio según San Marcos", fue publicado en The New Yorker el 23 de octubre de 1971.

Ir al audio en ingles :



HUMORISTA DESCONOCIDO

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Borges no sólo cantaba tangos, sino que también escribía historietas

Escribe ISMAEL CANAPARO

Entre 1933 y 1934, introdujo textos propios sobre el periodismo y la literatura de la época en una tira denominada “Peloponeso y Jazmín”, que publicaba el diario Crítica.

El hallazgo de varios casetes de medio siglo atrás, con diversas conferencias sobre el tango que Jorge Luis Borges dio en Buenos Aires, provocó cierto revuelo en el mundo literario argentino y español. La imprevista traducción apareció ahora de la mano de su viuda, María Kodama, en la Casa del Lector de Madrid, entidad dedicada a la promoción de la lectura, junto con la Fundación Borges. Allí irán a parar el imprevisto descubrimiento, junto a un CD y un libro con los audios y las transcripciones de aquellos coloquios.

Por la propia Kodama, se supo una reiteración que siempre fue evidente: “A Borges le gustaban mucho los tangos de la Guardia Vieja”, agregando algo escasamente conocido: el escritor detestaba a Carlos Gardel. “Siempre decía que Gardel hizo del tango algo sentimental y llorón”. También apuntó que “solía tararear las canciones que sabía, pero las que más le gustaba eran las que no tenían letra”.

En un mundo tal, en el que arte y técnica se hallan por completo escindidos, sólo es posible reunirlos a través de la casualidad. De allí el tono satírico que hacía Borges en aquellas charlas de 1965, de allí las revelaciones del autor de “El Aleph”, algunas conocidas y otras no, como así también de sus constantes ironías. Más allá de la curiosidad, cuando se trata de reinstalar una mirada tanguera (con o sin la vehemencia romántica borgiana), un poco de revuelo no viene nada mal.

Como ella misma lo confesó, María Kodama adquirió años atrás la fuerte necesidad de encontrar trozos de las diversas actividades que desarrolló Borges a través de sus 87 años de vida y pegarlas en un árbol que ella llamó “confidencias”, todavía inédito. Hace poco tiempo atrás me la encontré casualmente en el aeropuerto de Barajas y tuvimos una linda charlas informal, mientras esperábamos el vuelo a Buenos Aires. 
Le contaba una anécdota desconocida que tuvo el escritor como protagonista, cuando llegó a Junín en los setenta y quiso recorrer la calle que lleva el nombre de su abuelo, el Coronel Francisco Borges. Casi como un rayo, la viuda buscó su cartera. Sacó una libreta y anotó, puntillosamente, cada párrafo de aquella situación.

La “Revista Multicolor”

El diario Crítica publicó entre agosto de 1933 y octubre de 1934, a modo de un gran avance editorial, un suplemento literario llamado la “Revista Multicolor”, que aparecía los sábados, dirigido por Jorge Luis Borges y Ulysis Petit de Murat. La saga, integrada por ocho páginas ilustradas, tenía un formato de 58 por 45 centímetros y alcanzó un total de 61 números editados.

La elección de autores que interesaban a Borges en esa época es obvia y conocida. Por un lado, Chesterton, H.G. Wells, Bernard Shaw, Jack London, Kipling, Novalis, O´Neill, Hudson, Bret Harte, Marcel Schowb. Por otro, Xul Solar, Vicente Rossi, Manuel Peyrou, Santiago y César Dabove, entre los nacionales. No es todo: hay también una serie de relatos que Borges retomará después en la “Antología de la literatura fantástica”, de 1940, realizada en colaboración con Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares o en “Los mejores cuentos policiales”, de 1943, junto a Bioy y, además, algunos textos de los que dará su propia versión en “Cuentos breves y extraordinarios”, de 1955, nuevamente con Bioy.

“Peloponeso y Jazmín”

En esta historieta, Borges y Petit buscaron hacer algo diferente, especialmente en las líneas y réplicas de los personajes. Peloponeso es un hombre prehistórico que se encuentra con un dinosaurio y lo amaestra, aunque finalmente el animal termina casi adoptando a su patrón. No hay ninguna preocupación por la verosimilitud de lo que se cuenta y son en especial las contestaciones de los protagonistas las que le otorgan un carácter delirante, a través de alusiones a la historia, al mundo de los años treinta, a los aparatos modernos, al cine, al deporte, a la literatura.

Hay diálogos que no pueden provenir de ninguna manera del original. Es el caso de las menciones a la ciudad de Buenos Aires. Por ejemplo: “Esperame junto al pasaje Barolo”, “Esto se pone peor que Buenos Aires cuando llueve”, que bien podría fácilmente trasladarse a los momentos actuales, o “Tomá este paquete de serpentinas por si te ocurre ir al corso de Belgrano”. Se encuentran también referencias a costumbres o acontecimientos culturales de la ciudad, como: “Que salga el Tony” o “Prohibida la venta de El fuego de Barbusse” y “Sin novedad en el frente de Remarque”, dos de los grandes éxitos popular de la época.

Por otra parte, los personajes hablan en porteño y más aún, acumulan juegos de palabras. Peloponeso al refugiarse en la copa de un árbol dice: “El médico me recomendó que no me tome la copa, pero no me queda otro remedio”. Y, en el mismo número, al entrar a una gruta persiguiendo a un animal prehistórico: “El plato no es de mi paladar, pero ya que estoy en la boca de la garganta entraré sin tocar la campanilla”.

Todo un pretexto inteligente

La historieta, insertada en la “Revista Multicolor” de Crítica, es una muestra de la manera astuta y humorística con la que se pudo apropiar de un espacio destinado a sacar a los lectores del ámbito de lo estrictamente literario. Y en tal caso, es posible reconocer la marca del Borges de los años 20 y 30, cuya práctica literaria está marcada por lo contextual . Marcas que luego, hacia la década del 50 y sobre todo a partir de la primera edición de las “Obras completas”, él mismo se encargará de ir borrando y atenuando. 

Lo cierto, es que los diálogos funcionaban como un pretexto para situar los debates de los intelectuales argentinos a comienzos de los años 30, convirtiendo a la historieta en un verdadero campo de batalla literario. Además, los ataques de esas historietas recuerdan a las parodias de Borges y Bioy Casares en la década siguiente, publicadas con el seudónimo Bustos Domecq, junto a las sátiras que aparecieron en la revista “Los anales de Buenos Aires”.

Fuente :  La verdad on line


LA DIALÉCTICA DE HEREJÍA Y AUTORIDAD EN BORGES Y CARPENTIER

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Eleni Kefala  

Universidad de St Andrews, Escocia


Este ensayo es un estudio comparado del cuento de Jorge Luis Borges “El evangelio según Marcos” (1970) y la novela de Alejo Carpentier El reino de este mundo (1949). Ambos casos tratan de la recepción de la cultural colonial europea por el Otro, aquí identificado con los gauchos (Borges) y los esclavos negros (Carpentier). Me concentraré en dos ejemplos emblemáticos de 'herejía' religiosa y cultural donde dos textos fundamentales de la civilización occidental son (para usar un término familiar de Borges) irreverentemente apropiados y su autoridad colonial es desplazada. Antes de hacer esto, me referiré brevemente a la noción de la traducción cultural como desplazamiento y transformación.

En su ensayo 'La traducción como metáfora: tres versiones de Borges' (1975), Alfred J. MacAdam menciona que (C1) “toda literatura [...] es translatio (transferencia, traducción entre tradiciones, individuos y lenguas)” (748). Esta noción de la traducción como transferencia invoca a la teoría de Bhabha sobre la traducción cultural. Refiriéndose a la novela de Salman Rushdie Los versos satánicos (1988), Bhabha corrobora en su libro La ubicación de la cultura (1994) que lo que hace el autor indio es traducir, dislocar el Corán de su contexto religioso y trasladarlo al espacio profano de 'la novela de migraciones culturales y diásporas de la posguerra' (226). Explica que Rushdie socava la autenticidad del Corán “a través del acto de la traducción cultural”, hibridizando lo religioso con lo blasfemo. Rushdie, según Bhabha, pone en cuestión la autoridad del Corán tocándolo de una manera imaginativa, crítica e irreverente y, en particular, traduciéndolo desde la perspectiva de lo que él denomina “relativismo histórico y cultural” (226). Además, Bhabha entiende la hibridez como “el tercer término”, el elemento indecidible (ni europeo, ni indio, ni negro ni blanco); “el tercer término”, según Bhabha, niega el discurso autoritario del colonialismo provocando “una crisis para cualquier sistema de autoridad” (114). En realidad, Bhabha atribuye una fuerte función política al “Tercer Espacio” de la traducción cultural y la hibridez (que también llama “intersticio”). El crítico afirma que es “en el proceso de la traducción y el desplazamiento” en el que “el objeto de la política está inscrito” y que (C2) el “énfasis en la representación de lo político sobre la construcción del discurso es la contribución radical de la teoría de la traducción” (26-27). Asimismo, refiriéndose a la traducción del Corán que hace Rushdie, dice (C3): “A lo mejor la traducción no es una transición suave, una continuidad consensual, sino la configuración de la reescritura disyuntiva de la migratoria experiencia transcultural” (226). Para él, la traducción cultural desestabiliza y desacraliza la superioridad cultural mediante la iniciación de “un constante estado de contestación y cambio” entre distintos sistemas culturales de significación (227-28).

A pesar de la fuerte resonancia política del término, que está ausente en la obra de Borges (al menos de una manera obvia y directa), el concepto de la traducción como transferencia, dislocación y apropiación tal como lo propone Bhabha es bastante informativo en cuanto a la noción borgiana de la traducción como malentendido, apropiación y transformación. Según Bhabha, (C4) “el problema de la interacción cultural aparece sólo en los límites significadores de las culturas, donde los significados y valores son (mal)leídos” y “los signos son malversados” (34). El cuento de Borges “El evangelio según Marcos” desarrolla de manera ejemplar la noción de la traducción cultural como apropiación y malentendido. La trama se desarrolla en una estancia pampeana donde un joven bonaerense, Baltasar Espinosa, está veraneando (el nombre de Espinosa naturalmente nos hace recordar al filósofo holandés, Baruch Spinoza, uno de los favoritos de Borges). Mientras el dueño de la estancia no está, un temporal de lluvias inunda la zona, atrapando a Baltasar y al gaucho Gutre y su familia en la estancia. Los Gutres, que se han olvidado de su remoto pasado europeo, son analfabetos, por ende representan una sociedad precivilizada. Durante su estadía, Espinosa encuentra en la casa una Biblia y empieza a leerles El evangelio según Marcos. Unos días después, Gutre pregunta a Espinosa si Jesús permitió que lo crucificaran para salvar al hombre de sus pecados y Espinosa, aunque ateo, contesta afirmativamente. Ese mismo día los Gutres piden a Espinosa su bendición y lo empujan a la parte trasera de la casa. A través de la puerta, Espinosa puede ver que han preparado una cruz y están a punto de crucificarlo.

La crucifixión de Espinosa es debida al malentendido cultural entre, por una parte, el hombre “civilizado” de Buenos Aires (connotativamente, uno de los fundadores de la filosofía occidental) y, por otra parte, los “bárbaros” gauchos de la Pampa (Borges pone en escena la dicotomía sarmentina entre civilización y barbarie). Efectivamente, la estancia pampeana registra muy gráficamente el “intersticio” de Bhabha, el “entre-lugar”, o lo que Borges llama “orillas”, es decir, el espacio entre la vasta topografía de la Pampa y el paisaje urbano de Buenos Aires donde la tradición criolla y la modernidad convergen y colisionan. Metonímicamente en este “entre-lugar” los latinoamericanos, según Borges, pueden apropiarse de distintas culturas. Eso es precisamente lo que Bhabha llama “el entre-lugar” de la traducción, donde (C5) “los pasajes y procesos intersticiales de la diferencia cultural [...] están inscritos” (217). Dentro de este tercer espacio de la traducción cultural, la Biblia, como el texto fundamental de la civilización occidental, es heréticamente traducido, mal-leído, dislocado y apropiado por los “incivilizados” gauchos que transforman la crucifixión de Jesucristo en un bárbaro sacrificio, y por lo tanto hibridizan (o calibanizan, para usar un término más conocido en la teoría latinoamericana) lo religioso con lo blasfemo. Por una parte, Espinosa lee a los Gutres El evangelio según Marcos como una historia cuya trama es apasionante en sí misma. Por otra parte, los Gutres interpretan la historia literalmente (recuerden que están listos para crucificarlo), por ende heréticamente; la interpretan como un drama que debería realizarse. En definitiva, el cuento de Borges es un paradigma de herejía y traducción cultural, y de la irreverencia a través de la cual las culturas en general, y la argentina en particular, se apropian, calibanizan y canibalizan los discursos coloniales religiosos y culturales. Evidentemente, el cuento afirma la noción que propone Bhabha de la identidad cultural que “está construida a través de un proceso de alteridad” (175) y, yo añadiría, de un proceso de herejía desde el punto de vista monológico y monolítico del colonizador.

Cabe destacar que Borges centra su atención en el aspecto creativo de los desplazamientos que se forman a través de los procesos de herejía e irreverencia, procesos que él reconoce como prácticas comunes en la producción literaria y cultural en América Latina en general y en Argentina en particular. Por ejemplo, en su famoso ensayo “El escritor argentino y la tradición” (1953), Borges afirma que el principio subyacente en dicha producción es la irreverencia, debido al hecho de que los escritores argentinos se apropian de diversos elementos culturales porque participan en la cultura europea, al mismo tiempo que se distancian de ella. (C6): “Creo que los argentinos, los sudamericanos en general”, dice Borges, “podemos manejar todos los temas europeos, manejarlos sin supersticiones, con una irreverencia que puede tener, y ya tiene, consecuencias afortunadas” (1996, 1: 273).

Además, el cuento de Borges es literalmente un caso de lo que Bhabha llama “signos tomados por milagros” (102-22). El texto está en dialogo con lo que el crítico irónicamente llama el “Libro Inglés” o el “Libro Europeo”: es decir, la Biblia que los misioneros ingleses tradujeron para ofrecérsela a los nativos de la India, África y el Caribe durante el siglo diecinueve (102-23). Igual que el evangelio en el cuento de Borges, “el descubrimiento del libro inglés” por los nativos, afirma Bhabha, (C7) “es simultáneamente un momento de originalidad y autoridad”. Y añade: “También es un proceso de desplazamiento que, paradójicamente, hace la presencia del libro milagrosa hasta tal punto que es repetido, mal-leído y desplazado” (102). Como los gauchos en el cuento de Borges, los nativos de la India hibridizan la Biblia traduciéndola y transfiriéndola a su propio contexto cultural. Bhabha da como ejemplo lo que pasó en el norte de la India, donde los nativos “pidieron un evangelio indianizado [...] usando el poder de la hibridez para resistirse al bautismo y poner el proyecto de la conversión en una posición imposible” (118). Otros, según Bhabha, estaban dispuestos a ser bautizados pero se negaron a tomar el santísimo sacramento apelando a la dieta hindú, mientras que muchos hindúes recibieron el libro inglés “como una novedad y una deidad doméstica” (117, 120). Obviamente, en la Pampa argentina tanto como en el norte de la India, el evangelio (y su autoridad colonial) es mal-leído, apropiado, traducido y dislocado por el Otro, el ‘hereje’.

Volviendo al caso del escritor cubano Alejo Carpentier, su concepto de “lo real maravilloso” está inextricablemente relacionado con las nociones de herejía, hibridez y traducción cultural. La maravillosa realidad latinoamericana que plantea Carpentier en su famoso Prólogo a la novela El reino de este mundo (1949) y más tarde en otros ensayos es precisamente el producto del encuentro entre los discursos coloniales europeos y las tradiciones no europeas en el Caribe (francesas y españolas – indígenas y africanas) (C8):
Lo real maravilloso [...] [es] patrimonio de la América entera, donde todavía no se ha terminado de establecer [...] un recuento de cosmogonías. [...] Por la virginidad del paisaje, por la formación, por la ontología, por la presencia fáustica del indio y del negro, por la Revelación que constituyó su reciente descubrimiento, por los fecundos mestizajes que propició, América está muy lejos de haber agotado su caudal de mitologías. (1983, 2: 16-17)

Carpentier emplea la noción de “lo real maravilloso” y una lengua literaria neo-barroca para crear así una ficción que pueda alojar la hibridez cultural y la realidad barroca de América Latina. Su concepto de la maravillosa realidad latinoamericana amplifica el campo exegético de la teoría y cultura latinoamericanas, y por lo tanto permite que múltiples e inagotables realidades coexistan. Carpentier proyecta “lo real maravilloso” en contra del discurso colonial europeo y se esfuerza por construir una fuente de identidad latinoamericana autóctona que privilegie la cultura híbrida frente a oposiciones bipolares, como, por ejemplo, civilización y barbarie, primermundismo y tercermundismo, orden colonial y caos local, países desarrollados y subdesarrollados, etcétera. Por eso en el final de su Prólogo, por una parte, afirma, refiriéndose a su novela, que “todo resulta maravilloso en una historia imposible de situar en Europa”, mientras, por otra parte, plantea la pregunta retórica: “¿Pero qué es la historia de América toda sino una crónica de lo real maravilloso?' (1983, 2: 18).

Como hemos visto, Bhabha entiende la hibridez en términos de violencia, desplazamiento y dislocación, y en ese sentido la obra de Carpentier cabe en sus teorías casi perfectamente (en realidad anticipándolas medio siglo). ¿Cómo? Su concepto de “lo real maravilloso”considera precisamente las dislocaciones del encuentro colonial con la diferencia. Un caso ejemplar de estas dislocaciones se puede encontrar en el capítulo “San Trastorno”, con la presencia de los curas negros que combinan prácticas católicas y vudúes (C9):
Fue entonces cuando aparecieron en los campos unos sacerdotes negros sin tonsura ni ordenación que llamaban los padres de la Sabana. En lo decir latines sobre el jergón de un agonizante eran tan sabios como los curas franceses. Pero se les entendía mejor, porque cuando recitaban el Padre nuestro o el Avemaría sabían dar al texto acentos e inflexiones que eran semejantes a las de otros himnos por todos sabidos. (1985: 82)

Igual que el caso de los gauchos pampeanos y los nativos de la India, los haitianos transforman, distorsionan y traducen el “Libro Europeo” (aquí, los himnos católicos) dentro de su propio contexto cultural y religioso. Usando el poder de la hibridez, los nativos interpretan oraciones católicas a través de himnos vudúes, desafiando a la vez el discurso institucional de la Iglesia Católica, puesto que los curas no tienen tonsura y no están ordenados. Otra vez el discurso colonial es apropiado y desplazado por el Otro, el ‘hereje’, que, como en el caso de los Versos satánicos de Rushdie, hibridiza lo religioso con lo blasfemo a través del acto de la traducción cultural, generando así una nueva forma híbrida que, en este caso, no es ni católica, ni vudú.

Sin embargo, el ejemplo más fascinante y a lo mejor más entretenido se puede encontrar en el capítulo “La hija de Minos y Pasifae”. Ahí, la actriz francesa de segunda fila, Mademoiselle Floridor, “débil como pocas en artes falatorias” (48) y “rechazada por los teatros de París a causa de su escasa inteligencia dramática” (49), les recita a los esclavos negros una escena de la Fedra de Racine, recordándoles su barbarie frente a su propia civilidad. Sin embargo, su autoridad cultural es irrevocablemente socavada por los Otros, los “bárbaros”, porque, igual que los Gutres en el cuento de Borges, los esclavos toman su actuación literalmente, pensando que ella es una prostituta que se ha escapado de la policía francesa (C10):

Estupefactos, sin entender nada, pero informados por ciertas palabras que también en créole se referían a faltas cuyo castigo iba de una simple paliza a la decapitación, los negros habían llegado a creer que aquella señora debía haber cometido muchos delitos en otros tiempos y que estaba probablemente en la colonia por escapar a la policía de París, como tantas prostitutas del Cabo, que tenían cuentas pendientes en la metrópoli. (1985: 50)

 En conclusión, la Fedra de Racine y El Evangelio según Marcos, dos ejemplos emblemáticos de la autoridad colonial, tanto religiosa como cultural, son traducidos, malinterpretados y dislocados por los Otros. Por lo tanto, la autoridad y la superioridad del discurso colonial son desplazadas por el “tercer” elemento, la forma herética, lo indecidible. Tanto Borges como Carpentier demuestran cómo la autoridad (cultural) es socavada y finalmente subvertida por la herejía (cultural). Este discurso herético (la “consecuencia afortunada” según Borges, y “lo real maravilloso” según Carpentier) es producto de un proceso de traducción cultural sumamente efectivo y creativo. Un proceso que, por una parte, desestabiliza la autoridad colonial mientras que, por otra parte, constituye la base de la formación cultural dentro y fuera de América Latina. 

Fuente : 
Revista Bimestre de la Sociedad Económica de Amigos del País
Fundada en 1831
Avenida Salvador Allende No. 710 e/ Soledad y Castillejo, Habana, Cuba








"The bus", una tira cómica que mezcla a Dalí con Borges, Escher y The Twilight Zone

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Paul Kirchner es el genial autor de la reflexiva y surrealista tira cómica sobre un autobús municipal. Esa tira, "the bus", provee un punto de partida ideal para la fértil imaginación de Kirchner, en la tira explora diversas variaciones de futilidad y desastres, inspirada tanto por The Twilight Zone como por Godzilla y también por las pinturas de Salvador Dali y M.C. Escher.

"El humor está inspirado en la alocada lógica de los dibujos animados de Warner Brothers; la paranoia del programa de televisión The Twilight Zone; así como en las ilustraciones surrealistas de Bosco, Magritte, Dalí, y Escher. Escher, con seguridad, aunque las tiras cómicas me recuerdan sobre todo la filosofía lúdica, impasible, descrita en la obra de Jorge Luis Borges ".

Paul Kirchner


Galería de imágenes








































Fuente : Cultura Inquieta


Una lamentable equivocación de Hemingway y de Borges

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 Por Humberto Acciarressi -

Con esa ironía que lo caracterizaba, Jorge Luis Borges manifestó en una oportunidad que Ernest Hemingway se mató cuando advirtió que no sabía escribir. Esto no pasaría de un chiste borgeano, si no fuera porque en varias cartas personales, el propio autor de “Por quién doblan las campanas” parece confirmar esa amarga sospecha. Lo cual, aclaremos, no significa que ni uno ni otro tuvieran razón. Incluso vayamos un poco más lejos. Hemingway, con su amor a las lidias de toros, la participación en varias guerras, el entusiasmo por el whisky y las mujeres, sus jactancias, sus bravuconadas,  tuvo que ser un escritor demasiado "brutal" para el creador de "El aleph". Lo que Borges justificaba y admiraba en un compadrito del sur de la provincia de Buenos Aires del siglo XIX, no se lo podía tolerar a un escritor.

Más incomprensible es el temor del propio Hemingway, tan pedante en cada uno de sus actos, tan altisonante en sus relaciones. Todo, sin embargo, puede explicarse. Y para eso es menester aproximarse a lo que ocurrió en su vida desde el 21 de Julio de 1899 -fecha de su nacimiento en Oak Park, Estados Unidos- hasta la aciaga madrugada del 2 de Julio de 1961, cuando mordió el caño de su escopeta preferida y se voló los sesos. Ya en alguna oportunidad, escribimos que este artista que creció odiando la escuela y jactándose de sus puños, fue uno de los más contradictorios hombres de letras. Mientras se mandaba la parte con anécdotas inventadas de su etapa de soldado en el frente italiano, leía con entusiasmo y sin bullicio a Flaubert, Tolstoi, Dostoievski, a su amado Joyce. Odiaba al intelectual típico y por eso gritaba: "También los que no somos ni pálidos ni enclenques podemos usar la cabeza".

Su vida fue de pasión en pasión; el camino de su infierno personal no le dio respiro; disfrutó y sufrió como varios de sus colegas ilustres de la "generación perdida"; cambió de esposas como de amantes (de una de ellas, Pauline Pfeiffer, se separó no menos de 17 veces). Lo único que parecía mitigar los sinsabores que se empeñaba en ocultar era escribir, y así nacieron obras como "El viejo y el mar", "Adiós a las armas", "Por quién doblan las campanas", "Tener o no tener", sus cuentos y sus crónicas periodísticas. Para ejecutar esa obra se levantaba de madrugada, se servía un vaso de whisky y se pasaba horas de pie -jamás sentado- frente a su Corona portátil. Cuando vivió en Cuba, en su Finca Vigía, compartió su vida con 52 gatos, 16 perros, 100 palomas y dos vacas. Borges tenía razón: Hemingway creía que no sabía escribir. Ambos estaban tan equivocados que parece inconcebible imaginar la literatura sin este escritor del que han tomado cosas (tono de los diálogos, las frases cortas, etc) varias generaciones.

Fuente  :  La Razon  -  Argentina  -  21 JUL 2015



Jorge Luis Borges y los superhéroes

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Jorge Luis Borges, fue  un escritor de indiscutible talento y con una obra muy influenciada por la literatura inglesa. Y como si se tratara de una retroalimentación, él mismo y su obra, influenció en ciertos guionistas ingleses que desembarcaron con éxito en las más grandes editoriales estadounidenses, especialmente DC Comics.

El propio Alan Moore, Neil Gaiman y hasta Grant Morrison han reconocido las influencias del escritor argentino en su trabajo. Y se nota, se nota mucho.

No hay lector o crítico de cómics que no halague la habilidad de Alan Moore en revitalizar un personaje que podría haberse quedado atrapado simplemente en ser la creación de Len Wein y Bernie Wrightson.
Sin embargo, lo trasformó y estableció pautas esenciales, dándole forma definitiva a la mitología del personaje y cómo debía ser tratado. Es en esta etapa donde nace John Constantine, uno de los personajes esenciales para la creación del universo Vertigo.

Pero quiero detenerme en un número en particular, el 62 de esa época, titulado "Wavelength".
Curiosamente, ese número no fue escrito por Moore sino por un guionista suplente que hasta el momento se había desempeñado como dibujante. Estoy hablando de Rick Veitch.
Este número en particular transcurre durante el arco argumental en que Swamp Thing es exiliado al espacio y navega de planeta en planeta cruzándose con otros personajes del panteón de DC como Adam Strange, Hawkman y, el que nos interesa, Darkseid.


 En la historieta, Swamp Thing ocupa el lugar de la silla que transporta a Metron y juntos creen haber tropezado con una singularidad cósmica que el explorador espacial ha estado buscando. Pero Darkseid se ríe de él porque lo que encontró es, en realidad, un Aleph.
Si nos remitimos al cuento de Jorge Luis Borges, nos encontramos que un Aleph es un punto omnipresente en toda la creación, pudiendo ser testigo del pasado, presente y futuro de todos los universos existentes.
Y es esa misma explicación que el señor de Apokolips le da a Metron. Incluso, en una de las viñetas dentro del Aleph se hace referencia a Borges mencionando a “un escritor ciego en Buenos Aires”. Luego de ese encuentro, Swamp Thing prosigue su viaje, esperando poder regresar a la tierra.


El caso de Grant Morrison es bastante diferente. Mientras que el relato de Veitch esta “inspirado” en un cuento de Borges, el primer arco argumental que Morrison escribió para The Doom Patrol (“Crawling from the Wreckage”) está claramente copiado de “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”, otro cuento de Jorge Luis Borges. Vean sino las similitudes.

En Tlön, Uqbar, Orbis Tertius Borges nos cuenta la historia de cómo él y su amigo Bioy Casares rastrean el origen de las referencias de esas extrañas tierras en tan sólo algunos ejemplares de ediciones apócrifas de la enciclopedia británica.
En esa búsqueda descubren que esas referencias son invenciones de un historiador que originó, en ciertos lectores, que creyeran en la existencia real de Tlön y así sumaran más referencias y descripciones de esas tierras y su cultura. En síntesis, la consecuencia de tanta gente creyendo en su existencia es que acabaría tomándose una realidad inevitable.

En el arco argumental de Morrison, además de presentar nuevos personajes y definir una nueva línea en que transcurrirán las historias de The Doom Patrol, se presenta la invasión del reino de Orqwith en nuestra realidad como consecuencia de lectores que comienzan a creer en su existencia.

Pero Orqwith es una invención, convenida entre filósofos, narradores e historiadores. Finalmente, uno de los miembros originales del grupo, Robotman, confronta a los regentes de Orqwith con su no existencia y reducen (porque a esas alturas es imposible detenerla) la invasión de ese reino en nuestra realidad. Cosa que, en algún punto del futuro lejano, acabaría ocurriendo.

Cómo notarán, el parecido es demasiado asombroso como para pensarlo como una “coincidencia”, o enmascararlo en un homenaje. ¿Qué opinan ustedes? ¿Han encontrado otras historias demasiado parecidas a obras literarias?

Fuente : Comics Batanga.com

Borges y la Luna

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 La llegada del hombre a la Luna fue la única oportunidad en la que el escritor argentino Jorge Luis Borges quiso sentarse frente al televisor para seguir una historia, relata su viuda, María Kodama, en una entrevista que publicó el diario español El País.

“Por el alunizaje fue la primera, única y última vez que se sentó frente al televisor para que le describiera lo que veía”, señala Kodama en la charla, en la que habla asimismo sobre la aventura que ambos vivieron al hacer un viaje en globo que sobre California y que se cuenta en el libro Atlas (Sudamericana, 1984).

Como ninguno de los dos tenía televisor, trajeron uno de la parte del servicio. “Le iba describiendo paso a paso lo que hacían los astronautas. Le encantó. No le gustaba la tele, pero aquello le gustó”.

“No quiero ponerlo en boca de él, pero por lo que me decía creo que lo vivía como la victoria de lo que aparentemente para la gente sin imaginación es algo fantástico, un cuento, directamente algo que no existía”, explica.

Kodama rememora además aquel viaje en globo y asegura que el entusiasmo de Borges se debía a todas las historias de la literatura fantástica de los viajes en globo y por el viaje a la Luna. Por su ceguera, los organizadores incluso quisieron convencerlo de que no se subiera, pero no lo consiguieron.

Kodama, que se casó con Borges al final de su vida pero que lo acompañó desde los 16 años, preside actualmente la Fundación Internacional Jorge Luis Borges. Durante la charla con El País también subraya la ética del escritor y confirma la versión “no oficial” que siempre ha asegurado que el Comité Nobel nunca le dio el premio por haber viajado al Chile del dictador Augusto Pinochet y haberse reunido también con el presidente de facto argentino Jorge Rafael Videla.

Cuando iba a recoger el doctorado honoris causa en la Universidad de Chile en 1976, Borges recibió una llamada en la que desde Estocolmo le recomendaban no ir, señala Kodama. Al final de la conversación, el autor de El Aleph afirmó: “Mire señor, yo le agradezco su amabilidad, pero después de lo que usted acaba de decirme mi deber es ir a Chile. Hay dos cosas que un hombre no debe permitir: sobornar o dejarse sobornar”.

“Fue genial, yo lo adoré más que nunca. ¿Quién por sus ideas soporta algo tan tentador?”, explica Kodama.

Fuente : El Litoral

Las Moîras y el Laberinto en la lírica borgeana: la fusión de dos mitos griegos

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Silvana Pfeiffer

Universidad Nacional de Río Cuarto

RESUMEN
La originalidad literaria de Jorge Luis Borges se advierte, entre otros aspectos, en su particular empleo de los mitos procedentes de los más diversos ámbitos culturales. En este trabajo se consideran, precisamente, las innovaciones que efectúa el autor al vincular dos mitos helénicos: el de las Moîras y el del Laberinto.

ABSTRACT
The literary originality of Jorge Luis Borges is notable in his peculiar employment of myths proceeding from diverse cultural ambits. The purpose of this paper is to analyze the innovations that Borges effect when he links two Hellenics myths: the myth of the Moîras and the myth of the Labyrinth.


El mito ha constituido, en el mundo helénico, el punto de partida para las más diversas reflexiones en torno de la existencia humana. A lo largo del tiempo, gran número de mitos griegos han sido retomados por hombres de distintas épocas y culturas (incluso en aquellas firmemente adheridas a las exigencias de la racionalidad) para formular interrogantes e iniciarse en la búsqueda de respuestas a los mismos. En nuestros días, junto a la rehabilitación de diversos aspectos que escapan a una racionalidad estrechamente concebida en épocas pasadas, el mito recupera un espacio significativo.

Esta revaloración ofrece el marco para el presente trabajo, que centra su atención en la resignificación que adquieren en la poesía de un escritor argentino del siglo XX, Jorge Luis Borges, dos mitos que forman parte del acervo cultural heleno, el del Laberinto y el de las Moîras.
Una de las figuras más poderosas en toda la obra narrativa y lírica de Borges es la del Laberinto. En las piezas del autor abundan los laberintos, que ocupan espacios reales e ilusorios y se multiplican infinitamente. Asimismo, la figura de las Moîras cumple un papel destacado en esas composiciones, en las cuales estas deidades, conservando los atributos con que fueron presentadas por autores griegos, aparecen también con rasgos propios que les aplica el poeta argentino.

El propósito concreto de este trabajo es demostrar los efectos de la particular innovación que realiza Borges al entrecruzar esos dos mitos en su obra lírica. Para ello se considera esta última con un procedimiento que se funda en los postulados teóricos del análisis filológico-literario, establecidos por Schleiermacher y Dilthey en el siglo XIX, proseguidos por Heidegger y Gadamer en la centuria siguiente, y aplicados al campos específicamente literario por Leo Spitzer. En primer lugar, entonces, se efectuará el análisis a partir de los sustantivos y adjetivos que revelan el mencionando entrecruzamiento, y, en un segundo momento, se hará lo propio atendiendo a los vocablos que no aluden simultáneamente a ambos mitos.

II

Este apartado se destina a considerar el ya señalado entrecruzamiento de los mitos del Laberinto y de las Moîras1 que se observa en los poemas de Borges. En primer lugar, se tomarán como eje del análisis cuatro sustantivos que, al mismo tiempo, aluden al producto del hilado (lo cual indica la acción de las Moîras) y sugieren la función de atrapar (lo cual insinúa la imagen del Laberinto). Ellos son: "red", "telaraña", "maraña" y "trama". Posteriormente, se considerarán adjetivos que indiquen la actividad de las Moiras y la índole confusa del Laberinto.

El poema "El Golem" (OM 201) incluye el sustantivo "red", que hace referencia al producto de la tarea de tejer y, en este sentido, se puede considerar como la vida del hombre, que es aquello que las Moiras regulan con su tarea. La función de atrapar que posee la red queda subrayada por el participio "aprisionado". Quien se encuentra en esta situación es el Golem, un muñeco que, según el poema, es "aprendiz de hombre". En consecuencia, puede decirse que es el mismo hombre quien está atrapado en la red, y así lo expresa la construcción comparativa: "Gradualmente se vio (como nosotros) /

Aprisionado en esta red sonora / [...]".2 El adjetivo "esta" hace concreto y cercano al sustantivo "red"; el otro modificador, el adjetivo "sonora" seguido de un modificador indirecto compuesto por nombres propios (vocablos que adquieren tal carácter en el poema por estar escritos con mayúscula, lo cual acentúa su importancia), indica que los elementos que componen la red son palabras que ubican al Golem en una serie de relaciones temporales (Antes, Después, Ayer, Mientras, Ahora), espaciales (Derecha, Izquierda) y personales (Yo, Tú, Aquellos, Otros). La presentación de un Laberinto constituido por palabras establece una notable innovación en este mito.

El sustantivo "red", en "A un poeta menor de la Antología" (OM 184), cumple la función de predicativo ("los días son una red de triviales miserias"): se equipara "días" con "red". Con anterioridad, en el mismo poema, aparecen los días del poeta menor como tejedores de dicha y dolor; ahora, hay una visión más generalizada, puesto que no se especifica a quién pertenecen los días. El dinamismo de la acción de estos, implícito en el verbo "tejieron", se diluye en el verbo "son"; el pretérito perfecto simple de aquel verbo, al indicar una acción acabada, contrasta con el carácter permanente que sugiere el tiempo presente en "son": los días que tejieron ya no existen ("¿Dónde está la memoria de los días /  [...]"); los días son, ahora, el producto de esa tarea: una red. El modificador indirecto de este sustantivo ("de triviales miserias") subraya únicamente el aspecto negativo del objeto directo de "tejieron" ("dicha y dolor") y le añade un matiz de insignificancia.
"Elvira de Alvear" (H 123) presenta un modificador indirecto de "red" que sustituye el elemento habitual para la constitución de ese "tejido-laberinto" (los hilos) por las "causas"; este sustantivo, por la racionalidad que sugiere, se opone al carácter arbitrario de la Moîra. Los adjetivos que modifican a "red" le transfieren prerrogativas propias de la divinidad: un carácter ilimitado, tanto en lo temporal ("infinita") como en lo espacial ("ubicua"), con la omnipotencia que ello implica. Hay, por lo tanto, un desplazamiento de la divinidad que las Moîras tienen en el mito hacia el producto que estas elaboran, el cual, como se dijo, sugiere el Laberinto. Así, este último recibe en el poema rasgos que no posee en el plano mítico.

Esa transferencia de las prerrogativas de la divinidad al Laberinto se advierte también en los poemas "El hilo de la fábula" (C 61), "El laberinto" (ES 325) y "Laberinto" (ES 326). Los sustantivos "redes" (en los primeros) y "maraña" (en el último) poseen un modificador indirecto ("de piedra") que, por la dureza que sugiere, aumenta el carácter opresivo implícito en aquellos y guarda correspondencia con la inflexibilidad e impersonalidad de la Moîra. En "Laberinto", el adjetivo "interminable", que modifica a "piedra", no sólo acentúa la naturaleza opresiva del Laberinto, sino que transfiere a este el carácter infinito propio de la divinidad. En "El laberinto", la proposición subordinada adjetiva que modifica a "redes" ("que me cercan") agudiza la imagen de opresión que ofrece el sustantivo. Aquí, además, el hecho de que ni el mismo dios supremo del Olimpo pueda deshacer esas redes otorga al Laberinto la inflexibilidad de la Moîra y la permanencia y el poder de la divinidad.

Los modificadores del sustantivo "red" (el adjetivo "vasta" y la proposición subordinada adjetiva "que tejen todas las arañas del mundo"), en "Alguien sueña" (C 44), al mismo tiempo que indican la amplitud del producto del hilado, subrayan su función de atrapar, ya que lo presentan como el resultado del tejido de las arañas.

Ese acercamiento de la imagen de la red a la de la telaraña se hace explícito en "Los espejos" (H 121), donde uno de los modificadores ("vertiginosa") del sustantivo "telaraña" acentúa los rasgos propios del Laberinto, y el otro modificador ("su") indica la pertenencia de aquella a los espejos. La vinculación de estos últimos con ese objeto tramposo se reafirma con la expresión "Nos acecha el cristal. [...]". Una vez más se observa la transferencia del poder de las Moîras al Laberinto que es producto de su acción, pero en este poema, además, la identificación del Laberinto con los espejos extiende ese poder hasta abarcar ámbitos ilusorios. En este sentido, hay un acercamiento al poema "A cierta sombra, 1940" (ES 327-328), que vincula las redes con la actividad onírica y literaria.

La figura de la telaraña se esboza en "La tentación" (OT 394), donde el núcleo de la aposición identifica a Rosas con una "araña", en tanto que el adjetivo "recóndita" sugiere la índole incognoscible de esta última y se corresponde, así, con el carácter misterioso de las Moîras.
Un sustantivo que también ofrece la imagen de prisión y que incluso acentúa los rasgos de confusión y complejidad (podría decirse "de Laberinto") es "maraña". Este sustantivo se encuentra en "Jonathan Edwards (1703-1785)" (OM 230), composición que presenta al prisionero ubicado con precisión: "En el centro puntual de la maraña / [...]". La "Araña", aposición de "Dios", cumple la función que las Moîras tienen en el mito, puesto que su tarea es tejer, pero aquí aparece atrapada en el centro de lo que ella misma ha creado. Esta imagen está anticipada, en cierto modo, en "Mateo, XXV, 30" (OM 188), donde los trenes construyen aquello que los atrapa: laberintos de hierro. Sin embargo, en el poema que ahora se está considerando, la figura del creador adquiere mayor relieve por el empleo de mayúsculas, el agregado de la aposición y la presencia del circunstancial de lugar. No obstante, ese creador se encuentra atrapado por su criatura.

Si se relaciona "Jonathan Edwards (1703-1785)" (OM 230) con "Edgar Allan Poe" (OM 232) y "A cierta sombra, 1940" (ES 327-328), se advierte con mayor claridad que el Dios o Araña es el poeta, y la maraña, la poesía. La imagen de esta última como Laberinto es sugerida por el adjetivo "complejo" en  "Edgar Allan Poe" y por el objeto directo de "teje" ("Redes de pesadillas") en "A cierta sombra, 1940". Ahora bien, la divinidad aparece sin ninguno de los poderes que le son propios, con excepción del de crear. Las características que las Moîras tiene en el mito se transfieren a lo creado, al Laberinto de la poesía: esta es fuerte, poderosa, perdurable; puede decirse que es divina. El poeta es prisionero de esa divinidad y es divino él mismo, únicamente porque puede crearla. La criatura supera al creador.

La "Milonga del forastero" (HN 529) alude a la maraña de manera indirecta, a través de los verbos "cruzan" y "enredó", y del sustantivo "madeja". La brevedad de las proposiciones donde se encuentran esos verbos, el tiempo presente de "cruzan", la sucesión prácticamente inmediata de "enredó" (que, por estar conjugado en pretérito perfecto simple, designa acción puntual: lo que se está haciendo en la primera proposición ya se efectuó en la segunda) y la presencia (en las dos proposiciones) del adverbio "ya" (que sugiere inmediatez temporal), proporcionan una imagen de dinamismo y simultaneidad. A esto se suma el sustantivo "madeja", que designa, no el producto, sino el elemento con el cual se realiza el tejido. La maraña,  entonces, no tiene un carácter estático, acabado; así, se atenúa la imagen opresiva propia del Laberinto.

Una figura semejante a la de la red, pero que acentúa la idea de complejidad y de opresión presentes en "maraña" y "telaraña" es la que ofrece el sustantivo "trama". Este sustantivo aparece modificado por el adjetivo "oscura", que le transfiere el carácter insondable de la Moira y de la divinidad en general, en "Nubes II" (C 57), poema que presenta como hilos de la trama a esos elementos de la naturaleza.

La trama es equiparada con el tiempo en "Heráclito" (ES 315) y "Rubaiyat" (ES 330): en este, mediante la mención de ese sustantivo; en aquel, a través de la sugerencia que produce la colocación de la tercera persona del singular del verbo "ser" conjugado en futuro simple, presente y pretérito perfecto simple del modo indicativo, lo cual da una imagen dinámica del tiempo. Ahora bien, el verbo aquí elegido y su sustantivación mediante la anteposición del artículo dan un matiz de permanencia que relativiza ese dinamismo y se corresponde con el carácter de las Moîras y de la divinidad. La oración interrogativa ("¿Qué trama es ésta / del será, del es y del fue?") transfiere la índole enigmática de estas diosas al producto de su acción.

El sustantivo "trama", en "Rubaiyat", además de estar equiparado con el tiempo, posee modificadores que indican su variedad ("diversa") y su carácter insustancial ("[...] de sueños ávidos que somos / Y que el secreto Soñador dispersa."); aquella se relaciona con los componentes de la trama: todos los hombres. La presentación de estos como "sueños" susceptibles de ser diseminados se opone a la imagen fuerte y compacta que ofrece la trama. Las características míticas de las Moîras, implícitas en este sustantivo, quedan anuladas por sus modificadores, que lo vinculan con los hombres. La insignificancia de estos se traslada al tejido del cual ellos mismos forman parte.

El tiempo es el ámbito en el cual se constituye la trama en "Caja de música" (HN 514), tal como lo indica el circunstancial. Quienes la elaboran y, por lo tanto, realizan la actividad de las Moîras son las gotas que se desprenden de la clepsidra; en este sentido, hay una divergencia respecto del mito, puesto que en este la acción es externa, mientras que en el poema quienes tejen la trama son, por así decirlo, los "hilos" de la misma. Esta inmanencia se acentúa por el hecho de que esta trama, constituida con y por el elemento que indica el paso del tiempo, también se forma en el tiempo. 

Ahora bien, la acción de tejer, implícita en el sustantivo "trama", es reemplazada por el verbo "repiten", lo cual otorga a aquella y, en consecuencia, al tiempo, un carácter circular que queda reforzado cuando se dice de las gotas de la clepsidra que "Son un ayer que vuelve". Los adjetivos que modifican a "trama" se presentan en dos pares, cada uno de ellos antitético: el primero, "eterna y frágil", manifiesta el doble carácter del tiempo, infinito si se lo considera en su totalidad, pero fugaz en cada uno de los momentos de su transcurso; el segundo par, "misteriosa y clara", muestra la índole, a la vez incognoscible y manifiesta, de lo que transcurre. Los dos primeros adjetivos de cada par señalan los rasgos propios de la divinidad que tienen las Moîras y los transfieren a esa trama que sugiere el Laberinto; los dos restantes muestran aspectos acordes con la condición de las gotas, pero impropios de las Moîras y de la divinidad: con ello, se relativiza el carácter divino de aquel.

También se advierte la vinculación de la trama con un tiempo ilimitado en el poema "Cosas" (OT 378), donde aquella aparece constituida, en parte,  por un hecho al cual la frase verbal "ha cesado" ubica en el pasado. Los circunstanciales de negación ("no") y de modo ("de algún eterno modo") relativizan esa ubicación, en tanto que el verbo "es" da al sujeto un carácter presente que se corresponde con la inmovilidad que sugiere el adjetivo "eterno".

Otras composiciones muestran una trama formada por relaciones lógicas. Así, en "Qué será del caminante fatigado..."3 y "Al iniciar el estudio de la gramática anglosajona" (H 150), los sustantivos "trama" y "urdimbre", respectivamente, tienen un mismo modificador: "de efectos y de causas". No se menciona ningún otro elemento como constituyente de aquellas. Los otros modificadores otorgan al producto del hilado las prerrogativas propias de la Moîra y de la divinidad: en "Al iniciar el estudio de la gramática anglosajona",  infinitud ("infinita"); en "Qué será del caminante fatigado...", misterio ("[...] que ningún hombre puede / predecir, y acaso ningún dios"), inflexibilidad y poder ("fatal"). En este último poema, la incapacidad de penetrar ese misterio se extiende (aunque de manera condicional) a la misma divinidad que, en este sentido, aparece equiparada con el hombre frente a la trama. Una vez más, los atributos divinos se transfieren al Laberinto.

El sustantivo "orden" y su modificador "secreto", en "Metáforas de las Mil y Una Noches" (HN 511), sugieren que aquello que gobierna la trama posee un carácter lógico y misterioso. En este sentido, hay coherencia  con el mito en lo que respecta a los rasgos de las Moîras y a su tarea rectora. La trama es equiparada con una obra pictórica. Los sustantivos y adjetivos que se refieren a esta ("caos", "azar", "vértigo", "irresponsables") refuerzan la complejidad implícita en aquella y esbozan la figura del Laberinto; asimismo, la irracionalidad e irresponsabilidad que manifiestan se oponen semánticamente al sustantivo, el adjetivo y el verbo que sugieren la imagen de la Moîra. Este verbo subordina el "caos", el "azar" y el "vértigo" del tapiz a la acción del "orden secreto"; en consecuencia, es el poder de la Moîra el que predomina.

También se equipara la trama con la obra de arte (específicamente, con la obra literaria) en "Mil novecientos veintitantos" (H 142), aunque aquí aquella no es mencionada expresamente, sino que es sugerida por el verbo "tramaba". El yo lírico realiza la tarea que las Moîras cumplen en el mito. A la complejidad y preparación de esa labor, implícitas en el verbo, se opone la pequeñez del producto, indicada por el adjetivo "humilde", que modifica a "mitología": las peculiaridades de las Moîras y del Laberinto no se transfieren aquí al producto, sino a la acción. 

Las composiciones "1982" (C 93) y "La trama" (LC 589) muestran una trama que llega a abarcar el tiempo ("la historia universal", en "1982";  "el círculo sin principio ni fin", "los estoicos la pensaron de un fuego / que muere y que renace como el Fénix", "lo que ven las caras de Jano", en "La trama"), el universo ("el proceso cósmico", en "1982"; "los estoicos la pensaron de un fuego / que muere y que renace como el Fénix", "el universo es uno de sus nombres", en  "La trama"), el orden lógico ("Es el gran árbol de las causas / y de los ramificados efectos", en "La trama") y la obra poética, así como aquello con lo cual Borges la vincula: el sueño ("También son parte de la trama esta página, que no acaba de ser un poema, y el sueño que soñaste en el alba y que ya has olvidado", en "1982"). Los poemas transfieren al producto de la acción de las Moîras, no sólo la universalidad, sino también el carácter misterioso (en "1982", mediante los interrogantes en torno de la trama; en  "La trama", a través de la expresión "Nadie lo ha visto nunca") y poderoso (sugerido en  "La trama" por el modificador "de hierro", el cual, por la rigidez y frialdad que insinúa, mantiene coherencia con el carácter inexorable e impersonal de la Moîra y acentúa, además, la imagen opresiva del Laberinto implícita en el sustantivo "trama") de la divinidad.

La expresión "de hierro" modificando a "trama" reaparece, con los efectos semánticos señalados, en "Para una versión del I King" (MH 493). El otro modificador de este sustantivo ("firme") le transfiere la solidez del Laberinto y la inflexibilidad de la Moîra. El adjetivo "incesante", que modifica a "hierro", indica tanto el carácter permanente del Laberinto como la eternidad de la Moîra y de la divinidad. Así se amplía ilimitadamente la índole opresiva de la trama. Por su parte, las palabras que constituyen el contexto del verso ("ergástula", "oscura", "encierro") acentúan la imagen del Laberinto como prisión.


El modificador indirecto de "trama", en "Ajedrez" (H 118-119), contiene sustantivos que sugieren la debilidad y contingencia de las cosas y de los hombres, puesto que mencionan elementos que son fugaces e inasibles ("sueño", "tiempo") o que hacen referencia a la muerte ("agonías", "polvo"). Más aún, el circunstancial y el contexto que ofrece todo el poema extienden el influjo de la trama (con la consecuente acentuación de la insignificancia de todo lo que queda atrapado en ella) hasta abarcar incluso a ese "Dios" (regido por un "dios")  que  mueve a los jugadores como estos mueven las piezas del ajedrez.
Existen dos adjetivos que, como los sustantivos considerados hasta el momento, sugieren, al mismo tiempo, la tarea de las Moîras (hilar) y el aspecto confuso del Laberinto. Ellos son: "intrincado" e "inextricable".
   El adjetivo "intrincado" aparece modificando sustantivos que hacen referencia a elementos de la naturaleza -cf. "La suerte de la espada" (MH 485), "Adán es tu ceniza" (HN 548) y "La víspera" (MH 469)-, a productos del obrar humano vinculado con la literatura -cf. "Inventario" (RP 420), "Al ruiseñor" (RP 426) y "A un viejo poeta" (H 131)- y, finalmente, a los hombres, o mejor, a lo que queda de ellos -cf. "The Thing I Am" (HN 543)-. Como en otros poemas considerados, en estos la acción de las Moîras abarca tanto el ámbito humano como el de la naturaleza, y el producto de esa acción constituye un Laberinto.
El adjetivo "inextricable" se encuentra únicamente en el poema "El oro de los  tigres" (OT 409) y acentúa la oscuridad que señala el sustantivo ("sombra") al cual modifica. De esta manera, no sólo se sugiere la índole inescrutable de la Moîra, sino que se incorporan ciertos matices (de prisión, de trampa) que insinúan la imagen del Laberinto.

III

Hasta el momento, se ha considerado el entrecruzamiento de los mitos de las Moîras y del Laberinto a través de palabras que reúnen rasgos de los dos. A continuación, se efectuará una breve referencia a los poemas que vinculan esos mitos mediante vocablos que, tomados aisladamente, no aluden a ambos.

Numerosas piezas líricas hacen mención del Laberinto y lo presentan como producto del hilado: alguna lo vincula con elementos de la naturaleza -cf. "El otro tigre (H 132)-,
otras, con la creación humana -cf. "Buenos Aires" (OM 273), "No eres los otros" (MH 499), "El hacedor" (LC 585)- y muchas, con la obra literaria -cf. "A cierta sombra, 1940" (ES 327-328), "Góngora" (C 83), "Ariosto y los árabes" (H 147) y "Metáforas de las Mil y Una Noches" (HN 511)-. 

En consecuencia, ese obrar de las Moîras que constituye un Laberinto comprende tanto el plano natural como el humano e incluso aquel en el cual el hombre origina sus propias criaturas.
Mucho más abarcativa resulta esa acción en "La moneda de hierro" (MH 501), donde lo tejido comprende diversos planos del espacio y del tiempo, lo humano y lo divino. En este poema, la imagen de ensanchamiento que produce la especificación de todo lo que se entreteje queda abruptamente interrumpida por la presencia del sustantivo "laberinto" al final de dicha enumeración. El Laberinto lo encierra todo, incluso a la divinidad.

Finalmente, en "Asterión" ("Quince monedas", RP 430), el verbo "anudan" indica la acción de las Moîras y, junto con el sujeto ("los caminos de piedra"), ofrece la imagen del Laberinto. El núcleo del sujeto se opone semánticamente al verbo, que incluso anula las posibilidades implícitas en aquel: los caminos construyen, al igual que los trenes en "Mateo, XXV, 30" (OM 188), un Laberinto. El modificador indirecto acentúa las características de este y sugiere la inflexibilidad de la Moîra.

IV

La vinculación del mito de las Moîras con el del Laberinto ocupa un lugar especial en la obra lírica de Borges, no sólo por la frecuencia con que se produce, sino también por las modificaciones que derivan de su ligazón. El autor no une ambos mitos en una mera síntesis ni los yuxtapone, sino que, valiéndose de ellos, realiza una innovación poética. El procedimiento seguido para ello, según se infiere de los poemas, es el siguiente:

a) Selección de aquellos aspectos que tienen en común las Moîras con el Laberinto: impersonalidad, permanencia más allá de la vida del hombre, complejidad del tejido de las Moîras y del diseño del Laberinto; inflexibilidad de aquellas y dureza de este; poder, en ambos, de aprisionar a los hombres: del destino que tejen las Moîras no se puede escapar, así como no se puede salir del Laberinto.

b) Despojamiento de las mencionadas características de las Moîras y transferencia de las mismas al Laberinto. Esta privación y traslación se realiza también en lo que concierne a los atributos propios de la divinidad que, en el mito, tienen las Moîras, pero no el Laberinto. Con ello, se aumenta el poder de este último y se reduce a aquellas a uno más de los vanos elementos de la existencia. Más aún, este Laberinto (identificado, con frecuencia, con el tiempo) que abarca tanto ámbitos "reales" (la naturaleza, los seres humanos) como "ilusorios" (los reflejos, la actividad onírica, la literatura) llega a atrapar a la misma divinidad.

Así, un objeto que en la mitología griega no es divino e incluso tiene un autor humano adquiere en la lírica borgeana los atributos propios de la divinidad, al punto de que ningún dios puede escapar de él, en tanto que las Moîras, poderosas diosas del destino, pierden sus prerrogativas divinas: se produce una inversión de los mitos que recrea a ambos.

NOTAS

1 Este vocablo aparece, en las obras griegas, en algunas oportunidades, en singular y, en otras, en plural.  La Ilíada y la Odisea presentan la moîra como una fuerza no personal (sólo en una ocasión la primera hace referencia a una pluralidad de Moîras ), pero en Hesíodo se encuentran personificadas como tres hermanas: Átropo, Cloto y Láquesis (Teogonía, 905). A partir de este poeta, se desarrolla la idea de las tres Moîras rectoras del destino individual. Personificadas de esta manera, son identificadas con las Parcas. Por lo tanto, puede decirse que, en el ámbito de las creencias helénicas, la idea de una moîra que dirige el destino universal se entrecruza con la de las tres Parcas que determinan el destino individual: cada hombre obtiene su lote, su moîra, de las Parcas. En este trabajo se empleará el vocablo en singular o en plural de acuerdo con la resignificación que Borges haga del mito en los correspondientes poemas. Para un análisis más detenido de dicho mito, puede consultarse Pfeiffer 2002: 123-128.

2 La imagen de Laberinto que esbozan el sustantivo y el participio se acentúa en una estrofa posterior en la cual se dice que los ojos del Golem seguían a su creador "(...) por la dudosa / Penumbra de las piezas del encierro" (OM 202).

3 Poema publicado por el diario "Clarín" en su edición del 20 de marzo de 1980. Citado en : "Clarín. Suplemento especial", Buenos Aires, 15 de junio de 1986, p.1.

Abreviaturas empleadas

Del volumen Obra Poética 1923-1977

ES            Elogio de la sombra  (1969)

H              El hacedor   (1960)

HN           Historia de la noche  (1977)       

LC            La cifra  (1981)

MH           La moneda de hierro  (1976)

OM           El otro, el mismo  (1964)

OT             El oro de los tigres  (1972)

RP              La rosa profunda  (1975)

De otros volúmenes

C                Los conjurados  (1985)

BIBLIOGRAFÍA

Alazraki, J. (1974) La prosa narrativa de Jorge Luis Borges (Temas-estilo). Madrid.        [ Links ]
Blüher, K./de Toro, A. (Eds.) (1995) Jorge Luis Borges. Variaciones interpretativas sobre sus procedimientos literarios y bases epistemológicas, Madrid.        [ Links ]
Borges, J. L. (1977) Obra Poética 1923-1977, Buenos Aires.        [ Links ]
Borges, J. L. (1980) Siete noches, México.        [ Links ]
Borges, J. L. (1985) Los conjurados, Madrid.        [ Links ]
Doob, P. (1990) The idea of the labyrinth from Classical Antiquity through the Middle Ages, New York.        [ Links ]
Grimal, P. (1965) Diccionario de la mitología griega y romana, Barcelona.        [ Links ]
Pfeiffer, S. (2002) "La moîra en la cultura grecolatina", en Cronía. Revista de Investigación de la Facultad de Ciencias Humanas, Río Cuarto, Universidad Nacional de Río Cuarto, Año III, Vol. 3, Nº 3.       

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Fuente :  Scielo


Borges nunca vio a D10S

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ISRAEL MARTÍNEZ LÓPEZ

A casi todos los argentinos les gusta el fútbol. Es un deporte que practican desde chicos y se ha convertido casi en un dogma por cada artista del balón que ha nacido en esa tierra.

Pero no sólo Argentina ha sido cuna de grandes futbolistas, pues en el terreno de las letras se ha destacado desde principios de la independencia pampera. Desde Esteban Echeverría, pasando por Ricardo Güiraldes, llegando hasta Julio Cortázar o Ricardo Piglia. Pero en las letras argentinas siempre va a sobresalir Jorge Luis Borges (1899-1986), quien no sólo es uno de los iconos de las letras iberoamericanas, sino universales. Cada línea y verso escrito por Borges es tema de conversación y de análisis.

Borges ha sido una de las mayores influencias en la Literatura del Siglo XX y lo que se lleva del presente. Su ceguera es símbolo poético como el de escritores como Homero o John Milton, quienes a pesar de no tener vista consiguieron grandes obras. Además, cada una de sus declaraciones son tomadas en cuenta y documentadas en libros. Sobre todo hay una que destaca y que algunos intelectuales e “intelectuales” usan como bandera de odio hacia el fútbol.

Se dice que en una conferencia de prensa dada en el debut de la Selección de Argentina en el Mundial de 1978, Borges mencionó que “el fútbol es popular porque la estupidez es popular”. Rodolfo Alfiano es quien conversa con el poeta sobre el fútbol, en una entrevista publicada en La razón, mientras se desarrollaba el Mundial Argentino. Ahí es donde Borges confiesa haber ido sólo una vez a un partido de fútbol y con eso le bastaba. Fue un encuentro entre Argentina y Uruguay que nunca supo el marcador final, pues junto a Enrique Amorim se salió al finalizar la primera mitad. Para Borges se le hacía inverosímil que el balompié tuviera tanta popularidad. Además, sentenciaba que era un deporte agresivo, convencional, desagradable y comercial, estúpido y ridículo. La frase de Borges es gracias a esa enajenación que crea en los aficionados y el desborde de las pasiones. ¿Pero acaso la poesía no hace desfallecer las pasiones del alma? Pero también habla sobre aquél sufrir por algo en lo que los “hinchas” no participan directamente, como el espectador de la tragedia griega que sufre con el Héroe.

Por otra parte, en el Mundial de 1978, Argentina por primera vez alzó el título de Campeón del Mundo, de la mano del “Matador” Kempes y del “Flaco” Menotti. Los medios locales ya hablaban de un jugador pequeño, llamado el “Pelusa” que militaba en el Argentinos Juniors. El 20 de Octubre de 1976, a la edad de 15 años, Diego Armando Maradona debutaba en la primera división de Argentina. Para el 78 ya era una realidad el “Pibe de Oro” y se le exigía a Menotti que lo convocara para el Mundial celebrado en Argentina. Sin embargo, el “Flaco” no lo llevó por la edad y para cuidar al propio jugador. Diego jugó con la juvenil albiceleste hasta 1979, en el Mundial Juvenil de Japón de ese año, saliendo campeón del Mundo.

Diego Maradona es una de Leyendas más grandes que ha dado el Fútbol Mundial. Se habla de todo lo que hizo fuera y dentro del terreno de juego. Cada jugada que salía de sus pies y cada escándalo por sus excesos con la cocaína ha sido documentado con muchísima pasión.

Maradona ha sido, por mucho, el mejor futbolista argentino de todos los tiempos. Hasta tiene su propia iglesia en donde se profesa un culto al “10”. Además, se recuerda por sus claroscuros en los Mundiales, desde el primero, en España 82, cuando fue expulsado por una entrada brutal. Hasta los insultos a los italianos en el Mundial del 90 y el dopaje que se le detectó en 1994. Pero, sin duda, su más grande actuación fue cuando llevó a Argentina a levantar el segundo título Mundial, en México 1986.

Víctima de cáncer hepático y enfisema pulmonar, el 14 de junio de 1986, en Ginebra, Suiza, Jorge Luis Borges falleció después de una terrible agonía. 8 días después, en la Ciudad de México, Diego Armando Maradona convertía el Gol del Siglo en los cuartos de final del Mundial ante Inglaterra. Después de una de las trampas más grandes de la Historia Mundialista, Maradona hizo una autentica obra de arte. La cancha del Azteca fue el lienzo que utilizó Diego para hacer la “gran corrida de todos los tiempos”. Un gol que se gestó en los pies de “Diegol” desde atrás de media cancha. Se fue toda la orilla izquierda del campo, hasta llegar al área quitándose al arquero creando un grito de gol que hasta ahora se escucha. El cronista uruguayo, Víctor Hugo Morales, tuvo la dicha de narrar e improvisar una prosa poética sobre aquel gesto maradoniano. El gol lo hizo llorar y lo gritar: “¿Barrilete Cósmico, de qué planeta viniste para dejar en el camino a tanto inglés? ¿Para que el país sea un puño apretado gritando por Argentina?”.

Ver ese gol y escuchar el relato, debe ser lo mismo que sentía el anciano Borges cuando, en la penumbra de sus ojos, sólo podía tocar el lomo de los libros de la Biblioteca de Buenos Aires.

Probablemente en estas épocas, con todo el marketing que se hace en torno al fútbol, le podríamos dar la razón a Borges. Pero él ya no vio aquella obra magistral de Diego Armando Maradona, ese delirio poético que quizá hubiera enmarcado en sus primeros versos a favor del fútbol. Aquella fantasía que la zurda de Maradona hacía un laberinto que se bifurcaba para los ingleses. Porque un estadio lleno es un Aleph, en donde Borges y Maradona se pueden ver.

Fuente : Enealarechica



Acuarelas, objetos y fotografías dan cuenta del vínculo de Xul Solar con el Delta

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"Xul Solar. Un imaginero en el Delta", una muestra que evidencia el estrecho vínculo de Xul con el Tigre, su gente, el río, la naturaleza, el entorno que el artista eligió como inspiración durante sus últimos años, abrió sus puertas recientemente en el Museo de Arte Tigre (MAT).

 Más de 35 acuarelas, objetos y fotografías se despliegan a lo largo de esta exposición para dar cuenta de uno de los aspectos menos conocidos de este visionario y cosmopolita, creador original, amigo íntimo de Jorge Luis Borges: las obras que produjo los últimos años de su vida, cuando decidió instalarse en una casa en el Delta de Tigre, entre 1954 y 1962.

Muchas de estas obras se exhiben por primera vez, en este fascinante museo a la vera del Delta, a lo largo de dos salas que ostentan diferentes colores en sus paredes (azul primero, blanco después) y que van marcando el clima del recorrido, intimista primero, más lúdico después.

Así, el espectador se encontrará en el inicio con sus proyectos de fachadas -un combo de escaleritas, construcciones ascendentes, y colores energéticos-, que llevan la impronta personal de Xul, quien trabajó y proyectó estos dibujos en la planta alta de su vivienda, ubicada en la confluencia del río Luján y el canal Villanueva.

Este creador entendía la arquitectura como un vínculo entre el hombre, la naturaleza y el cosmos. Luego de doce años de recorrer Europa, regresó a Buenos Aires y comenzó a crear ciudades imaginarias, más universalistas y cosmopolitas que nunca: místicas, simbólicas, repletas de banderas de diferentes países y religiones.

Xul plantó robles de pantano y ciruelos en el jardín; diseñó los ambientes y fabricó él mismo los objetos y los muebles de decoración de la casa de Tigre, a la que llamó Li-Tao, y que compartió junto a su esposa Lita (Micalea Cadenas): en la sala se pueden ver los vasos de vidrio decorados, intervenidos por Xul (lineas, ojos, colores), con los que bebían los dueños de casa y sus invitados también.

La muestra incluye también algunas de sus grafías, que combinan imágenes y palabras, fotografías que muestran, por ejemplo una donde se lo ve tocando el armonio (un instrumento como el piano que su invención) o jugando al panajedrez, otra de sus creaciones, cuyas fichas y tableros también se exhiben aquí.

Se trata de un juego de 62 piezas de madera tallada y pintada al óleo que llamó "panajedrez", una creación universal ligada a la astrología, la filosofía, la música y el lenguaje: "Ninguno pierde y todos ganan al final", contaba Xul Solar al poeta Leopoldo Marechal.

"En los trabajos realizados durante su vida a orillas del río Luján, Xul resumió sus inquietudes estéticas y espirituales. En el diseño de sus propios sistemas, lenguajes cargados de una fuerte dimensión poética, soñó modificar y mejorar el entorno a través de la arquitectura y facilitar el entendimiento y la comunicación por medio de la escritura universal", explica la curadora Mariana Marchesi.

La muestra incluye también sus zodíacos, juegos de cartas del Tarot por él diseñadas y hasta el cartel de madera original de la casa ubicada en Villa La Ñata, que está siendo restaurada por la Fundación Pan Klub, depositarios de su legado.

Xul Solar (1887-1963) nació bajo el nombre de Oscar Agustín Alejandro Schulz Solari, en la localidad de San Fernando, fue un creador de una vasta cultura, artista, astrólogo, filólogo y visionario, que pintó imágenes fantásticas antes que surrealistas.
Se pueden visitar en Paseo Victorica 972, Tigre, de miércoles a viernes de 9 a 19 y sábados a domingos de 12 a 19.

Fuente : Diario C


Documento de RTE : Discurso Jorge Luis Borges, Premio Cervantes 1979

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El Premio Cervantes 1979 fue concedido, ex aequo, al escritor argentino Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 1899 - Ginebra (Suiza), 1986) y a Gerardo Diego (Santander, 1896 - Madrid, 1897). 

En primer lugar, habló Borges, quien elabora un bello y breve discurso en torno al proceso creativo del escritor, que sostiene: "tiene que sentir, luego soñar, luego dejar que le lleguen las fábulas; conviene que el escritor no intervenga demasiado en su obra, debe ser pasivo, debe ser hospitalario con lo que le llega y debe trabajar esa materia de los sueños, debe escribir y publicar...".


Ir a  Radio Televisión Española, para ver ceremonia y discurso de J. L. Borges :


BAN: diez autores trazan el circuito de la novela negra

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La relación entre Buenos Aires y la novela policial trasciende las páginas de los libros; llega a impregnar de miedo y olor a sangre ciertas esquinas, bares, plazas, clubes, edificios. Sobre todo ahora, cuando una nueva edición del festival BAN! (Buenos Aires Negra) está por comenzar en el Centro Cultural San Martín y la sensación térmica en el mercado editorial marca que el género está con buena racha. La ocasión sirve de excusa, entonces, para mirar el mapa porteño y, como en un espejo, encontrar reflejado allí lo mejor del policial argentino: diez escenas memorables, cada una seleccionada por un autor al que hay que seguirle el consejo: nadie mata tan bien como ellos en nuestra literatura.




El periodista y escritor Daniel Ares es el flamante ganador del concurso Extremo Negro, cuyo premio, que se entrega hoy, servirá de campana de largada para BAN! 2015. De todas las esquinas, Ares elige el cruce de las avenidas Gaona y Juan B. Justo. “Supongo que no seré original, pero creo que es un lugar fundacional del relato negro argentino, la esquina del camino de Gauna y el arroyo Maldonado, hoy Gaona y Juan B. Justo, donde estaba el Salón de Julia, un piringundín del barrio de Santa Rita, donde sucede «Hombre de la esquina rosada», de Jorge Luis Borges.”

Otra zona que Borges catapultó a la fama negra es el barrio industrial que rodea a la avenida Warnes. “Viajó por barrios decrecientes y opacos, viéndolos y olvidándolos en el acto, y se apeó en una de las bocacalles de Warnes. Paradójicamente su fatiga venía a ser una fuerza, pues la obligaba a concentrarse en los pormenores de la aventura y le ocultaba el fondo y el fin”, escribe Borges, citado por Gabriela Cabezón Cámara, en el cuento “Emma Zunz”, que para la autora cordobesa es, tal vez, el mejor ejemplo en su tipo. El texto no señala con exactitud en cuál de las bocacalles de la avenida estaba la fábrica del ex socio del padre de Emma, que lo estafó y lo condenó al exilio y luego al suicidio, y adonde ella va a vengarse. “Me gusta pensar, por el perfil industrial del barrio y porque es una esquina espléndida, que se dispersa en rectas y diagonales, como citando algo de la fascinación borgeana con los laberintos, que es la de Warnes y Honorio Pueyrredón”, sentencia Cabezón Cámara, que este mes participó ya de la Semana Negra de Gijón.

Algo similar le pasa a Claudia Piñeiro cuando quiere ubicar el edificio por cuyo ascensor desciende una mujer sin vida en la La muerte baja por ascensor, de María Angélica Bosco. “El edificio en el que una joven y hermosa mujer baja en ese ascensor, de madrugada, muerta, está en Santa Fe entre la 9 de Julio y plaza San Martín. Cuando camino por allí, me resulta inevitable mirar hacia dentro de los edificios y clavar la vista en la puerta de ascensor”, admite Piñeiro, que para el cierre del BAN!, el sábado 8, disertará sobre el genocidio armenio y su obra teatral.

Para Jorge Fernández Díaz -el autor de El puñal hablará mañana, a las 21, sobre la novela negra de la política argentina-, la “mejor novela policial de toda la historia argentina” es Últimos días de la víctima, de José Pablo Feinman. “Mendizábal, su asesino profesional y meticuloso, se instala, para vigilar al hombre que debe matar, en el viejo Hotel Europa, frente a las vías del ferrocarril, en Belgrano R”, precisa el periodista y escritor.

La céntrica esquina de Maipú y Diagonal Norte es clave para Álvaro Abós, quien acaba de publicar Luna amarilla y otros cuentos negros. Allí, dos sicarios matan a tiros al Haffner, el Rufián Melancólico, en Los lanzallamas, de Roberto Arlt. A pocas cuadras, en el bar Ramos, Pablo de Santis recuerda que fue el punto de encuentro del detective de Juan Sasturain, con Tony García, el mozo que luego habrá de ser su Watson. “El viejo bar parecía una pecera iluminada en la noche. El hombre llegó y se sentó al fondo, en la última mesa sobre Montevideo.” Una frase del Manual de perdedores en la voz de De Santis que el 4 de agosto, a las 20, abordará como tema el placer de leer sobre crímenes.

El fracaso y la impericia han invadido la temática negra acompañando al antihéroe que también se impone en otros géneros literarios. Un lugar donde la ficción despliega esta experiencia de delincuentes torpes y sin éxito es, para Carlos Santos Sanz, el Club Unidos de Pompeya. “Allí transcurre New Pompey, de Horacio Convertini: un grupo de delincuentes quiere afanar en el club y les sale todo mal. Ésa es la excusa para tratar temas como la familia, la aceptación de la homosexualidad, los chorros…”

Fuente : Para Buenos Aires


Estación Borges

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Que Donald Yates haya estado por estos días en Buenos Aires no debería sorprender a nadie. Los contactos con Argentina y su literatura fueron y son algunos de sus quehaceres favoritos desde que a partir de los años ’60 vino al país por primera vez, conoció a Borges y a Walsh y se convirtió en el primer traductor de Borges al inglés. Actualmente, Yates escribe Magical Journey (Mágico viaje), combinación de memoria personal e interpretación acerca de Borges y su obra, del escritor y el amigo.

 Por Alicia Plate

Donald Yates fue algo más que el primer traductor de Jorge Luis Borges al inglés: también fue su amigo durante las décadas del ’60 y el ’70, época en que viajaba frecuentemente y por largos períodos a nuestra ciudad. Sabemos que en la actualidad trabaja en una obra que, como a través de un prisma, va y viene entre ambos puntos de vista y muestra al escritor y también al amigo. Haber pertenecido durante tantos años al riñón de Borges le dio acceso a multitud de datos de primera mano, posteriormente enriquecidos por exigentes indagaciones que aún continuaban en diciembre de 2008, durante su última visita. La tarea de Yates es como una intermediación entre Borges y sus lectores, y la encara precisamente desde esa peculiar intersección: por un lado, un enorme caudal de datos biográficos, y por otro su conocimiento cabal de la obra del escritor mezclado con la memoria de experiencias que compartieron, opiniones surgidas durante charlas personales y anécdotas de las cuales fue parte o testigo y que son desconocidas para los lectores de Borges. Todo esto nos lleva a pensar que su incursión desde adentro en el opaco misterio de un Otro –en este caso alguien de tanta estatura– será una obra testimonial importante, distinta de las diez o doce biografías de Borges publicadas (algunas por personas que nunca lo conocieron), su propio ensayo autobiográfico en inglés incluido. Yates dijo alguna vez que esta obra suya está a mitad de camino entre una biografía y unas memorias, entre las pautas frías de la información y las cálidas y sutiles del recuerdo.

¿Planea presentar su libro sobre Borges en Buenos Aires, la ciudad que seis meses atrás lo declaró Huésped de Honor?

–Nada me gustaría más que volver a Buenos Aires para una presentación allí. Sin embargo, el momento para planificarlo no ha llegado todavía porque el libro no está listo, aún me queda mucho por hacer.
En cuanto a una versión en español, una traducción que todos podamos leer, ¿tiene algo previsto? ¿Pensó por ejemplo en la posibilidad de traducirse a sí mismo?

–En 2008, aquella primera traducción al inglés de textos de Borges que se publicó en 1962 con el título de Labyrinths, fue seleccionada por la Authors Society of London como una de las 50 traducciones más importantes de los últimos cincuenta años. Ese reconocimiento fue muy gratificante para mí y, sin embargo, jamás pensé en traducir mi propia obra. El tirolés herido, mi primer cuento policial publicado, fue traducido por mi amigo Rodolfo Walsh y apareció en Leoplán en julio de 1955. En ese momento Walsh era un profesional de la traducción y había vertido al castellano numerosas novelas policiales para la Serie Naranja de la editorial Hachette. Consideré que su experiencia resultaría en una versión muy superior a la que podría haber producido yo.
En términos generales, ¿cuál le parece que es el sentido del género biográfico?

–Si se trata de un escritor, pienso que en general se busca satisfacer la curiosidad del lector, que probablemente ya está familiarizado con la obra y procura encontrar en las pautas que puede darle el biógrafo las claves en la vida del autor que lo llevaron a escribir lo que escribe de la manera que lo hace. Por otra parte, algunos expertos creen que las biografías revelan más de una cultura y una sociedad que de un individuo.
Retrotrayéndonos a los comienzos de su relación con Borges, ¿qué puede contarnos de sus contactos iniciales con él y de cómo culminó la selección del contenido, la traducción y la publicación de esa primera antología que lo presentaba ante el público de habla inglesa?

–En 1954, en un curso de posgrado en la Universidad de Michigan dictado por el argentino Enrique Anderson Imbert, leí una colección de cuentos cortos de Borges titulada La muerte y la brújula (1951). Yo era un devoto de la ficción detectivesca y había escrito varios relatos breves del género. El cuento del título me pareció tan brillante y original que de inmediato tuve el impulso de traducirlo. Obtuve la autorización de Borges para hacerlo y la revista de la universidad lo publicó de inmediato. Borges me estimuló a traducir otros cuentos del libro o de un volumen de relatos policiales que habían escrito con Adolfo Bioy Casares, Seis problemas para don Isidro Parodi. En realidad me autorizaba a traducir cualquier otro texto suyo publicado hasta 1960, El hacedor inclusive, que a mi juicio pudiera despertar interés en el público. Traduje otros tres cuentos de La muerte y la brújula y el primer caso de don Isidro Parodi. En ese momento comenzó a entusiasmarme la posibilidad de publicar una antología de Borges para el público de habla inglesa. Mi proyecto sufrió algunos rechazos de las editoriales, hasta que firmamos contrato con New Directions. Ahí decidí invitar a un antiguo compañero de estudios, James Irby, también un enamorado de Borges que, según supe, había traducido algunos ensayos y ficciones suyos por el puro placer de hacerlo, a acompañarme en el diseño y edición de lo que finalmente publicamos en 1962 con el título Labyrinths: Selected Writings of Jorge Luis Borges, con prefacio de André Maurois. Otros cinco estudiosos de la literatura latinoamericana habían traducido textos breves de Borges, y les propusimos incorporarlos. Nuestra antología abarcó todos los cuentos que componían La muerte y la brújula salvo uno, una selección de los que consideramos sus ensayos más importantes, así como los escritos breves en prosa de El hacedor que más nos gustaban, por ejemplo Everything and Nothing, Borges y yo, etcétera. Hoy lamento no haber incluido también El Aleph y El sur en nuestra selección.

¿Cuáles diría que son temas recurrentes en Borges?

–Borges se ocupó reiteradamente de lo que podríamos llamar “lo inconmensurable”, es decir, la eternidad, lo infinito, la identidad, cuestiones metafísicas que lo conducen a una búsqueda, la de Dios quizá, pero no la de un Dios que lo instale en medio de un destino prefijado, sin alternativas. Para él siempre habría alguien detrás del titiritero a cargo de los hilos. Y aún alguien más detrás de él... como en un viaje sin fin al fondo de dos espejos enfrentados; un elemento que siempre le resultó inquietante y que reaparece continuamente en sus escritos, el espejo. Sus cuentos y ensayos con frecuencia toman la forma de indagaciones que finalmente no logran encontrar lo buscado. Significativamente, su primer libro de ensayos se llama Inquisiciones. Y creo que lo que Borges busca es el consuelo de alguna forma de revelación final, una travesía de la cual siempre vuelve sin haber encontrado las respuestas definitivas. Yo percibo en sus escritos una especie de desconsuelo melancólico ante la imposibilidad de lograr este propósito medular. Se podría decir que va tras límites inconcebibles, y estos temas indecibles, al margen de cuánto pueda avanzar la tecnología, lo dejarán siempre fuera de las preocupaciones finitas de los otros, intacto.

¿Reconoce rasgos en sus personajes que se reiteran y que quizá remiten a él mismo?

–Su cuñado, el crítico literario Guillermo de Torre, observó acertadamente que Borges tenía “una actitud de innata desconfianza frente a cualquier aseveración categórica y una perversa preferencia por las dudas y perplejidades, tanto filosóficas como estéticas”. Creo que la fascinación de Borges con “los orilleros” tiene que ver con este comentario, seguramente porque él mismo era un hombre de los bordes, en absoluto perteneciente al centro de la ciudad o a las corrientes dominantes. Ese era un aspecto integral de su carácter que contribuyó mucho a la voz particular desde la que escribía, una voz en la que se reconoce la intensa aversión por la literatura convencional, el desprecio profundo por el lugar común que señalaba su amigo Ulises Petit de Murat. Y lo dicho por ambos tiene que ver con esa perspectiva suya casi ajena, “desde afuera”, desde la orilla.

¿Se le ocurre un ejemplo puntual de este rechazo de Borges a lo convencional en literatura?

–El admiraba los cuentos de G. K. Chesterton en que aparece el Padre Brown como investigador, y afirmó que lo tenía muy presente al escribir La muerte y la brújula. Pero este cuento suyo es la inversión especular de las historias de Chesterton, que siempre comienzan con un problema que no parece admitir una explicación racional y más bien apuntan a lo sobrenatural. Al final, sin embargo, el Padre Brown revela una solución perfectamente realista. El cuento de Borges comienza con una serie de crímenes nada extraordinarios, pero el final nos mete de cabeza en el terreno de lo metafísico. Tan es así que no podemos saber con certeza si la bala de Red Scarlach alcanzará efectivamente al detective Eric Lönnrot, que está de pie a pocos metros de él. Por otra parte, hay una estructura ingeniosa en el cuento que introduce el tema de la interpretación de las claves, algo sin precedentes en la literatura policial. Las identidades del detective y el criminal resultan inciertas de un modo nunca visto. Y está el singular estilo de la prosa de Borges (que creo que la traducción transmite) y la melancólica poesía de algunos pasajes. Y con esto apenas rozo los reconocidos méritos del cuento.
Posteriormente a la publicación de Labyrinths, usted asumió la tarea de traducir a otros escritores argentinos relevantes, como Adolfo Bioy Casares, Rodolfo Walsh, Marco Denevi, Manuel Peyrou. 

¿Descubrió alguna vez en algún escritor norteamericano una resonancia directa de nuestra literatura?

–Sin duda, los escritos de Borges han tenido mayor impacto en la narrativa norteamericana que los de cualquier otro escritor que yo haya traducido. Labyrinths contribuyó a la revitalización de la prosa narrativa no sólo en Estados Unidos sino también en toda Europa. John Updike y Donald Barthelme han comentado el estimulante efecto que tuvieron los cuentos de Borges, que desde hace cincuenta años vienen sugiriendo nuevos rumbos a los escritores de ficción. John Barth escribió un importante ensayo acerca de lo que llamó “la literatura del agotamiento”, en el cual destaca que el modelo borgeano apunta insistentemente a la necesidad del artificio en la narrativa como una forma de superación de la exhausta vena del realismo. Por otra parte, la influencia de Borges fue y es poderosa, pero no me atrevería a señalar a un escritor norteamericano en particular que esté más en deuda con él que cualquier otro.
Usted nos contaba recién cómo llegó a convertirse en el traductor de Borges, pero sus escritos y traducciones de otros autores argentinos acaban definiéndolo como una rara avis. Alguna vez usted lo simplificó como una consecuencia casi natural del dominio del castellano logrado en el colegio secundario y perfeccionado en la universidad. ¿Diría que la solvencia lingüística alcanza para explicar algo tan parecido a una pasión?

–Cuando ingresé en la Universidad de Michigan para estudiar Letras tuve que elegir un campo académico de trabajo. Reiteré allí mi interés adolescente por el idioma español y comencé mi exploración de la literatura en dicha lengua. Posteriormente tuve que especializarme en un tema, y la fuerte presencia de un profesor del Departamento de Lenguas Romances que ya mencioné, el argentino Enrique Anderson Imbert, que se convertiría en mi consejero académico, me llevó a descubrir a los escritores latinoamericanos. Fue casi naturalmente que luego me concentré en la literatura argentina.

¿Cómo concilió su amistad con Borges y con Rodolfo Walsh, que en la década del ’60 eran dos escritores de perfiles ideológicos tan opuestos?

–En su juventud, Walsh escribía y traducía literatura policial. En 1953, bajo el título Diez cuentos policiales argentinos, publicó una antología que yo leí cuando comenzaba a preparar mi tesis doctoral bajo la tutela de Anderson Imbert, la cual, a mi vez, llamé El cuento policial argentino. Nos hicimos amigos por correspondencia y él consideraba que Borges era un gran escritor. Cuando leí La muerte y la brújula y decidí que quería traducirlo, fue Walsh quien llamó a Borges y obtuvo su autorización para mi proyecto. No sé de ningún otro contacto entre ellos pero, como es sabido, la orientación política de Walsh cambió radicalmente durante su estadía en Cuba. Mientras estaba allí participó muy activamente en el lanzamiento de Prensa Latina y al volver a Buenos Aires en 1961 abandonó sus anteriores intereses, puramente literarios, y con Operación Masacre dio el primer paso hacia el periodismo investigativo. Conocí a los dos cuando visité la Argentina por primera vez, en 1962, y cultivé la amistad con ambos durante muchos años. Que yo sepa, sus caminos no se cruzaron, pero el respeto de Walsh por la trayectoria de Borges jamás decayó.

¿Cómo entiende y maneja el delicado tema de la fidelidad al original un traductor de su nivel? ¿Facilita las cosas su trayectoria como escritor?

–Para mí no existe el axioma “traduttore, traditore”: el texto original marcará el rumbo de la tarea. Si el traductor tiene un buen dominio del idioma en que el texto fue escrito, es poco probable que se equivoque. En su profesión son determinantes la formación, la experiencia y la sensibilidad literaria. Estos elementos pueden variar enormemente, pero tiene en el texto una guía incomparable: la voz, los puntos de vista y las sutilezas del autor, que le indicarán qué hacer. Si en Rosaura a las diez, de Marco Denevi, aparecen cinco voces diferentes, Denevi está a cargo y no confundirá al traductor. Si al traducir a Borges por momentos parece que el flujo de su prosa, como en ciertos ensayos, es abrupta e idiosincrásica, nada justificaría “suavizarla”. El traductor debe buscar que en inglés el texto suene como en castellano, y viceversa. Por otra parte, un científico podría ser el traductor ideal para una investigación de su especialidad; un poeta podría quizá tener más éxito que un novelista en captar y expresar en otro idioma la poesía de un verso. No obstante, no siempre ocurre así, y al margen del “apareamiento” fundamentalmente equivocado, una traducción de Borges de textos de Joyce o de Faulkner igualmente resulta un documento fascinante.

¿Tiene otros proyectos literarios que le parezca oportuno revelarnos?

–Cuando termine el libro sobre Borges, que planeo llamar Magical Journey (Mágico viaje), quiero escribir una novela sobre Ann Arbor, la ciudad de Michigan donde me crié y estudié, y donde me vinculé con Anderson Imbert, que a su vez me conectó con la Argentina y con Borges. Luego me gustaría traducir una o dos novelas del desaparecido Manuel Peyrou, un amigo de muchos años. En 1972 traduje su novela policial El estruendo de las rosas, y pienso que una posibilidad sería Las leyes del juego o Se vuelven contra nosotros. También podría ser Acto y ceniza. En otras palabras, traducir a autores argentinos se ha convertido en una empresa para toda la vida, un destino que acepto con mucha alegría.


Fuente  : Pagina 12  -  Domingo, 21 de junio de 2009


Jorge Luis Borges: maestro de la sutileza

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Fina ironía, ataques sutiles, frases demoledoras. Todo esto también forma parte del universo borgeano y de su obra informal. Aquí, una selección de algunas de sus ocurrencias y anécdotas inolvidables de un maestro de la sutileza.


Traducciones

Otra pregunta repetida es si todo lo que escribo lo hago primero en inglés y luego lo traduzco al español. Yo les digo que sí, que, por ejemplo, los versos: “Siempre el coraje es mejor, / nunca la esperanza es vana, / vaya pues esta milonga, / para Jacinto Chiclana” se ve en seguida que han sido pensados en inglés; se notan, inclusive, las vacilaciones del traductor.

Cumplidor

En 1977 Borges escribió un cuento para La Nación: “24 de agosto de 1983″, donde el propio Borges se soñaba a sí mismo suicidándose en esa precisa fecha, el día en que cumplía 84 años. A medida que se acercaba la fecha de su cumpleaños, apareció mucha gente preocupada por el posible traslado de la ficción a la realidad.
Borges entonces comentó: “¿Qué hago? ¿Me comporto como un caballero y convierto en realidad esa ficción para no defraudar a esa gente? ¿O me hago el distraído y dejo pasar las cosas?”

Buenos Aires

Siempre he sentido que hay algo en Buenos Aires que me gusta. Me gusta tanto que no me gusta que les guste a otras personas. Es un amor así, celoso. Cuando yo he estado fuera del país, por ejemplo en los Estados Unidos, y alguien dijo de visitar América del Sur, le he incitado a conocer Colombia, por ejemplo, o le recomiendo Montevideo. Buenos Aires, no. Es una ciudad demasiado gris, demasiado grande, triste les digo, pero eso lo hago porque me parece que los otros no tienen derecho de que les guste.

Fragmentos extraídos del libro “Borges, sus días y su tiempo” de María E.Vázquez. Javier Vergara Editor, 1984

Estupidez

Alicia Jurado: Usted, Borges, siempre se ha enamorado de mujeres un poco tontas.

Borges: Es que la inteligencia es siempre comprensible, pero en la estupidez hay un misterio que resulta atrayente.

Decimales

Cuando muere la madre de Borges, doña Leonor Acevedo, a los noventa y nueve años, llevaba ya tiempo tullida y postrada en la cama. Sus ayes se oían por toda la casa. Una persona sin imaginación, al darle el pésame a Borges, le dijo que era una pena que no hubiera podido llegar a los cien años. Y entonces Borges le contestó: “Me parece que usted exagera los encantos del sistema decimal”.

Atenta

Borges está con otras personas en una editorial de Buenos Aires, esperando a un gerente que se había retrasado y que llega, finalmente, con media hora de tardanza. Entonces ocurre este diálogo: Gerente: Disculpen la demora, pero es que me ha sucedido un hecho extraordinario.

Borges: ¿Ah, sí? Gerente: Juzguen ustedes mismos: anoche soñé con una antigua y muy querida novia. El sueño, que se repitió una y otra vez durante toda la noche, era de lo más turbador: la imagen de mi novia giraba dentro de lo que parecía un túnel, mientras con la mano derecha saludaba como despidiéndose una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez. (El gerente tiene la frente cubierta de sudor; sus interlocutores aguardan).

Gerente: Pero ahí no acaba la cosa. Esta mañana a las siete en punto suena el teléfono y me comunican que mi ex novia, la del sueño, había muerto anoche en un accidente. ¿Comprenden? Durante toda la noche, mientras iba en busca de su muerte, mi novia se despidió de mí una y otra vez, una y otra vez, saludándome con la mano.

Y Borges, entonces, comenta: ¿Qué atenta, ¿no? (Contado por Mario Benedetti.)

Sorpresa

En el camino a Lichfield, en Escocia, alguien le dijo a Borges que allí se conservaba una pequeña capilla del siglo IX, desafectada del culto. Hacía mucho frío y había nevado toda la noche, pero Borges se obstinó en que llegaran hasta ella. Borges entró en la vetusta capillita de no más de cinco metros cuadrados y allí, en el helado silencio, recitó en alta voz el padrenuestro en anglosajón. Y al regresar al coche, explicó: “Lo hice para darle una sorpresa a Dios”.

Inventos

Borges espera el ascensor en la Biblioteca Nacional. Después de un largo rato, impaciente, le dice a la persona que lo acompañaba: “¿No prefiere que subamos por la escalera, que ya está totalmente inventada?”

El amenazado

En los años setenta Borges había hecho unas declaraciones muy duras contra el peronismo y contra Evita. Y empezaron las amenazas telefónicas, que era uno de los rasgos más habituales del folclore de aquellos días. Pero pronto los llamantes anónimos se encontraron con una doble resistencia inesperada: la de doña Leonor, casi centenaria, que les respondía que no les iba a ser difícil matar a su hijo porque era ciego y no había ningún riesgo de que se defendiese, y la del propio Borges, que les facilitaba la tarea indicándoles la dirección y el piso.

Y añadía: “No se puede equivocar: en la puerta hay una placa que dice Borges. Y el que abre la puerta soy yo”.

Jodernos

¿Qué tipo de Estado desearía?
Un Estado mínimo, que no se notara. Viví en Suiza cinco años y allí nadie sabía cómo se llama el presidente.

La abolición del Estado que usted propone tiene mucho que ver con el anarquismo.
Sí, exacto, con el anarquismo de Spencer, por ejemplo. Pero no sé si somos lo bastante civilizados para llegar a eso.

¿Piensa seriamente que tal Estado es factible?
Por supuesto. Eso sí, es cuestión de esperar doscientos o trescientos años.

¿Y mientras tanto?
Mientras tanto, jodernos.

(Revista Siete Días, Buenos Aires, 1973.)

Conservador

Fue en julio de 1963 cuando Borges se inscribió en el Partido Conservador: “Madre, radical de pura cepa, está un poco enfadada; piensa: el otro (Perón) es prófugo, y éste (mi hijo) es tránsfuga. Me ve como un traidor. Al fin y al cabo, los momentos de mayor grandeza que tuvo el país fueron siempre bajo gobiernos conservadores. Yo les dije: Ustedes son el único partido razonable, no son ideólogos. Y concluye: Estudio inglés antiguo, escribo versos medidos y rimados, me gustan los filmes norteamericanos, estoy inscripto en el Partido Conservador: soy un viejo de mierda, estoy perdido”.

(De Borges a Bioy)

Estratagema

Luis, su sobrino (hijo de su hermana Norah y de Guillermo de Torre), anuncia su casamiento. Y entonces se resfría fuertemente y tiene que guardar cama. Borges lo comenta de este modo: “Será una estratagema para no casarse… Qué raro, elegir la inmovilidad como una forma de fuga”.

Ilógico sin maldad

Borges sabía que sus declaraciones solían irritar a mucha gente, pero eso no impedía que las repitiese una y otra vez, con pocas modificaciones. Alguna vez, sin embargo, creyó necesario relativizarlas: “Me he burlado de muchas cosas y siempre sin maldad. Yo soy muy ilógico. Lo que pasa es que la gente me toma demasiado en serio”.

Borges hooligan

Cierta vez me preguntaron qué cuadro prefería y yo pensé que se referían a telas o a óleos y les expliqué que como no veía bien, la pintura no me interesaba demasiado. Pero parece que se referían a cuadros de fútbol. Entonces les dije que no entendía absolutamente nada de fútbol. Ellos contestaron que ya que estábamos en ese barrio, San Juan y Boedo, yo tenía que decir que era de San Lorenzo de Almagro. Me aprendí de memoria esa contestación y cuando me preguntaban yo decía que era de San Lorenzo de Almagro. Pero pronto noté que San Lorenzo casi nunca ganaba. Entonces hablé con ellos y dijeron que eso no tenía importancia, que lo de ganar o perder era secundario ­en lo que tenían razón­ pero que San Lorenzo era el que jugaba un fútbol más “científico”. Al parecer, no ganaban, pero lo hacían metódicamente.

(Contado por Emilio Gutiérrez.)

Metaforicidio

Borges me contó que en cierta ocasión, en un banco, una empleada le dijo: “Aunque conozco su saldo, lo verificaré porque no me gusta decirle una cosa por otra”. Y me comentó: “Esa señorita acababa de dar muerte a la metáfora”.

Miope versus ciego

Bioy: Qué incómodo esto de no ver sin anteojos.

Borges: Qué incómodo esto de no ver con anteojos.

Sabato

Qué pena, Alifano, que llega tarde; acaba de marcharse un periodista norteamericano que vino a hacerme una entrevista. Me dijo: “Usted es el segundo escritor argentino que voy a entrevistar; ayer estuve con el primero: Ernesto Sótano. Supongo que lo conoce ¿verdad?” Yo me di cuenta de quién se trataba y le respondí: “Pero claro, por supuesto, señor. Es un autor que escribe sobre túneles, tumbas y cosas así. ¡Cómo no voy a conocer a Ernesto Sótano!” (Contado por Roberto Alifano.)

Fragmentos extraídos del libro “El otro Borges” de Mario Paoletti. Emecé, 2011.

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